Entiende y saca más partido a tu cerebro con Susana Martínez-Conde

Episodio 260

¿Sabes que ya tienes a tu disposición la herramienta más potente de productividad personal? Tu cerebro.

Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde aprenderás cómo sacarle el máximo partido Susana Martínez-Conde.

Susana es neurocientífica, escritora científica y profesora de oftalmología, neurología, fisiología y farmacología en el Centro Médico de SUNY Downstate, donde dirige el Laboratorio de Neurociencia Integrativa.

Previamente dirigió laboratorios en el Instituto Neurológico Barrow y University College London.

Su investigación abarca la neurociencia perceptual, cognitiva y oculomotora. Es conocida por sus estudios sobre ilusiones, movimientos oculares y percepción, trastornos neurológicos y desviación atencional en la magia escénica.

Organiza anualmente el concurso «Best Illusion of the Year», que inspiró su libro «Champions of Illusion».


Su primer libro, el bestseller «Los engaños de la mente», recibió el premio Prisma al mejor libro científico del año.

Escritora de la columna de «Ilusiones» para Scientific American Mind, además de escribir para New York Times, New Scientist, American Scientist…

Receptora del premio Science Educator Award del año 2014, un prestigioso galardón entregado por la Society for Neuroscience.

También ha publicado más de cien artículos académicos en las revistas científicas más prestigiosas, incluyendo: Nature, Nature Neuroscience, Neuron, Nature Reviews Neuroscience, y Proceedings of the National Academy of Science.

 

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No prestas demasiada atención a cómo las cosas deberían ser, sino a cómo son.
 

Índice de la entrevista

  • (04:42) Los factores que determinan la evolución del cerebro

  • (11:29) Desmitificando el cerebro

  • (21:19) La energía mental

  • (24:02) Las ilusiones en el día a día

  • (29:14) El engaño más común

  • (36:09) El campo visual y la capacidad de enfoque

  • (41:32) El beneficio de no hacer nada

  • (46:20) Entrenar nuestro cerebro para ser más productivos

  • (50:27) ¿Qué es un «déjà vu»?

  • (52:25) El mejor hábito productivo de Susana

  • (55:20) Cuestionario KENSO

  • (1:00:22) Resumen y despedidas

 
 

Transcripción

¿Sabes que ya tienes a tu disposición la herramienta más potente de productividad personal? Tu cerebro. Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde aprenderás cómo sacarle el máximo partido Susana Martínez-Conde.

Susana es neurocientífica, escritora científica y profesora de oftalmología, neurología, fisiología y farmacología en el Centro Médico de SUNY Downstate, donde dirige el Laboratorio de Neurociencia Integrativa. Previamente dirigió laboratorios en el Instituto Neurológico Barrow y University College London. Su investigación abarca la neurociencia perceptual, cognitiva y oculomotora. Es conocida por sus estudios sobre ilusiones, movimientos oculares y percepción, trastornos neurológicos y desviación atencional en la magia escénica. Organiza anualmente el concurso «Best Illusion of the Year», que inspiró su libro «Champions of Illusion».
 Su primer libro, el bestseller «Los engaños de la mente», recibió el premio Prisma al mejor libro científico del año. Escritora de la columna de «Ilusiones» para Scientific American Mind, además de escribir para New York Times, New Scientist, American Scientist… Receptora del premio Science Educator Award del año 2014, un prestigioso galardón entregado por la Society for Neuroscience. También ha publicado más de cien artículos académicos en las revistas científicas más prestigiosas, incluyendo: Nature, Nature Neuroscience, Neuron, Nature Reviews Neuroscience, y Proceedings of the National Academy of Science.

Bienvenidos a el nuevo episodio de KENSO, el podcast donde descubrirás cómo viví la efectividad para ser más feliz.

Jeroen: Yo soy Jeroen Sangers, aprendiz en no crearme todo lo que veo.

Quique: Y yo soy Quique Gonzalo, aprendiz en dar forma a mi cerebro. Bienvenida Susana.

Susana: Muchas gracias, encantada.

