Un viaje a la alegría: del silencio a la luz con Pablo d'Ors
Episodio 383
¿Has sentido alguna vez que en el silencio más profundo se esconde la respuesta a todo lo que de verdad importa?
Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde vas a aprender cómo la contemplación puede transformar, no solo tu relación contigo, sino tu manera de amar y de vivir en plenitud con Pablo d'Ors.
Pablo es sacerdote, escritor y una de las voces espirituales más influyentes del siglo veintiuno. Tras doctorarse en Roma con una tesis sobre teopoética, fue misionero en Honduras y capellán hospitalario en el Ramón y Cajal. Su libro, «Biografía del Silencio», se ha convertido en un auténtico fenómeno editorial con más de 350.000 ejemplares vendidos, revolucionando la manera de entender la espiritualidad contemporánea.
Como fundador de Amigos del Desierto y consejero cultural del Vaticano nombrado por el Papa Francisco, Pablo nos demuestra que la verdadera transformación nace cuando aprendemos a mirar morosamente nuestra propia sombra.
¿Te atrevas a descubrir cómo el silencio puede convertirse en tu más poderosa herramienta de autotransformación y amor genuino?
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Índice de la entrevista
(05:43) Las claves de alegría
(09:17) Descubrimiento de la vocación
(12:36) Dejarlo todo por una llamada interior
(14:47) Encuentro con la pobreza y el sentido
(17:46) Alegría, dicha y felicidad
(21:32) Encuentro con el maestro Franz Jalics
(27:39) La elegancia del adiós
(35:04) Meditación, vulnerabilidad y la puerta al verdadero amor
(42:11) La autotransformación a través de la contemplación
(45:54) El ego, el ruido y la sociedad hiperconectada
(48:50) Del autoconocimiento al amor compartido
(54:45) Luz y oscuridad como oportunidades
(1:01:09) Cuestionario KENSO
(1:04:53) Despedidas y resumen
Recursos mencionados
Biografía del Silencio de Pablo d'Ors | Amazon
Biografía de la Luz de Pablo d'Ors | Amazon
Entusiasmo de Pablo d'Ors | Amazon
Andanzas del impresor Zollinger de Pablo d'Ors | Amazon
Ejercicios de contemplación de Franz Jalics | Amazon
Los ojos del hermano eterno de Stefan Zweig | Amazon
Autobiografía de un Yogui de Paramahansa Yogananda | Amazon
Hotel California de Eagles | Song.link
El Padrino de Francis Ford Coppola | Film Affinity
Formación para empresas | KENSO
Cursos online | KENSO
Coaching personal | KENSO
Y la música de KENSO gratis para Podcasts y YouTube | Uppbeat
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Aviso: el transcriptor a veces no nos entiende, pero vosotros seguro que sí.
Disculpa, si lees algún error en la transcripción.Quique Gonzalo:
¿Has sentido alguna vez que en el silencio más profundo se esconde la respuesta a todo lo que de verdad importa? Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde vas a aprender cómo la contemplación puede transformar, no solo tu relación contigo, sino tu manera de amar y de vivir en plenitud con Pablo d'Ors. Pablo es sacerdote, escritor y una de las voces espirituales más influyentes del siglo veintiuno. Tras doctorarse en Roma con una tesis sobre teopoética, fue misionero en Honduras y capellán hospitalario en el Ramón y Cajal. Su libro, Biografía del Silencio, se ha convertido en un auténtico fenómeno editorial con más de 350000 ejemplares vendidos, revolucionando la manera de entender la espiritualidad contemporánea. Como fundador de Amigos del Desierto y consejero cultural del Vaticano nombrado por el Papa Francisco, Pablo nos demuestra que la verdadera transformación nace cuando aprendemos a mirar morosamente nuestra propia sombra. Te a descubrir en la próxima hora cómo el silencio puede convertirse en tu más poderosa herramienta de autotransformación y amor genuino? Bienvenidos a un nuevo episodio de KENSO, el podcast donde descubrirás cómo vivir la afectividad para ser más feliz. Soy Quique Gonzalo, aprendiz en descubrir que la paz interior no es un destino, sino el único fundamento verdadero para construir un mundo mejor. Bienvenido, Pablo.
Pablo d'Ors:
Pues muchas gracias, Quique, por esta invitación, un placer estar contigo.
Quique Gonzalo:
La verdad es que el poder conversar en la profundidad de su palabra contigo creo que hoy nos puede abrir horizontes, y la verdad es que con una expectación grandísima. Lo primero
Pablo d'Ors:
que me gustaría preguntarte, Pablo, quien siembra una expectativa cosecha una desilusión, así que cuidado.
Quique Gonzalo:
¿Te puedo contestar al final? Sí, claro que sí,
Pablo d'Ors:
claro que sí.
Quique Gonzalo:
Lo haré. Entonces, lo primero que me gustaría preguntarte, Pablo, es qué significa para ti, qué significado tiene la palabra paz.
Pablo d'Ors:
Cuando escucho esta palabra, paz, lo primero que me viene es, nada ni nadie puede alterar mi paz interior, porque esta es una una sentencia, una frase que yo me digo a mí mismo todos los días, que yo me digo a mí mismo todos los días una serie de de de consignas de cara a, bueno, a a esta reprogramación neuronal que yo también necesito, como todo ser humano, para para vivir en plenitud. Y como tenemos esta creencia falsa del del sufrimiento, de que de que es inevitable sufrir, es importante, pues plantar esa semilla que te dé la convicción de que nada ni nadie puede alterar tu paz interior. Y entonces, cuando dices la palabra paz, lo que me ha venido, pues es esto, es que realmente aspiro a una paz imperturbable. Es decir, que que ninguna circunstancia sea más fuerte que yo. En contra de lo que dijo Ortega, que yo soy, yo y mis circunstancias, yo no soy mis circunstancias, es lo que me parece fundamental.
Quique Gonzalo:
Si viajamos al pasado, a 1963, y esos 10 años posteriores, esa infancia, 7 hermanos, un mundo tremendamente creativo. ¿Qué es lo que queda de ese Pablo a día de hoy?
Pablo d'Ors:
Pues queda todo. Realmente, yo creo que soy quien quien era, en esencia. Quizá lo más decisivo de de de la infancia, bueno, así tantas cosas. Mis padres, mis hermanos, el paseo de Pintor Rosales, que no está muy lejos de donde estamos grabando ahora mismo, que es fue donde yo, pues, viví mi mi infancia. Vi la novela y el Truck, que es el pueblo donde mi abuelo Eugene d'Ors falleció y donde nosotros veraneábamos cuando éramos niños, y quizá el colegio alemán, donde yo me formé desde los 3 hasta los 10 años, primero el Kindergarten y luego el Deutsche Schüler, los primeros años, pues me marcaron profundamente, y por eso luego todos mis libros han tenido este contexto más bien germánico, germanófilo. Mis personajes siempre están en Austria o en o en Alemania. Y bueno, yo creo que fue una etapa muy feliz, aunque también es verdad que los niños sufren. Yo también sufrí de niño mucho, y o sea, que tenemos a veces una idea un poco idílica de lo que es la infancia.
Quique Gonzalo:
De ese sistema educativo al sistema educativo actual, si fueras, imagínate, durante un período breve de tiempo, ministro de educación, ¿qué harías por nosotros y por ellos?
Pablo d'Ors:
Yo creo que el sistema educativo de mi infancia y adolescencia no era muy allá, francamente. Esa es mi impresión. No quiero decir que que no hubiera buena voluntad y que los profesores no fuesen buenas personas, pero creo que había algunos planteamientos equivocados en el actual, y yo creo que hay también bastantes planteamientos equivocados. Yo soy un hombre que que ha sido transformado por la práctica de la meditación, por el silencio, el silenciamiento interior. Por lo tanto, yo si si fuese ministro de de de educación, una medida que tomaría sería introducir la meditación, o al menos algunas prácticas de despertar de la consciencia, desde desde los primeros años de del colegio. Me parece que esto daría una impronta diferente a
Quique Gonzalo:
a la formación en general. Voy a compartir un pequeño secreto de una historia que me has contado, y me gustaría, si también la puedes compartir con nosotros esos 11 años, ese momento de alegría en tu vida.