Quique: Es un auténtico placer, de hecho llevamos mucho tiempo esperando esta entrevista porque vosotros audiencia, una de las cosas que yo creo que es más interesante que os gusta es cuando acercamos la base del por qué hacemos lo que hacemos. Así que Susana vamos a por ello, una primera pregunta y es cuando abrías la ventana de tu casa, cuando eras pequeña, ¿qué es lo que te encontrabas a tu alrededor?

Susana: Cuando abría la ventana de mi casa, me acuerdo que había un edificio en construcción que precisamente ese edificio llegó a interrumpir la vista que tenía del puerto de la coruña, pero a mí me encantaba ver la construcción del edificio y recuerdo que me pasaba tiempo mirando por la ventana y veía cómo los albañiles colocaban los ladrillos uno encima de otro y a mí eso me resultaba fascinante, no sé si eso ya era algún indicio de interesarme por los bloques de construcción, no ya de edificios sino de la naturaleza, del cerebro y nuestro comportamiento.

Quique: Pues yo creo que tiene mucho que ver, ¿cómo llegas al mundo del cerebro? ¿Qué es lo que te apasiona de él para sumergirte tan en profundidad como lo has hecho en tu vida?

Susana: Bueno, yo considero que nosotros somos nuestros cerebros y que cualquier esperanza que tengamos de entender a las personas que nos rodean y de entendernos a nosotros mismos reside en entender cómo el cerebro genera nuestro comportamiento y nuestra experiencia. Que yo creo que es algo fundamental en el día a día y siempre hay una de esas cosas que me pregunto muy a menudo y yo creo que hoy nos puedes dar una muy buena respuesta a ello.

Quique: Susana. ¿Genio se nace o genio se hace?

Susana: Pues yo creo que a lo mejor un poco de todo. Creo que hay muchos genios o personas con el potencial de ser genios que no han tenido la oportunidad, no se han criado en el lugar idóneo o en el momento histórico idóneo y realmente se desperdicia mucho talento, mucho talento que nunca llegamos a saber que existe y por eso es tan importante el dar oportunidades tempranas para la investigación, para las artes, para la tecnología. Hay mucho genio que no llegamos ni siquiera a conocer que está al alcance de nuestra mano.

Los factores que determinan la evolución del cerebro

Quique: Me parece una cosa fascinante porque en cierto modo parece que un día cuando cumples una determinada, 18, 20, 16, 25 años, dices bueno, es que ya es mi cerebro que se ha formado, pero ¿qué importancia tienen los primeros años y lo que nos comentabas ahora en este caso la parte de la educación, como recibido, el entorno, los afectos o no para esa evolución de nuestro propio cerebro?

Susana: Pienso que las primeras experiencias en educación y en la vida en general son importantes, es un poco como si estás cultivando una flor y necesitas un cierto cuidado, un cariño, en las circunstancias idóneas. En educación particularmente creo que es mucho más importante el enseñar no solamente contenidos sino tener un énfasis en el pensamiento crítico que siempre ha sido importante pero especialmente hoy en día con tantas fuentes de información y desinformación tan diversas es muy importante llegar a saber, el generar las herramientas con las que poder discriminar qué tipo de datos son fiables o no son fiables o son fabricados. Entonces esto me parece importantísimo a nivel de educación. También yo creo que es importante resaltar que a pesar de la importancia crítica de los primeros años el cerebro no se estanca, es decir a los 16, 18, 20 años no es decir este es mi cerebro y es el cerebro que voy a tener durante el resto de mi vida sino que cada cada vivencia, cada experiencia, cada generan memorias, generan nuevas conexiones en nuestro cerebro y entonces nuestro cerebro no es una máquina que está compuesta de una manera y ya se queda así sino que es un ente biológico que está pues en un estado de fluctuación más o menos habitual entonces que nunca es tarde para llegar a cambiar de opinión, para llegar a cuestionarnos cosas que creíamos que son ciertas y a lo mejor no lo son para considerar nuevas perspectivas para para desarrollar nuevos hobbies y aprender nuevos contenidos.

Quique: Con esto me viene una pregunta clara, porque yo lo he escuchado muchas veces lo del «es que soy así» que nos hacías referencia ahora mismo y hemos visto que en ese momento podemos todavía cambiar pero el cerebro hasta qué momento de nuestra vida está dispuesto a cambiar.

Susana: No creo que el cerebro de por sí esté dispuesto o no a cambiar esto es atribuirle unas características de personalidad al cerebro que no todo el cerebro tiene que ver con nuestra personalidad y nuestros deseos esperanzas y demás entonces el cerebro como sustrato de nuestra experiencia, nuestro comportamiento tiene la habilidad de cambiar. Claro esta habilidad de cambiar y de aprender es mucho mayor en los años tempranos de la vida por eso es mucho más fácil aprender un idioma cuanto más joven se sea pero eso no quiere decir que no podamos aprender un idioma de mayores nos va a costar más pero sí seremos capaces de realizar nuevos aprendizajes entonces yo no diría que personas que les cueste más el cambio es porque su cerebro no esté dispuesto a cambiar diría que esas personas pues por las vivencias que han experimentado que han dado lugar a una situación en las que se sienten más reácias al cambio. Claro esto todo tiene que ver con el contenido que el cerebro haya absorbido a lo mejor haber intentado cambiar en ciertas circunstancias y no haber sido capaz o no haber tenido el apoyo suficiente pero el cerebro siempre tiene la habilidad de cambiar hasta cierto punto.

Quique: Yo creo que esta capacidad de cambiar viene un poco vinculado sobre de tus creencias y yo creo que realmente no puedo mejorar no puedo aprender nada seguramente no aprenderé también porque no me esforceré para hacerlo por eso quería preguntarte, por qué me creo las cosas que me creo.

Susana: Bueno, es cierto que nuestro cerebro opera en base a una serie de creencias, y muchas de estas son falsas o no están fundadas en la realidad objetiva. Lo que le ocurre al cerebro es que a nuestro cerebro no le gusta la ambigüedad. No le gustan las áreas grises; nuestro cerebro tiende a decantarse más por blanco o negro, y no hay niveles intermedios. Entonces, es mucho más económico, incluso desde un punto de vista adaptativo y metabólico, el decidir: "Esto es lo que yo creo" o "Este es mi equipo de fútbol" o "Este es mi partido político". Y una vez que he tomado esa decisión, ya no tengo que volver a pensarlo, y ya puedo dedicar esos recursos neurales a otras cosas, porque esta es una decisión y ya la he hecho, y ya no tengo que replanteármelo. Entonces, yo creo que tener unas creencias definidas y muchas veces inmutables es algo a lo que estamos predispuestos desde el punto de vista de nuestro cableado neuronal. Pero el que sea una predisposición no significa destino, es decir, aunque tenemos, a veces, que luchar contra estas tendencias que hacen que operemos de una manera más simplista, vamos a decir. Entonces, yo creo que es importante crear el hábito (y esto también es un hábito neural) y desarrollar los circuitos necesarios para ello. Pero crear el hábito y ejercitar esos, entre comillas, músculos neurales para replantearnos siempre la situación. ¿Es bueno esto que yo pienso que es así? ¿Podría ser de otra manera? ¿Podría considerarlo desde otro punto de vista?

Desmitificando el cerebro

Jeroen: Hablando del cerebro, de creencias también. Yo creo que rondan muchas cosas presentados como hechos sobre cómo funciona el cerebro. Tal vez no son siempre verdad, por eso me gustaría repasar contigo tres. El primero es la frase que he visto muchas veces durante gran parte del día. Sólo usamos un 10% de la capacidad de nuestra mente. ¿En realidad o mito?