Pablo d'Ors:
Sí. Ahora cuando venimos para acá en el coche, pues le he contado a Quique, te he contado, ¿no? Que que que el momento más feliz de mi vida, pues fue seguramente a los 11 años que que que yo participé en unas colonias de verano que se llaman ZIF, que son las siglas de Children International Summer Village, es decir, un campamentos internacionales para niños de distintos países, y que yo fui elegido junto con otro niño, otras 2 niñas, para formar la delegación española que aquel año, creo que era el 74, pues, en este caso, fuimos a a Leeds, una ciudad de Inglaterra, y allí, pues, nos juntamos 4 niños de 12 países distintos. Había gente de judíos, mexicanos, estadounidenses, belgas, y y, bueno, pues, para mí esa convivencia fue un momento de de gran plenitud. De hecho, la primera noche lloré por por nostalgia, porque estaba por primera vez lejos de mis padres, pero luego pasé todo un mes, un mes entero que, entonces, no había evidentemente móviles ni ningún tipo de comunicación tan tan sumergido en el juego y y que que no me acordé para nada de de de de mis padres ni de la vida aquí en Madrid. Y y tan es así que luego, cuando llegó el momento de partir, pues ninguno de todos esos niños que éramos allí, esos 60 niños, quería marcharse y estábamos llorando el último día, llorábamos como casi como el día más triste de nuestras vidas, porque tendría que separarnos. Y luego, durante más de una década, mantuve la relación epistolar de de amistad con estos niños y niñas. Esto fue creado por una por una mujer, no se llamaba Doris, no me acuerdo qué, después de la Segunda Guerra Mundial, con la filosofía de que si si los niños se conocen y crean amistad entre ellos, pues difícilmente luego ya de mayores van a declararse la guerra unos a otros.
Quique Gonzalo:
A todos nos vendría bien un campamento así, en verdad. Sí, sí. Yo creo que me
Pablo d'Ors:
ha marcado, me marcó mucho, porque toda esa dimensión más internacional, más de ir más allá de cualquier raza, cultura, religión, pues se ha formado
Quique Gonzalo:
parte de de mi de mi índole, de mi impronta personal, y y que quizás se fraguó allí en aquella en aquella etapa tan tan primeriza. Y esa primera sensación tan intensa de alegría, ahora con el paso del tiempo, ¿puedes ver que el desapego tuvo su valor fundamental para poder vivir con alegría? Desde luego. O sea, eso es una reflexión a posterior, evidentemente, pero pero la
Pablo d'Ors:
felicidad ciertamente no tiene que ver con con el con el tener, eso está claro. Fíjate que en la medida en que tú no te agarras a la a las cosas, a las personas, que eso también es importante, a las ideas, a las creencias, sino que solo sueltas, experimentas esa libertad a la que estamos llamados. Así que, para mí, la la el desapego es es tanto como la libertad y, por tanto, como la plenitud que estamos llamados.
Quique Gonzalo:
Con 11 años tienes esa relación ya epistolar donde para ti es fundamental y un elemento, un eje vertebrador de tu historia, la escritura. Con 13, tu primer poema, y también los primeros indicios de la vocación.
Pablo d'Ors:
Bueno, se podría, yo nunca lo he dicho así, porque yo cifro mi vocación a los 19 años, porque fue una experiencia como muy puntual y muy disruptiva y desestabilizadora, y que que que, bueno, fue una experiencia mística directamente. Lo digo así sin ambajes. Tengo un libro que se llama Entusiasmo, donde escribo sobre esto. Y pero es verdad que que que antes, ya con 13, 14 años, tuve una una fascinación por el mundo oriental, por el, sobre todo por el Tíbet, y incluso con 14 años yo me rapé el pelo al cielo y me senté a meditar sin saber qué era esto de meditar. O sea, que ya era un niño, un adolescente con inquietudes espirituales, y desde luego fui un niño devoto, fue un niño muy religioso, que no me gustaba ir a misa, me gustaba rezar, rezaba mucho a la virgen. O sea, que que sí, que mi vocación religiosa se puede se puede remontar AAA la infancia.
Quique Gonzalo:
¿Puede ser el el inicio también de la teopoética?
Pablo d'Ors:
Bueno, no, eso quizás es posterior, porque, es decir, yo yo he tenido mi una vocación, porque considero que ahora estoy en un punto diferente, pero hasta hace no muchos años, pues yo sentía que tenía una vocación artística, por una parte, o literaria, más en concreto, y por otra parte, pues espiritual o o religiosa, sacerdotal en concreto. Y pensaba, bueno, pues que eran 2 vocaciones muy poderosas que hoy veo que son la misma y única, o sea, que no, ya no tengo esa experiencia de divorcio, de separación, pero sí que la la tuve ante toda mi vida, francamente, y casi podríamos decir que ha sido el tema de mi vida, cómo cómo conjugar el arquetipo artístico con el arquetipo religioso, el arquetipo del sacerdote con el del escritor. Porque claro, el escritor se busca decir yo, y el y el y el y el sacerdote busca decir nosotros o decir tú, no con mayúscula. Y y, bueno, por eso escribí la teopoética, que es fue el título de mi tesis doctoral, cuando tenía 30, 32 años, una reflexión sobre el cruce de lo estético y lo estático, de lo literario y lo religioso, buscando hasta qué punto había una teología de la experiencia artística, la experiencia creativa. Y fue un momento donde, de manera teórica o especulativa, todo eso me interesaba, y trabajé todos los teólogos, Guardini, Ranner, Baltasar, Sequeri, digo, nombres de teólogos católicos y protestantes muy muy famosos que de este siglo, que han reflexionado sobre ese sobre el arte y sobre la religión, cómo cómo cómo se interplanetan, se interfecundan recíprocamente.
Quique Gonzalo:
Leyendo tu biografía, nunca mejor dicho, nos encontramos diferentes puntos de inflexión, determinadas llamadas, continúas con tu camino de entre esos 19 y esos 29, casi en los que estás a punto de terminar derecho en Nueva York, ¿cómo eres capaz de comunicar algo que probablemente a las personas nos cuesta y es un punto de inflexión en la vida, a tus padres, a tu familia, a tus seres queridos, de dejó una carrera, dejó unos estudios porque hay algo que me llama mucho más fuerte.
Pablo d'Ors:
Yo recuerdo muy bien esa etapa de mi vida porque fue una experiencia vocacional, una voz interior, un imperativo de de dejarlo todo YYY emprender un camino religioso, un camino entré en una congregación misionera, y luego ya después de unos años, pues, pasé a la diócesis de Madrid, donde todavía estoy encarinado y ejerzo como sacerdote. Y y ciertamente mis padres no lo comprendieron, pero no era difícil de de entender que no lo comprendieran, porque yo era un chico, pues, que aunque fuese muy, en fin, muy espiritual, no dejaba de ser muy mundano YYY, bueno, pues, no sé, todo el mundo pensaba, pues, que yo haría una carrera, pues, de escritor 000 de diplomático. Mi padre quería que yo fuese diplomático. Entonces, como yo sabía que él tenía este este sueño para mí, pues yo le dije, quiero ser embajador, pero no de España, sino de Cristo. Todo esto ya me dejó completamente hundido, porque él, lógicamente pensaba que me estaban que comiendo el coco, me estaban engañando, ¿no? Y que yo, pues, que tenía un buen corazón, pues lo haya dejado más o menos, y que luego, pues, antes o después lo dejaría, y que entonces perdería unos años importantes de mi vida. Él lo veía así YYY, bueno, me estuvo un tiempo muy enfadado conmigo, que no me quería ni ver ni Pero, oye, hoy me hace gracia, ¿no? Porque porque entiendo que que que un padre, pues pues busca lo mejor para para para su hijo y él entendía que yo era demasiado joven para saber qué es lo que quería, pero pero, en realidad, tuve una claridad muy grande en torno a lo que tenía que hacer en mi vida y, te diré más, nunca he dudado de ello. Nunca he dudado de ello. Es decir, que creo que que esa decisión de entrar en un seminario para estudiar filosofía y teología y ser sacerdote ha sido, pues, de las 2 otras decisiones más importantes y más clarividentes de mi vida.