Susana: Esto es un mito y es uno de los mitos más extendidos sobre el cerebro. Nosotros utilizamos todo nuestro cerebro, no hay áreas escondidas del cerebro a las que no conseguimos acceder. Vamos a ser capaces de desarrollar superpoderes de clarividencia, telepatía o se suele conectar con estas cosas supernaturales, y no, lamentablemente, este no es el caso. Utilizamos todo el cerebro y querría añadir que nuestro cerebro es el órgano del cuerpo que consume más energía. Y este gasto energético es, en cierto modo, un desafío para nuestra supervivencia, porque necesitamos encontrar los recursos alimenticios, etc., para mantener el nivel energético del cerebro. Ahora, imaginémonos que sólo estamos utilizando un 10% del cerebro, pero estamos manteniendo vivo y activo un 90% que no utilizamos para nada. Eso sería un desastre a nivel evolutivo y nunca hubiéramos sobrevivido en estas circunstancias.

Jeroen: Hablando de las partes del cerebro que no utilizamos o que digamos más o menos, hay otro hecho que circula por internet y por muchos medios de información que dice que el hemisferio derecho es el creativo y la izquierda es el racional. ¿Qué opinas de esto?

Susana: Este es un mito y una sobresimplificación de la realidad. Esto se basa en toda una serie de estudios y trabajos de hace muchas décadas con pacientes de cerebro dividido y con pacientes que sufrían de cierto tipo de lesiones cerebrales. La raíz de esta mitología, vamos a decir, es que normalmente, en la mayoría de los individuos, el hemisferio izquierdo es donde reside nuestro lenguaje verbal, es decir, la capacidad de expresarnos con palabras, gramáticas y demás, ya sea oralmente, leer textos o entender lenguaje. Estas capacidades, en la mayoría de las personas, suelen estar muy lateralizadas al hemisferio izquierdo. Estos son los datos, pero la implicación de que debido a esta lateralización, el cerebro izquierdo es el racional y el cerebro derecho es el creativo, no tiene ningún sentido. Ambos hemisferios son racionales, ambos hemisferios son creativos. No existe esta diferencia.

Jeroen: Muy bien, desmitificado. Y el último hecho que ronda por ahí es que los cerebros de los hombres y las mujeres son completamente diferentes. ¿Realidad o mito?

Susana: Ese también es un mito, y creo que es un mito que, por lo menos en cierta parte, se mantiene porque beneficia al patriarcado. Esto lo vemos, por ejemplo, en mi laboratorio, pues hemos hecho y seguimos haciendo toda una serie de estudios sobre la atención, y no encontramos diferencias entre hombres y mujeres. Pero muchas veces, cuando doy una conferencia, hay gente que me pregunta: "Pues, ¿no es cierto que, hablando de la atención, las mujeres son mucho más capaces de hacer multitarea que los hombres?" Y no, no es así. Ni hombres ni mujeres tenemos la capacidad de la multitarea porque no tenemos el cableado necesario para la multitarea. De hecho, tenemos el cableado neural opuesto a la multitarea, para concentrarnos en una cosa y suprimir el resto de nuestra experiencia consciente. Pero claro, si decimos que las mujeres son más capaces de hacer multitarea, resulta que pueden encargarse del trabajo de la casa, de los niños y todas estas cosas porque su cerebro se lo permite. Pero aparte de esto, también decir que se han hecho una serie de trabajos recientes con análisis de las estructuras anatómicas de los cerebros de hombres y mujeres, y en la mayor parte de las personas, el cerebro es un mosaico de elementos que se podrían considerar más estereotípicos del cerebro de la mujer y más estereotípicos del cerebro del hombre. Realmente, tomando un cerebro cualquiera al azar, sería muy difícil, por no decir imposible, decidir: "Este es un cerebro de mujer" o "Este es un cerebro de hombre".

Quique: Has mencionado la multitarea, que no sabía que es un engaño. Básicamente, ¿nos puedes explicar resumiendo brevemente qué sucede en nuestro cerebro cuando intentamos hacer multitarea?