Quique Gonzalo:
Te formas Roma, teo poética con un gran maestro, y viene otro punto de inflexión en el cual decides ir de misionero Honduras a la realidad, más absoluta. ¿Cómo es ese viaje entre estos 2 mundos? En realidad, yo yo tenía un espíritu, bueno,
Pablo d'Ors:
lo sigo teniendo, ¿no? Yo creo que que mi alma es es generosa y es noble. Y en el seminario donde yo estudié se hablaba mucho de justicia social, Entonces, se nos inoculaba mucho el tema de de de de de la injusticia, de de la pobreza en el mundo y todo eso, pues, fue un campo de de cultivo que que germinó y y yo con yo con 27 años me ofrecí para para la misión, para la misión. Y estuve un año de ad experimentum, que se decía, en en Centroamérica, en Honduras en concreto. En este libro que he citado antes de entusiasmo, hay todo un capítulo largo donde habla de la experiencia misionera que que tuve, y me dejé tocar muy profundamente por por la realidad de de de la pobreza, del mundo, la miseria. Y y fue muy hermoso porque porque, aunque luego yo no he estado en realidades socialmente sangrantes, nunca he perdido esa atención a los más desfavorecidos. Es decir, que que en en la vida cristiana o en la vida espiritual hay, es como un piano con muchas teclas, y la tecla de la de la pobreza social o de la marginación siempre tiene que sonar para que nuestras palabras sean justas y no no no, es decir, no hagamos castillos en el aire. Y, bueno, yo yo me enamoré de de de aquella gente, de los hondureños, y y tenés así, voy a decir algo que no he dicho nunca, que durante un tiempo, al volver, bueno, yo no sé por qué tenía la sensación de que me iba a morir pronto. Eso es una cosa que me ha acompañado siempre, pensar que no no viviría mucho.
Pablo d'Ors:
Y hice testamento muy joven, con 30 y tantos años, y mi primer testamento, mis bienes eran para los pobres de Honduras. Esto nunca lo había dicho, pero pero así, así era. Y y luego, pues, mis superiores eclesiásticos me dijeron a la vuelta, me obligaron a volver, y me dijeron que aceptaban mi ofrecimiento para las misiones, pero no Centro América, sino Centro Europa. Entonces, me destinaron a Praga y a Viena, y entonces, primero estuve en Viena, en Praga, pues también unos años.
Quique Gonzalo:
¿Qué es lo que te lleva a pensar que ibas a morir joven?
Pablo d'Ors:
Pues quizá que realmente no tengo apego a la vida. ¿Qué quiere decir? Estoy muy contento de, me siento en general feliz o feliz, o quizás no es la palabra. Tengo un libro donde hablo mucho de la felicidad que se llama Andanzas, el impresor Zolín, donde habló un hombre que que que descubre la felicidad, o la dicha, que me gusta decir a mí ahora. Pero pero creo que la verdadera dicha sí podemos experimentarla en este mundo, pero desde luego o en este plano, pero desde luego será superior en otros planos.
Quique Gonzalo:
Hay algo que a mí siempre me ha costado responder, y es cuál es la diferencia entre la dicha, la alegría y la felicidad. Desde tu experiencia, ¿dónde se encuentran? No es dónde las puedo encontrar, sino en qué planos de los que hablabas antes.
Pablo d'Ors:
O sea, el problema es que la felicidad te hemos muy asociada al bienestar. Y yo creo que cuando vas, por ejemplo, al psicólogo o al terapeuta, el terapeuta y psicólogo busca que tú estés bien. Mientras que un acompañante espiritual, que es 1 de los oficios que ha dejado acompañar a personas, acompañar biográficamente, pero no no busca simplemente que tú estés bien, sino sino que tú ayudarte a ser aquel o aquella que estás llamado a ser. Y eso muchas veces pasa por por por situaciones muy incómodas, no por no estar bien. O sea, que creo la felicidad esa se asocia con el bienestar, y y yo apunto más bien, no puede ser de otra manera, al bien ser. Y yo durante muchos años, porque yo he tenido una tendencia más bien depresiva o melancólico, que ya ha sido erradicada. Pero yo yo he tenido esa esa esa impronta, ¿no? Y por eso, durante muchos años, lo único que yo le pedí a dios para mí era alegría, como para ser un tao por alegría, era alegría. Porque tengo la alegría como como un valor o una virtud o un don superior al de la salud.
Pablo d'Ors:
La gente dice, más importante es la salud, pensar de la salud física, pero no, más importante es la alegría, porque es mejor un enfermo alegre que un sano triste. Así lo veo yo. Y y, por tanto, la alegría que tiene que ver con la dicha, para mí está en un plano superior. Yo creo que la verdadera alegría tiene que ver con con empezar a vivir aquello y estar viviendo aquello para lo que tú has venido a este mundo. O sea, YYY sentir o experimentar que que que eres alimento para otros. O sea, que que la cuestión no está simplemente en en en sentirse bien, que desde luego es importante, pero lo lo lo decisivo es comprender que que que tú eres alimento para otros. Es decir, que gracias a a ti, o en en en alguna medida, otros, pues caminan hacia su plenitud. O sea, esto me parece, bueno, el cristianismo decimos ser ser eucaristía, ser pan para otros.
Pablo d'Ors:
O sea, ser eucaristía es lo máximo.
Quique Gonzalo:
62 años después, Pablo, ¿has encontrado el sentido de tu vida?
Pablo d'Ors:
El sentido de la vida me he encontrado, diría más que que lo he encontrado yo. He sido encontrado. Tengo 61 todavía, pero a punto de cumplir 62 es cierto. Es verdad que he buscado mucho el sentido, sin darme cuenta de que realmente era el sentido el que me buscaba a mí. Y hoy hoy sé que que la mejor manera para para encontrarlo es dejarse encontrar, que eso que es muy diferente. Y, por tanto, no es algo que tengamos que hacer, sino más bien algo que hemos de permitir que se haga, que que es distinto. Y, por tanto, la la actitud fundamental en la vida no debe ser de actividad, sino de receptividad, o de pasividad, o de pasión, ¿no? Se sabe recibir, Saber recibir es mucho más difícil que saber hacer.
Quique Gonzalo:
Hay algo maravilloso en lo que nos acabas de expresar, porque en cierto modo, en un momento de tu vida, ante una pequeña o gran crisis, tú viajas 3000 kilómetros en busca de Franz. Encuentras a un señor y en esa búsqueda piensas, este señor, este viejetito, ¿qué me va a contar a mí?
Pablo d'Ors:
Sí, sí, sí.
Quique Gonzalo:
12 encuentros y pasa algo maravilloso, y no en ese momento, sino en en la parte posterior. ¿Nos puedes contar? Sí, sí, sí, claro que sí. ¿Ese momento?
Pablo d'Ors:
Sí, porque seguramente es Antes te decía que cuando yo entré en el seminario fue un momento decisivo y este, 1 de los 2 o 3 momentos decisivos de mi vida, y este que acabas de de recapitular ahora, de apuntar ahora, también lo ha sido, fue cuando yo me encontré con mi maestro, Franz Jalics, se llamaba. Era un jesuita húngaro. Yo en el 2012, por tanto, hace tantos años, hace 13 años, me cayó en mis manos. Precisamente, gracias a este libro que está está aquí sobre la mesa biografía del silencio, entró un señor en mi despacho, y entonces trabajaba como capellán en El Ramon y Cajal, y venía ahí un despachito, y entró un señor y con 2 libros en la mano. 1 era Biografía del Silencio, que quería que se lo firmara, que estaba recién editado, se editó en 2012, y otro era ejercicios de contemplación, que es el libro de mi maestro, que me lo quería regalar. Me dijo, este libro yo creo que le va a interesar, y efectivamente, para mí ese libro, Ejercicios de contemplación, de Franz Jalics, ha sido el libro más importante de mi vida, porque yo ahí descubrí que lo que, para lo que yo estaba buscando había un camino, había un método, había una pedagogía, había una didáctica incluso. Y entonces, yo leí ese libro, lo practiqué, y cuando lo terminé a los 9 o 10 meses, dije, yo voy a conocer al autor. Y le busqué por las redes, la encontré, le pedí permiso para participar en una de sus tandas de ejercicios de 10 días, que es una especie de de de de experiencia de de inmersión.
Pablo d'Ors:
Un Vipassana cristiano. Fui a Alemania, donde tenía él su su su sede, su casa de de espiritualidad. Me recibió y me recibió todos los días durante durante 12 días, los 10 de de ejercicios más 1 antes y 1 después, y esos breves encuentros, algunos muy breves, otros más largos, incluso algunos más de una hora, hora y media, pues fraguaron, me dieron lo que se llama en la en la India el shaktipat, ¿no? Que es la transmisión, ¿no? De que, de alguna manera, pues igual que no venimos a este mundo solo, sino que nos trae un padre o una madre, no venimos al mundo de la consciencia, al mundo del despertar solo, sino que nos engendra un maestro o una maestra. Y en mi caso fue por mediación de este de este Franz Jalics, esta persona, y desde entonces, pues mi vida cobró una, pues una dimensión más netamente dedicada a lo contemplativo.
Quique Gonzalo:
Ahora que vivimos una sociedad tan individualista en la que se piensa que todo se puede conseguir aquí y ya, ¿qué importancia
Pablo d'Ors:
tienen los maestros? Pues el el el el el asunto del maestro para mí es quizás el asunto sobre el que no he parado de escribir y de hablar porque es lo decisivo, es decisivo. Es decir, si en la vida no no no crecemos, no no maduramos, es porque es porque no tenemos maestros, es decir, porque no no nos ponemos en la actitud discipular. Claro, es que no hay maestros, no hay maestros, lo que no hay son discípulos. O sea, si hubiera discípulos, aparecerían los maestros. Y si hubiese esa actitud humilde de hummus, de tocar tierra, de buscar, yo yo recuerdo cuando yo empecé, por ejemplo, en el mundo del zen, con con 40 años, con 41 años en concreto, o sea, yo estaba ahí sentado, yo tenía mis doctorados y yo estaba ahí sentado en un banquito, pues esperando que un señor me recibiera cuando diera la gana, y no me recibió mucho tiempo, me hizo espera, muchos meses, no para poder ser recibido. Y y eso curte, ¿no? La la humildad, curte la actitud discipular. Y y, bueno, lo que decía antes, el engendramiento, que que realmente hemos de entrar en una tradición, y y eso es lo que el maestro representa, el maestro representa una raíz, y tú tú, si no te insertas en una raíz, ese árbol no puede crecer. Y por eso yo yo insisto mucho en en esa dimensión de la tradición, aunque desde luego es correlativa a la renovación, o sea, que que que que no se trata simplemente de conservar un depósito sagrado, una un un unas enseñanzas, sino también de renovarlas, es decir, de traducirlas en en el lenguaje y en la sensibilidad contemporánea, de lo contrario, están muertas.
Pablo d'Ors:
Es decir, que que que simplemente te limitas a conservar un un legado, pues eres un conservador, pero para ser fiel tienes que recrearlo, que que es distinto. Y y, bueno, pues eso es lo que estoy diciendo yo con el legado de Franz Jalics, que realmente él a su vez lo hizo con sus maestros, y que, en definitiva, es el legado de la espiritualidad del desierto, esta corriente de de de de los padres y madres del desierto, que fue la primera corriente espiritual poderosa en el cristianismo, y que luego derivó en lo que se llama el esicazmo, yo lo que practico es un esicazmo contemporáneo, ¿no? Que es una búsqueda de la paz, que hablábamos antes, por medio de la quietud. Esta es mi práctica espiritual por excelencia.
Quique Gonzalo:
Tú comentabas antes que en el Ramón y Cajal, actuando como capellán, has acompañado a las personas en sus últimos momentos de vida. ¿Cuáles han sido aquellas cosas de las que en esos últimos momentos las personas más nos arrepentimos? ¿Qué echamos en falta?
Pablo d'Ors:
Lo primero que tengo que decir es que yo estuve allí desde más o menos, mis 35 o 45 años, y que la misión o la tarea me quedaba grande. Es decir, que yo creo que ahora podría hacer esa tarea con una cierta decencia, ¿no? Creo que entonces yo creo que me quedaba muy grande, francamente. Es decir, que no no sé hasta qué punto supe, no no lo digo por modestia, sino por pura verdad, hasta qué punto supe acompañar esos procesos? ¿O estaba muy asustado? Estaba muy asustado. Bueno, dice lo que pude, ¿no? Eso es ciertamente. Se aprenden muchas cosas, porque, claro, yo yo habré visto morir, a más de un centenar de personas. Sea en mis brazos o al menos estando yo cerca en la habitación, y eso, pues, te cambia la perspectiva de la vida, te cambia mucho. Debo decir que, al menos en mi experiencia, hay gente que lo tiene, que lo lo vive de manera diferente. Por ejemplo, he conocido a a Enric Benito, que es un especialista en en en cuidados paleativos y en médico muy reputado, y él creo que lo vive de manera diferente.
Pablo d'Ors:
Ahora, digo porque hemos hablado ayer o antes de ayer, porque queremos hacer una colaboración entre nosotros, ¿no? Pero mi experiencia es que la inmensa mayoría de las personas llegan a su último suspiro, nunca mejor dicho, de manera bastante inconsciente, o sea, drogados y sin enterarse bien o sin querer verlo. Y que y que un trato por 100 también muy elevado, pues llega sin querer llegar, o sea, resistiéndose. Y que son muy pocos los que a los que no se les arrebata la vida, sino que la entregan. Y y esa es una lección que yo aprendí, que que que lo propio cuando no termina la carrera es dejar de correr, y si tú quieres seguir corriendo es porque, de alguna manera, sientes que no has vivido, que el miedo a la muerte es porque porque tienes la impresión de que no has vivido, pero si tienes la la impresión de que has vivido, entregas la vida, no no te no te agarras habitamente a ella. Y que eso es un poco comprensible, pero pero patético, porque porque porque la vida es corta, la vida es larga, la vida es lo que es, y y tiempo hay para para todo. Y, por tanto, también para darte cuenta de que de que estamos aquí como peregrinos y que esto es una estación de paso, no no es. Y y, bueno, quizás esa fue la primera elección, por tanto, la importancia de de la elegancia del adiós, de de saber soltar. Antes hablamos del desapego, pues, desapego de de la vida, ¿no? Antes te decía que que yo todos los días me digo a mí mismo, nada ni nadie puede alterar mi paz interior, pero también todos los días me digo a mí mismo, la vida es inmortal.
Pablo d'Ors:
Es decir, este cuerpo o esta mente, esta corporalidad o esta personalidad pasarán, pero mi mi mi alma, mi esencia, mi ser profundo, la vida que me me sostiene, esto esto es inmortal. Entonces, recordarlo te ayuda a no apegarte a a este cuerpo vastamente, a esta personalidad.
Quique Gonzalo:
¿Por qué no nos han enseñado a morir?
Pablo d'Ors:
Quizá el error fundamental es que es que pensamos que que la muerte es lo último que nos espera en esta vida, sin darnos cuenta de que la muerte es la dinámica propia de la vida. Es decir, que estamos muriendo continuamente. O sea, que lo que está pasando es una constante muerte y renacimiento, muerte y resurrección, y por eso pensamos que es algo que que que nos espera el final cuando realmente es algo que nos acompaña permanentemente. ¿Por qué? Pues yo creo que la razón fundamental es que somos una sociedad materialista. Es decir, que que que en el evangelio se habla del pan y la palabra. No solo de pan vive el hombre, no solo de la materia, sino también del espíritu. Pero, y de hecho, la Eucaristía, la celebración de la Santa Misa, pues tiene una liturgia de la palabra al principio, y una liturgia del pan después, en palabra y pan. Primero la palabra y luego el pan, esa es la liturgia.