Susana: Nuestro cerebro tiene la gran capacidad de prestar atención, y prestar atención a algo muy concreto mientras ignoramos el resto. Hay una metáfora que utilizamos tanto los científicos como los magos, que es el foco de atención. Esto se refiere a que la atención funciona como un foco, vamos a decir, que ilumina una parte del mundo, una parte del escenario, y el resto se queda oscuro. Esta metáfora es conveniente, pero no es verídica, porque la atención no ilumina aquel objeto o aquel momento en el tiempo al que prestamos atención, sino que lo que hace es, todo el resto, o sea, lo que prestamos atención, se queda igualmente sobresaliente, igualmente visible, pero nuestra atención, nuestros circuitos neuronales encargados de la atención, lo que hacen es, a través de conexiones neurales inhibidoras, lo que hacen es suprimir la actividad neural relacionada con todo aquello que no nos está interesando en ese momento. Entonces, aquello a lo que prestamos atención, de hecho, nos parece perceptualmente más brillante, incluso más sobresaliente. Pero esto no es porque nuestra atención lo ilumine, sino que, como decía, apaga todo el resto. Y este es el motivo principal por el que no podemos hacer multitarea, porque ¿qué significa prestar atención? Prestar atención significa bloquear neuralmente todo aquello que no nos interesa. Entonces, en la propia definición está el hecho de que no podemos prestar atención a dos cosas a la vez. Si estoy mirando el teléfono y conduciendo por la carretera al mismo tiempo, en el momento que le presto atención al teléfono, mi cerebro bloquea la carretera, y viceversa. Entonces, lo que nos parece que hacemos multitarea, pero en realidad estamos cambiando nuestro foco de atención rápidamente, secuencialmente, de un lugar a otro, y esto nos da la ilusión, nos produce la ilusión cognitiva de que estamos prestando atención a más de una cosa a la vez. Este no es el caso, y además es muy peligroso, porque primero, la realidad no encaja con lo que está ocurriendo de verdad, y segundo, cada vez que cambiamos el foco de atención, este no es un cambio instantáneo, perdemos tiempo. Nuestro cerebro pierde tiempo en el proceso de hacer el cambio, tenemos que volver a centrarnos en lo que estamos haciendo. Así que ahí hay un riesgo, pues, en ciertas circunstancias, incluso un riesgo para la vida, si estamos en una situación en la que pueda haber un peligro, un coche, un transeúnte que no estemos detectando en el momento preciso. Y ya, a nivel de todos los días, pues esto es para las personas que piensan que pueden hacer multitarea, es un gran obstáculo para la productividad, porque si estamos trabajando en lo que sea y constantemente nos está saltando la alarma del móvil para que miremos los mensajes de tres o cuatro aplicaciones, cada vez que hacemos ese cambio, estamos perdiendo tiempo y nos cuesta reenfocar.

La energía mental

Quique: Y una pregunta al respecto de lo que estabas comentando antes: la multitarea. ¿El consumo de energía? Cuando hacemos multitarea, consumimos más energía. A su vez, ¿no? Porque no podemos hacer multitarea, siempre hacemos una tarea. Vale, cuando cambiamos tan rápido de chip como decías antes, entonces cuando estamos cambiando nuestro foco de atención rápidamente de un lugar a otro y nos genera esa ilusión, eso a su vez consume la misma energía que cuando estamos en modo centrado. Es una tarea o consume más energía, Susana.

Susana: Es una buena pregunta. No creo que tenga una respuesta y podría ponerme a especular. No creo que se haya investigado esa cuestión específicamente desde en el laboratorio. Quizá podría argumentar por ambas partes que una sería un mayor consumo de energía que la otra, pero no, no lo sé. Me parece una cuestión bastante empírica. Habrá que. esperar a que lleguen los datos.

Quique: Tal vez sí que sabes esto: consumimos más energía cuando nos concentramos en una tarea difícil que cuando hacemos una tarea más fácil.