Pablo d'Ors:
Pero nosotros pensamos que primero llena la barriga, y luego ya veremos qué pasa con con el espíritu. Lo que pasa es que cuando está la barriga llena, nos olvidamos del espíritu, eso es lo que pasa.
Quique Gonzalo:
Siempre pensamos que habrá tiempo más adelante, y luego, al mismo tiempo, ¿para qué cambiar ahora
Pablo d'Ors:
si las cosas? Es algo que yo, por ejemplo, he descubierto en la India, yo he hecho un par de viajes a la India, y y ahí he tenido la impresión, por no decir la certeza, de que la gente no es materialista. Es decir, que, por supuesto, que vive en un región de vida similar al nuestro, pero pero me da la impresión de que de que el de que la mayoría sabe, o al menos intuye, que no se juega todo ahí, en lo que tenemos ante nuestros ojos o entre manos, en lo material, sino que hay algo más esencial que lo sostiene todo. Y esto es lo que yo no veo en Occidente, incluso ni siquiera en las personas que somos religiosas, sino que hay un materialismo de base que que es lo que sostiene, por ejemplo, el miedo a la muerte. La muerte es ancestral, por supuesto, es es estructural de la condición humana, pero pero hay culturas que que lo pueden formar, pero hay culturas que que lo pueden fomentar y otras, pues, no tanto.
Quique Gonzalo:
Ajá. Me venía una reflexionadamente, Pablo, y era pensando en los antiguos egipcios que ellos tenían consignas y profetas. Consignas eran las personas las que, personas las que iban a decidir quién pasaba la historia después de haber fallecido, profetas eran los que iban a predecir lo que venía el futuro. El futuro y el pasado nos hacen más infelices. O
Pablo d'Ors:
sea, hoy existe esta filosofía del del de de de que lo que importa es el aquí y el ahora, y que el pasado y el futuro no existen. Existe esta este planteamiento que yo creo que se entiende mal. Por eso la pregunta me parece pertinente, porque porque porque yo creo que se leen en clave de presentismo, como si el pasado no no tuviera ninguna importancia, y el pasado es lo que posibilita este momento presente. Sea, este momento presente, que es lo que tenemos ciertamente, ha sido conformado por todo lo que hemos vivido con anterioridad, y también está siendo conformado por todo lo que lo que proyectamos para para el mañana. De tal manera que no es que el allí y el mañana no existen, sino que existen aquí y ahora, pero existen. Y y, bueno, que todo esto sirva para para para darnos cuenta de la gravedad y, al mismo tiempo, ligereza de de de este instante donde se juega todo.
Quique Gonzalo:
Que no es el carpe diem, que no es como vivir como si fuera el último día de salida, porque de esos solo hay 1. Exacto.
Pablo d'Ors:
Por ahí va lo mi comentario que acabo de hacer.
Quique Gonzalo:
Cuando empezaste en ese momento a acompañar a las personas, ¿se puede decir que es la primera vez que de verdad sentiste el silencio?
Pablo d'Ors:
Es curioso porque porque fue en esa época, justo cuando yo empezaba a acompañar a los enfermos terminales, cuando empecé a practicar la meditación. Porque coincidió en una época de crisis vital profunda, de, yo yo yo ya había sido capellán universitario durante durante 6 años. Tuve algunos episodios complicados y y fui trasladado a, vamos a decirlo en estos términos, a hasta capellanía hospitalaria, dejando la universidad, y el asunto me desestabilizó tanto que que necesité ir más profundo. Y ahí fue en torno a mis 40, donde donde yo empecé AAA practicar la meditación como mi práctica espiritual por excelencia. Es decir, sentarme en silencio y inquietud todos los días durante algunos períodos, en principio, pues más breves y luego un poquito más largos. Y y sí, sí, yo creo que que que es curioso, porque ahora que lo dices, porque porque la visión de la de la vulnerabilidad fue correlativa a la experiencia de la propia vulnerabilidad, porque lo 1 lo que 1 se encuentra cuando medita en primera instancia es primera y en y a veces en última también, es la propia vulnerabilidad, la propia fragilidad. Por eso la gente se escapa de la meditación, porque ahí lo que vemos es nuestra condición mortal, nuestra condición limitada. Pero es que lo que lo que lo que no se suele entender es que la única puerta para el amor es la vulnerabilidad.
Pablo d'Ors:
Es decir, que solamente podemos amar y sentirnos amados cuando somos vulnerables. Esta es la cuestión, o sea, que lo que es fuerte y poderoso podemos admirarlo, respetarlo, pero amar solamente amamos lo frágil. ¿Por qué amamos la fragilidad? Porque amar es desear el bien y ponerte al servicio de de de para para su consecución. Y tú no te pones al servicio de la consecución del bien de alguien si ya está, si ya lo tiene. Por lo tanto, necesitas esa esa precariedad existencial, y eso es esa es la condición humana, precisamente.
Quique Gonzalo:
¿Puedes, por favor, explicar dónde está la diferencia entre esto y la condescendencia? A que a veces podemos pensar, bueno, ayuda a otro porque creo que lo necesita, ¿no? Desde una cierta superioridad.
Pablo d'Ors:
Yo he
Quique Gonzalo:
entendido que el mensaje que estás mandando
Pablo d'Ors:
de la vulnerabilidad es absolutamente, puede estar en el polo opuesto de esto. Sí, es una mala comprensión de la compasión que se identifica con lástima, y que y que esa esa interpretación obedece a una mala perspectiva, pensar que tú estás por encima y que haces un gesto de de de ayuda al otro. Es un es un error. O sea, es no comprender que las campanas doblan por ti, como decía Hemmingway. Es decir, que que lo duro de estar con los enfermos terminales era que yo me daba cuenta, primero inconscientemente y luego ya con más consciencia, de que quien se estaba muriendo era yo. Esta es la cuestión. O O sea, que que el otro no es otro, que eres tú, y por eso es tan tan tan tan sangrante el asunto. Porque de lo contrario, si piensas que es otro, pues la película no no no es tu película, es la de los demás, que es lo que le pasa a la mayoría de la gente que piensa que quien se muere son los otros.
Pablo d'Ors:
Y no, yo estoy hablando de otra cosa muy diferente, muy diferente. Es decir, la la verdadera compasión nace de la sabiduría, y la sabiduría es la la la la experiencia de la unidad, de que realmente ningún destino ajeno te es ajeno porque es el tuyo. O sea, porque tú has has has logrado ya un una experiencia de de identificación o de o de unión con con con la realidad y con nosotros, que que realmente vibras con con esto, ¿no? ¿No? Yo recuerdo, no lo digo en absoluto por ponerme de ejemplo para nada, pero realmente me llamó la atención a mí mismo cuando hace unos años hubo una una persona que estrelló un avión con todos los pasajeros dentro, se se autoinmoló YYYY todo mundo estaba horrorizado de este de este hecho, y a mí me salió de manera espontánea ya entonces, hace unos años, decir, ¿cuál es mi responsabilidad en esto? O sea, ¿por qué he hecho esto? Como si yo fuese el aviador, lo cual me dejó completamente descolocado, como es posible que yo piense en estos términos, porque, de alguna forma, la la lo que el 1 de los frutos más hermosos, ¿y qué? Del trabajo interior, es que dejas de el dedo que apunta al otro, se la tuerce y te apunta a ti. De que realmente te sientes responsable de de de de lo que pasa en en en la humanidad. Y y eso eso yo creo que empieza a pasar cuando has empezado a dejar tu sombra atrás y te das cuenta de que lo que tienes que redimir no es solamente tu propia oscuridad, sino la oscuridad del mundo. Es decir, que que es importante que superemos todos nuestros traumas y todas nuestras, en fin, obsesiones o neuras, o como queramos llamarlo, porque solamente cuando estamos limpios, o fundamentalmente limpios, podemos empezar a hacernos cargo de de de la oscuridad de los otros, y darnos cuenta de que es nuestro también. O sea, este es el trabajo contemplativo de de verdaderamente, pasa es que es invisible, pero no por ello deja de ser eficaz. De verdaderamente, bueno, pues cargar y ayudar en esa carga a a llevar, pues el el el dolor de la humanidad.