Susana: Este sí que se puede medir, yo diría que sí, que cuando estamos absortos en una tarea que tiene demandas cognitivas importantes, esto energéticamente va a requerir más recursos. Ahora, si estamos intentando concentrarnos en dos tareas alternativas e intentando cada vez que cambiamos hacer este esfuerzo, que es un esfuerzo un poco contra natura porque no estamos cableados para esto, entonces pues quizás energéticamente la intentar hacer estos cambios constantes y sin llegar a ser capaz de hacerlo correctamente, porque no tenemos los medios neurales para ello, pues quizá podría ser energéticamente más caro. No lo sé, pero a nivel de productividad es francamente desastroso. Y bueno, una cosa que quería añadir es que además es curioso porque a lo mejor hay oyentes que dicen: "Bueno, pero a mí esto no me pasa porque yo ya he visto que lo puedo hacer y a mí la multitarea se me da muy bien". Esto no es verdad y de hecho hay estudios que se han hecho y que demuestran que las personas específicamente que creen que son capaces de hacer muy bien la multitarea son los que peor lo hacen.

Las ilusiones en el día a día

Jeroen: ¡Qué dosis de realidad nos acabas de dar, Susana! Revisando un poco tu trabajo, hay siempre un tema que sale mucho, que trae mucha atención, que es tu énfasis en las ilusiones y la magia. Y por eso, para entrar un poco en este tema, ¿nos podés dar un ejemplo de una ilusión que podemos observar en nuestro día a día? No estoy hablando de los espectáculos de magia, sino simplemente algo que pasa cada día. ¿O tal vez éste no existe y las ilusiones solo aparezcan en los memes en internet?

Susana:No, las ilusiones nos rodean de manera constante. Pues, ilusiones que podamos ver del día a día. Voy a poner dos ejemplos. Uno de ellos, pues, serían las post-imágenes visuales. Si estamos observando una bombilla directamente, una bombilla que está encendida, y lo observamos unos segundos, inmediatamente miramos a una pared, vamos a decir, y vemos un borrón negro. Esta es una post-imagen visual y es una ilusión. No existe en la realidad. Eso tiene que ver, pues, con la adaptación y la fatiga de los receptores de nuestra retina. Igualmente, si viéramos una luz muy intensa de color rojo y desviáramos la vista hacia una pared blanca, este borrón ahora lo veríamos. Esta post-imagen sería de color verde, siempre la opuesta. Entonces, esto es algo que podemos observar a nivel de la vida de todos los días.

Y hay otra ilusión que hoy en día la conocemos como la ilusión de la catarata. Es la primera ilusión que se describió por escrito, y quien la describió por primera vez fue Aristóteles. Y hoy en día la llamamos ilusión de la catarata, pero Aristóteles la observó mirando a un río. Entonces, Aristóteles estaba mirando el curso del río en la dirección del agua, cómo se movía. Y después de un rato, vamos a decir 30 segundos, podría ser un intervalo de tiempo así, cambia la mirada hacia las rocas que había a los lados del río y veía que las rocas parecía que se movían en dirección contraria al curso del agua. Esto lo podemos observar en casa, bueno, con una catarata se ve muy bien, pero en casa incluso, pues, con un chorro de agua de un grifo podemos hacer el experimento, si no hay muchas demostraciones también en internet.

Jeroen: Eso me hace pensar en lo que me enseñaron en la clase de biología que dentro de la anatomía y el ojo hay un punto donde salen los nervios y que, por tanto, no hay receptores de luz. Y esto implicaría que debería haber un punto negro en nuestro campo visual. Pero yo nunca he podido ver este punto negro. Y así lo que vemos no necesariamente es la realidad. Igual que tú has mencionado antes en estos dos ejemplos, porque yo creo que es porque nuestro cerebro, tal como tú has comentado, prefiere ver los colores blanco y negro. Por eso me pregunto hasta qué punto podemos fiarnos de nuestras observaciones.

Susana: Nos podemos fiar relativamente de nuestras observaciones. Nuestro cerebro, y ya si estamos hablando del cerebro visual, aunque esto se aplica a todos los sentidos, hay una un punto de confusión, quizás, que a veces pensamos o entendemos el cerebro como reconstruyendo la realidad. Pero el cerebro no reconstruye la realidad, o no percibe la realidad directamente. Tampoco el cerebro. Lo que hace es simular la realidad. Entonces, conceptos, por ejemplo, como el color. El color solo existe en nuestro cerebro o a partir de nuestros mecanismos neurales. Porque a nivel de la naturaleza, de la física, podemos hablar de longitudes de onda, pero la longitud de onda es una cosa y el color es otra muy diferente. Y por eso podemos también plantearnos nuestra experiencia del color es diferente que la que puede tener, vamos a decir, un pájaro, o un gato, o una abeja. Pueden ser experiencias del color muy diferentes. Esto no quiere decir que nuestra experiencia del color sea verídica y la de una abeja no lo sea, o a la inversa, sino que son interpretaciones diferentes o simulaciones diferentes de la realidad.

Por poner otro ejemplo, la tercera dimensión. Nosotros contamos con que existe una tercera dimensión en el mundo. Sin embargo, nuestra retina son estructuras planas, es decir, la retina es bidimensional. La información, los fotones que llegan a nuestros ojos, dan lugar a una imagen en dos dimensiones. El hecho de que veamos en 3D es un constructo cerebral. Vaya, parece fácil, pero me hace explotar la mente. No porque mi cabeza sea capaz de crear una reproducción de la realidad.

El engaño más común

Jeroen: Y esto me lleva a la siguiente pregunta de si todo es una reconstrucción, ¿cuál es el engaño más común que experimenta la mente?

Susana: Bueno, no todo es una reconstrucción. De hecho, lo que yo argumento es que no hay reconstrucción de por sí, es una simulación. Un simulacro de la realidad. Entonces, el engaño más común que experimenta la mente, pues, quizá diría que es el engaño más general que hay, que es el creernos que lo que experimentamos es lo que es, cuando puede serlo o no serlo. Y luego también, pues, ahí volviendo, pasando de lo cognitivo a lo visual, la simple manera en la que experimentamos el mundo visualmente. Hablabas antes de que el ojo tiene este punto en la retina donde el nervio óptico abandona el globo ocular para transmitir la información visual al cerebro. Esto lo llamamos el punto ciego. Y como tú apuntabas, no vemos un agujero negro, sino que nuestro cerebro se encarga de rellenarlo con la información que lo rodea, la información visual que rodea a este vacío se llena perceptualmente. Pero así mismo, tenemos en la retina una región muy, muy pequeña. Es más o menos, si extendemos el brazo en frente de nosotros y observamos la uña del dedo pulgar, sí, así como lo estás haciendo ahora. Ese espacio que ocupa la uña del dedo pulgar a la distancia que puedo tener yo ahora mismo delante de mi pantalla, es el único lugar del campo visual donde somos capaces de ver en alta resolución. Esta región se llama la fóvea, y es donde tenemos la mayor densidad de fotorreceptores en la retina. Y esta es la única región en la que somos capaces de hacer cosas, pues, como leer, como enhebrar una aguja, como hacer cualquier tarea que requiera alta resolución. De hecho, podemos hacer el experimento. En vez de mirar, en vez de extender el brazo sin más y mirar a la uña del pulgar, si colocamos el pulgar en frente de una página con texto, podemos intentar ver si somos capaces de leer lo que haya a la izquierda o a la derecha del dedo pulgar sin desviar la mirada de la uña. No seremos capaces de hacerlo, es decir, fuera de esta pequeñísima región de alta resolución, somos legalmente ciegos. E incluso, las personas que padecen de degeneración macular, y esta pues es un trastorno visual de una gran importancia y que realmente genera toda una serie de discapacidades en personas que la sufren, pero la única región visual que está afectada es esta región de la fóvea. Las regiones visuales que la rodean están intactas, pero al faltarnos este área de alta resolución, entonces dificulta nuestra experiencia visual enormemente.

La ilusión a la que quería apuntar basándonos en estos datos es el hecho de que el mundo visual, entramos en una habitación, miramos a nuestro alrededor, nos parece que toda la escena está en alta resolución, pero esto no es así. Solo tenemos alta resolución justo en el pequeñísimo punto al que estamos mirando, y todo el resto es francamente borroso. Ahora no nos parece que esto es así debido a los movimientos oculares que generamos, tres o cuatro movimientos oculares por segundo, todos los segundos que estamos despiertos. Y estos movimientos oculares se llaman movimientos sacádicos. Y producimos pues unos 200 mil durante a lo largo del día. Son los que hacen que nos parezca que toda la escena es en alta resolución. Esto es una, es quizás para mí, una de las ilusiones más espectaculares que genera nuestro cerebro.