Pablo d'Ors:
Son palabras muy gordas, muy gruesas, me hago cargo, pero pero, en definitiva, 1 a donde va llegando poco a poco, la experiencia anterior es a esto.
Quique Gonzalo:
Las podemos trasladar a nuestro día a día, porque, en cierto modo, cuando tenemos el pensamiento contraintuitivo, que es el amar a nuestras partes más oscuras, en el fondo lo que estamos es dando luz a las personas que nos rodean, a nuestra sociedad. Entonces, si las mantenemos escondidas Claro. Va a seguir siendo sombra y voy a proyectar esa sombra.
Pablo d'Ors:
Tal cual.
Quique Gonzalo:
Por eso yo te decía en el camino, que habiéndome gustado Biografía del silencio, me encanta esa transición por el desierto hacia Biografía de la Luz. ¿Cómo viviste tú ese camino, ese periplo?
Pablo d'Ors:
O sea, lo que has dicho como introducción a esta pregunta me parece quizá lo más decisivo de todo lo que hemos conversado, Hasta el punto que, en alguna ocasión, que me han preguntado, ¿cuál sería tu mensaje en 2 palabras? Pues yo he dicho, mi mensaje en 2 palabras es, mira amorosamente tu sombra. Es decir, que que la contemplación de la cual yo me he convertido en un en un en un predicador, en un difusor de la misma, no es otra cosa que mirada amorosa sobre 1 mismo. Porque si tú siembras amor, en ti cosechas amor, 1 cosecha de lo que siembra, y y solamente poniendo amor en lo oscuro, lo oscuro deja de ser oscuro, eso convierte el luminoso, y ahora ya puedo responder a la pregunta. Es decir, que que el silencio, que es esa mirada amorosa, en la medida en que lo vas practicando, lo vas ejercitando, va siendo no solamente una vocación, una llamada, sino un oficio, y va convirtiéndose en no solamente en un oficio, sino un estilo de vida, a donde va derivando es a la luz. Es decir, que que que te das cuenta, lo experimentas, que es posible la autotransformación. O sea, que que este ideal de la búsqueda espiritual, que es la autorrealización, es posible. Es decir, que que realmente lo que buscamos cuando estamos meditando, cuando hacemos, cuando emprendemos un camino espiritual es el autoconocimiento, pero para llegar a la autorrealización, hace pasar por esa transformación. ¿Y qué es lo que se transforma? Se transforma, pues, la oscuridad que tienes dentro, ¿no? Que pasa a ser pasa a ser luminosa gracias a esta práctica de la mirada amorosa.
Pablo d'Ors:
Es decir, que que que yo me doy cuenta perfectamente de cómo era antes mi mirada, que la mirada que, fundamentalmente, quería obtener. ¿No? Y, en cambio, ahora mi mirada, fundamentalmente, no quiero obtener. Evidentemente, si yo tengo hambre, quiero obtener alimento, ¿no? Eso es natural, pero pero no es una mirada, la mía, hoy por hoy, que busque autoafirmación, como ha estado, pues, toda la vida buscándola, ¿no? Sino que la mirada no es para obtener, sino para servir, o para entregar, o para dejar fluir. YYY, bueno, pues, no sé, eso produce una profunda alegría, porque porque te das cuenta de que has nacido para esto, no no para lo otro, que lo otro era, pues, un camino de de aprendizaje y de error para llegar AAA esta a esta experiencia que que en la que yo ahora me estoy acompañando a otras personas, porque me parece que es maravilloso y que es y que es posible, que es posible, esta es la esa es la historia. Es decir, que realmente podemos perfeccionar y trascender el ego, que es tanto como decir que podemos no vivir simplemente para satisfacer nuestros instintos y nuestros deseos, sino para funcionar desde el centro operativo del alma, habiendo incluido, incluido, por supuesto, pero también trascendido nuestros instintos y nuestros deseos.
Quique Gonzalo:
Estaba reflexionando sobre lo que acabas de comentar, Pablo. ¿Es el ego el primer gran paso para poder transicionar, es decir, empezar a desmontar una sociedad que se ha basado en el ego. Cada vez va más rápido, cada vez genera más ruido, cada vez es más hiperconectada. ¿Ese es el primer paso?
Pablo d'Ors:
El primero y el último, porque esa es la gran cuestión. Es decir, nosotros hemos construido nuestro mundo fundamentalmente desde el mito del pensamiento y de la acción. Pensamos que lo esencial es darle vueltas a la cabeza y actuar, y de hecho es lo que hacemos. Tenemos siempre la mente activa y tenemos nuestras agendas llenas de de actividades que tenemos que hacer. Y y esta esta propuesta que que yo traigo, entre otras muchísimas personas, como es Natural, es que haya algo más importante que pensar y que actuar, y es contemplar, es decir, escuchar y mirar. Y entonces, en la medida en que que que nos que escuchamos y miramos, pues nos damos cuenta de que de que no es necesario actuar tanto. De que que que tenemos un poco la la la impresión de que de que hemos de transformar la realidad, pero la realidad no está ahí en primera instancia para ser transformada, sino para ser recibida y disfrutada. Esto es lo primero, y luego ya veremos si hay algo que cambiar.
Pablo d'Ors:
Es decir, que cuando hablamos, por ejemplo, de la educación o o de relaciones interpersonales, siempre hablamos de cómo ayudar a los demás, y yo siempre digo que a los demás hay que dejarles en paz. Es decir, que hay que hay que recibir lo que son respetar también sus procesos, y esto nos resulta muy difícil porque hemos sido educados en una mentalidad muy intervencionista, muy activista. Y y este paradigma nuevo de la contemplación, de la integridad, lo que hace es romper esa estructura. Por eso es un cambio muy profundo el que estoy planteando entre otros 100000 de personas. Hemos pensado que los problemas estaban fuera, pero nos damos cuenta ahora de que los problemas están dentro, y que si dentro no estamos bien, ya podemos hacer lo que nos dé la gana fuera, que no haber manera. Es decir, que que que podamos desplegar todos los esfuerzos diplomáticos o todos los esfuerzos de superioridad que nos dé la gana para parar la guerra, pero si hay un corazón en guerra, eso saldrá afuera necesariamente. Y, por tanto, el único fundamento para la paz en el mundo es la paz interior de cada corazón.
Quique Gonzalo:
Lo que acabas de compartir me aparece clarificador al máximo, y es que, en cierto modo, las noticias o lo que sucede en el mundo termina alimentando a ese corazón que tengamos, sea más oscuro o sea más luminoso. Tal cual. Y hay una gran importancia en lo que cada 1 decida que quiere alimentar de esas 2 partes. Cuando transicionamos del silencio hacia la luz, es simplemente un punto intermedio. Después de la luz, ¿hacia dónde empieza este camino ahora, Pablo?
Pablo d'Ors:
Esto que has dicho también al principio es muy importante porque porque igual que cuidamos los alimentos para el estómago, hemos de cuidado los alimentos para la mente. Es decir, tú te ves películas de terror, por ejemplo, 000 te lees libros de de, no sé, de de asesinatos, pues evidentemente estás introduciendo violencia y en tu mente y oscuridad en última instancia, y hay que trabajar no solamente la violencia de los hechos, sino también la violencia de las palabras y, por supuesto, la violencia de la mente. Y hasta que no haya paz en esos 3 estratos, pues no habrá de la paz, ¿no? Y lo que viene después de la luz, pues ahí estoy intentando ver qué es lo que viene después de la luz, pero yo diría que es que es el amor, o a mí me gusta decir la amistad, porque quizás la palabra amor muchas veces está un poco desgastada. ¿Qué quiero decir con ello? Que que, bueno, antes he apuntado cuando hablaba de la cuando he hablado de la eucaristía, que que el el sentido de de de la iluminación no es simplemente disfrutar tú de la luz, sino compartirla, extenderla. También antes apuntábamos eso cuando hablábamos de la compasión, de entregar lo que lo que ha lo que has recibido. Y, entonces, en mi propia experiencia interior, por contar de manera más concreta, responde de manera más precisa a esta a esta pregunta. Yo diría que cuando yo tenía 20 años era un enamorado de Jesús de Nazaret, cuando tenía 40 empecé a descubrir el Cristo interior, que, por lo tanto, ya no depende tanto de las formas externas de de un hombre que vivió en Israel hace 2000 años, y y ahora con 60, pues ese Cristo interior no se queda dentro, sino que, de alguna manera, sale fuera, y me doy cuenta de que de que la realidad es Cristo, que que que no es algo simplemente que tú tengas dentro, sino que que que que vuelvo a las formas, no simplemente con actitud compasiva de compartir, sino porque en ellas late y es visible la plenitud de del de la vida, o mayúscula, ¿no? Y y eso es donde creo que en este momento estoy procurando que que la mucha o poca luz que yo tenga, pues redunda en beneficio de todos, porque al fin y al cabo somos todo, todos somos 1. ¿A qué
Quique Gonzalo:
has tenido que renunciar para hacer este viaje?
Pablo d'Ors:
La renuncia nunca está en en el foco de mira, sino que renuncia es la consecuencia, Es la consecuencia. Es decir, cuando tú te casas, evidentemente renuncias a todas las demás mujeres o a todos los demás hombres, pero pero tu tu foco no está en eso, sino está en lo que en la persona con la que te unes, ¿no? A la que te unes. Y aquí es lo mismo, o sea, que evidentemente he tenido que dejar muchas cosas. Por decirlo de manera más cruda y más clara, hay, en realidad, hay que dejarlo todo, absolutamente. Las cosas, el cuerpo, los los los deseos, los afectos, las identidades, que es de las cosas más difíciles de de abandonar, pues yo tú piensas que eres sacerdote o que eres escritor y te agarras a eso, y si eso no lo sueltas, te está impidiendo recorrer eso el camino. Es decir, que que que evidentemente yo ahora, pues podré seguir escribiendo, podré seguir ejerciendo a mi sacerdocio, pero yo no soy eso. Eso es una cosa que yo hago y que está muy bien para desplegar mi identidad, pero pero pero es importante no agarrarse a eso, porque se puede convertir en un obstáculo. Y también soltar las creencias religiosas.
Pablo d'Ors:
Yo soy una persona religiosa, pero pero no hay un camino interior o místico que no te lleve a reconfigurar o resetear o deconstruir todas tus creencias religiosas. Es decir, eso tienes tienes que ponerlas en crisis, no es que tengas que ponerlas, sino que se ponen en crisis necesariamente. ¿Por qué? Porque todas las creencias son mentales finalmente. Es decir, están elaboradas con nuestro lenguaje y en nuestra cultura. En cambio, el camino espiritual es transmental, ¿no? Lo cual significa que incluye lo mental, pero lo trasciende, no se queda ahí. Yo incluyo la religión y la amo profundamente, igual que incluyo a mi familia y la amo profundamente, pero pero también la trasciendo, o sea, yo no soy solamente mi religión ni solamente
Quique Gonzalo:
mi familia. Y entender eso y vivirlo con con paz, pues eso yo creo que que que merece mucho la pena. Entonces, ese viaje, si alguien vuelve a escuchar este podcast desde desde el principio o a ver esta entrevista, me gustaría que lo hicieran para poder ver el significado positivo de todas esas palabras que normalmente hemos visto como negativas. La crisis, la deconstrucción. La sombra de Las sombras, el silencio a veces incluso, nos cuesta estar en silencio. Revisitar esta conversación es revisitar la importancia de las palabras con un enfoque que te acerca más hacia eso positivo. ¿Por qué? ¿Existe la posibilidad de crecimiento sin una crisis? ¿Existe la oportunidad más bonita que genera una crisis que 1 busque para ir más allá, Pablo? Yo creo que no, que que que crisis y kairos van de
Pablo d'Ors:
la mano, que que las supuestas adversidades son oportunidades de crecimiento, y que, como digo en Biografía de la Luz, precisamente, la luz de la mañana se abre cuando la noche es más oscura. Es decir, que que que la sombra no es otra cosa que que que una, bueno, la luz no es otra cosa que una sombra alumbrada. Y que, por tanto, silencio y luz, silencio YYY palabra, o bien oscuridad y luminosidad, son 2 caras de la misma medalla. Incluso cuando 1, incluso, bueno, hay místicos que han hablado de dios como la tiniebla luminosa, que es una contradicción, y y por eso es tan real, precisamente. Y yo creo que que en la experiencia de de los grandes maestros, grandes iluminados, no no es una experiencia que que margine o que ignore el dolor, la oscuridad, el mundo, no es algo idílico sin más, sino que que incluye, como antes os he dicho, también trasciende. Se da cuenta de que se puede vivir lo oscuro sin que sin que te arrastre o que te emponzoñe. O sea, yo pienso, por ejemplo, en cómo vivió Ramana Maharsi, su enfermedad que llevó AAA dejar este cuerpo, o cómo lo vivió tantos otros, y seguramente ahí está, ahí hay un dolor objetivo, pero, sin embargo, una una una enfermedad objetiva, pero no no creo que hubiera verdadero sufrimiento. Es decir, que que podemos vivir los oscuros de todas maneras.
Pablo d'Ors:
Claro, esto suena a música celestial, pero pero cada 1 en en lo pequeño de cada día podemos, pues, hacer un laboratorio, un experimento de cómo esto puede ser posible. Y de hecho, yo hoy puedo afirmar que sufro mucho menos que que hace un año, que hace, no te quiero contar, hace 10. Es decir, que realmente el camino espiritual es precisamente para la superación, la liberación del sufrimiento.
Quique Gonzalo:
¿Sufres menos si me comentabas también que has tenido la oportunidad de tocar ese amor más de cerca? ¿A qué sabe? ¿A qué se siente?
Pablo d'Ors:
Sí. Bueno, YouTube hace hace no no no tanto tiempo una experiencia de, se llama de expansión del yo, ¿no? De donde de pronto, pues te das cuenta de que tú eres todo, y que por tanto no hay separación. Despiertas de la pesadilla de la separación de Y y lo que yo sentí en esos en eso en esos minutos breves que que que estuve en ese estado, pues fue un un profundo descanso, un profundo descanso. Por fin, no hay nada que hacer, simplemente ser, y es este este esta esta consciencia, pues te produce una dicha profunda. Entonces, ¿a qué sabes? Sabe a descanso, sabe a dicha, sabe a plenitud, sabe a a unificación con todo, y, bueno, en más de una conferencia últimamente o, en fin, disertación, he dicho algo que a la gente se ha tomado broma o pensaba que era una provocación, y es, si me dan a escoger entre dios y vosotros, os escoja a vosotros, porque esta es la plenitud, lo que tenemos aquí delante. Y tantas veces, bajo la palabra dios, pues, escondemos sin querer, pues, ideologías, doctrinas, pensamientos, algo que no que no es tan real como como esto que tenemos aquí delante.
Quique Gonzalo:
Es estar, es querer a las personas que tienes enfrente, con las que estás en el día a día, es apreciar una conversación, el poder estar presente en ella. Ahí es donde, como tú muy bien expresabas, sí es cierto que se puede elegir a veces a vosotros por encima de otras creencias, otras religiones, otros hijos que tengamos. ¿Dónde te gustaría que te recordáramos en el futuro?
Pablo d'Ors:
¿Dónde? Bueno, no sé si si merece mucho la pena que se me recuerde de manera particular, ¿no? Hay una frase que del evangelio que dice, pasó haciendo el bien, se refiere a Jesús, pues si se recuerda eso de mí, ya sería, pues una maravilla, la verdad, pasó haciendo el bien.
Quique Gonzalo:
Comentaba al principio que al final habría respuesta. Ahí mismo está la respuesta a la pregunta inicial. Si tenemos una pregunta para ti de nuestro último invitado, Pedro Ruiz, y la pregunta que te dejó Pablo es esta, ¿en qué momento te diste cuenta que habías perdido la gran oportunidad?
Pablo d'Ors:
No sé responder, no sé responder, porque porque claro que he perdido oportunidades en mi vida, pero pero la gran oportunidad no siento que la haya perdido, no siento que la haya perdido. Yo soy un hombre creyente YYY pienso, siento y creo que que Dios siempre estaba ahí, ¿no? Esperándome, que él ha buscado las estrategias para de todo lo que ha sido, en fin, equivocaciones o o errores, encontrar oportunidades de de hacerse de nube, encontrar ellos de manera más sorprendente y más milagrosa. De tal manera que que que estimo, hoy por hoy, que que todo lo que he vivido ha sido perfecto, incluso aceptando que ello he podido ser causa de sufrimiento para otros, o si no yo ocasión para que otros sufran, tomándome a mí como excusa, que es lo que creo que que nos sucede, ¿no? O sea, que nadie hace daño a nadie, sino que utilizamos a los demás para hacernos daños a nosotros mismos. Entonces, yo yo no creo que tenga ninguna oportunidad perdida, sino que todo ha sido maravilloso y perfecto.
Quique Gonzalo:
¿Qué te gustaría preguntar al próximo invitado o invitada? ¿A quién amas más y por qué? Terminamos con las 10 preguntas que hacemos a todos los invitados, mismas preguntas. ¿Cuál es la regla de Pablo d'Ors para vivir mejor?
Pablo d'Ors:
Cuando yo la palabra regla, yo tengo escrito un un pequeño manual, que lo llamo regla de la montaña, y que dentro de esa asociación que fundé hace 10, 11 años, en Amigos del Desierto, hay un grupito de gente que se consagra y que sigue esta regla de la montaña, y quizás lo resumiría en en 2 frases. Una, la primera es que el mejor servicio que podemos hacer a la humanidad es nuestro propio crecimiento interior, y 2, que el mejor servicio que podemos prestar al otro es creer en él. Si creemos en él, le damos la oportunidad de que también él crea en sí mismo, le damos la energía para poder hacerlo, y por eso es el mejor servicio. Si
Quique Gonzalo:
pudieras compartir un aprendizaje de todo lo que has vivido hasta estos 61 años, ¿cuál sería?
Pablo d'Ors:
No son preguntas trascendentes, pero hay que decir algo que tenga sentido profundo, ¿no? Quizá el aprendizaje sustancial ha sido que merece la pena escucharse a 1 mismo y mirarse a 1 mismo, o sea, hacer silencio YYYY ser receptivo a lo que ahí viene, que que eso siempre tiene premio. Con si si 1 persevera, claro, en esa mirada.
Quique Gonzalo:
¿Cómo se titularía tu biografía?
Pablo d'Ors:
Quizá escribir para ser.
Quique Gonzalo:
El ser, qué importante el ser.
Pablo d'Ors:
Segundo, como subtítulo podría ser la dicha de la amistad suprema. Es que cuando estuve en la India hace poco, encontré un gurú que me dio el nombre de Paramitrananda, tú eres Paramitrananda, y Paramitrananda significa la dicha de la amistad suprema. Así que podría ser un Porque yo, a lo que me siento llamado sobre todo es a
Quique Gonzalo:
a la amistad con mayúscula, ¿no? Y y podía ser un buen un buen título también. Como buen amigo, ¿cuál es el libro que más has regalado?
Pablo d'Ors:
Pues seguramente Los ojos del hermano eterno, de de Stefan Zweig, que es una novela cortita, una parábola moral preciosa, los ojos del hermano eterno, y quizá el que más he recomendado ha sido Ejercicios de contemplación de Franz Jalics.
Quique Gonzalo:
¿A quién te gustaría o te hubiera gustado conocer?
Pablo d'Ors:
2 personas voy a decir aquí. Me hubiera gustado conocer a Mahatma Gandhi y a, aparte de Charles de Foucault, que para mí después de Jesucristo, Charles de Foucault, pero Entonces, llegó 3, Mahatma Gandhi, Charles de Foucault y Yogananda, para Mahanza Yogananda.
Quique Gonzalo:
¿Qué canción pones a todo volumen para elevar tu ánimo?
Pablo d'Ors:
Hotel California, de los Eagles. Maravillosa canción.
Quique Gonzalo:
¿Cuál ha sido la pregunta más interesante que te han hecho?
Pablo d'Ors:
¿Quién es dios?
Quique Gonzalo:
¿Qué se termina a la cabeza cuando piensas en alegría en este caso? La playa de mi infancia. ¿Qué películas volverías a ver cada año?
Pablo d'Ors:
La veo El Padrino, la veo las 3, una, 2 y 3, todos todos los veranos, es un rito que tengo en mi vida.
Quique Gonzalo:
Intercalo aquí, ¿cuál es tu favorita de las 3? La primera. Si tuvieras que dejar un mensaje para tu yo del futuro, ¿qué le dirías? Sé paciente. Pablo, ¿cómo te gustaría terminar esta entrevista? Pues diciéndote
Pablo d'Ors:
lo que decía Dak Hammerskill, que fue subsecretario de Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz, decía, por todo lo pasado, gracias, Y a todo lo que tiene que venir, sí.
Quique Gonzalo:
Muchísimas gracias, Pablo, ha sido un enorme placer.
Pablo d'Ors:
Muchas gracias contigo. Gracias a ti, Quique. Un gusto.
Quique Gonzalo:
Nada ni nadie puede alterar mi paz interior, se repite Pablo cada mañana como quien riega una planta que ha crecido en el desierto de su propia transformación. Este sacerdote y escritor nos ha demostrado cuál es el viaje más valioso que existe, el que va del silencio hacia la luz, aquel que atraviesa nuestras propias sombras con mirada amorosa. Lo que hemos aprendido con Pablo es que la contemplación no es pasividad, sino el arte más revolucionario de nuestro tiempo, porque hemos construido nuestro mundo fundamentalmente desde el mito del pensamiento y de la acción, Pero hay algo más importante, el contemplar, el escuchar, el mirar. Su encuentro con su maestro Franz Jalics, a los 49 años le enseñó que para crecer necesitamos raíces, que si hubiera discípulos, aparecerían los maestros. En su experiencia, acompañando a personas en sus últimos momentos, Paolo descubrió una verdad desgarradora, y es que la inmensa mayoría llega de manera bastante inconsciente, resistiéndose, porque el miedo a la muerte es porque tenemos la impresión de que no hemos vivido. Y es esta revelación la que le llevó a comprender que los problemas están dentro, no fuera, y que el único fundamento para la paz en el mundo es la paz interior de cada corazón. Su mensaje más potente resuena como un mantra transformador, Mira amorosamente tu sombra, porque como nos enseña, solamente poniendo amor en lo oscuro, lo oscuro deja de ser oscuro y se convierte en luminoso. Pablo nos desvela que la verdadera iluminación no es individual, sino colectiva.
Quique Gonzalo:
El mejor servicio que podemos hacer a la humanidad es nuestro propio crecimiento interior. Muchas gracias, Pablo, por enseñarnos que la vulnerabilidad es la única puerta al amor, por demostrarnos que se puede vivir lo oscuro sin que nos arrastre, por revelarnos que la muerte nos acompaña de manera permanente como maestra del desapego, por compartir que la crisis y el crecimiento van de la mano, por inspirarnos a creer en otros, a que crean en sí mismos, por demostrar que podemos trascender el ego sin negarlo, y por recordarnos que al final todo ha sido maravilloso y perfecto. ¿Te atreves hoy a mirar amorosamente tu propia sombra? Si es así, recuerda este nuevo hábito KENSO. Los problemas están dentro, cuando encuentres tu paz interior, iluminarás el mundo entero.
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