Quique: Impresionante Susana. Y hablando de ilusiones, ¿tú que has visto miles de ilusiones, cuál es aquella que ha generado más controversia y confrontación entre un grupo de personas que la estaban viendo al mismo tiempo? Para que nosotros también podamos ver qué es lo que nos provoca esa ilusión.

Susana: Bueno, yo creo que quizá tendríamos que elegir el vestido. El famoso vestido medio humanidad veía como blanco y dorado y la otra mitad como azul y negro. Esta es una ilusión que se descubrió a partir del público de internet peleándose por cuál era el color verdadero del vestido. Y es una ilusión que no conocíamos en ciencias visuales. Conocíamos hay muchas ilusiones ya que con mucha antigüedad, pues con diferentes aspectos sobre el color en las que el color que se percibe pues puede ser diferente que las longitudes de onda que pensamos deberían generarlo. Pero estas previas ilusiones de color consistían en una experiencia que se separa de la realidad, pero más o menos todo el mundo con visión de color intacta veía la ilusión de la misma manera. Lo novedoso del vestido es que, utilizando el mismo dispositivo, las mismas condiciones de presentación y demás, dos personas al mismo tiempo, una lo veía de una manera y otra de una manera radicalmente diferente. Y este tipo de diferencias individuales en la percepción del color eran desconocidas para la ciencia hasta entonces. Y aún hoy por hoy hay laboratorios, muchos laboratorios alrededor del mundo que siguen trabajando en conceptos relacionados con el vestido y por qué parece diferente a unas personas que a otras. Y no solamente el vestido, sino bueno, este tipo de situación ha habido una ahora otros ejemplos, pues con muebles, con zapatos, objetos, todo tipo…

El campo visual y la capacidad de enfoque

Quique: Me parece impresionante. Y creo que además podemos unir ahora dos conceptos que han aparecido durante esta entrevista, Susana. En que eso que nos dedicamos a ayudar a las personas y las empresas a vivir la efectividad para que se sientan más felices. Yo creo que una de las cosas que nos puede a menudo es entender dónde está nuestra capacidad de enfoque. ¿Cuál es la relación que existe entre el campo visual y la capacidad de enfoque?

Susana: La atención no es un proceso estrictamente visual, es decir, la capacidad de concentrarnos no tiene que ver necesariamente con el campo visual de por sí, porque podemos, por ejemplo, cerrar los ojos y concentrarnos en una conversación concreta si hay varias conversaciones en la habitación donde estamos. O concentrarnos en una pieza de música e intentar buscar pues cuál es el instrumento solista en cada momento dado. Es decir, la capacidad de concentración es o podemos concentrarnos pues en recordar una un momento pasado de nuestros de nuestras vidas. Entonces, la capacidad de concentración es un proceso más cognitivo que sensorial, aunque dependiendo de lo que estamos haciendo pues podemos aplicarlo a una modalidad sensorial o a otra.

Cuando las personas tienen a su alrededor, imaginemos, una mesa llena de papeles, gente a su alrededor revoloteando, eso puede llegar a influir de una manera por así decirlo sana o depende mucho de la persona a la hora de concentrarse. A todos nos afectan las distracciones. Hay dos mecanismos que controlan nuestra atención desde un punto de vista neurocientífico. Son mecanismos que llamamos top down o bottom up en inglés, es decir, de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba. Los mecanismos top down de arriba hacia abajo, estos son el control de la atención que nos viene de dentro, vamos a decir, nuestra propia volición de decir quiero concentrarme en esto. Entonces, este es un mecanismo de control importante, pero asimismo tenemos los mecanismos bottom up que son de abajo hacia hacia arriba, o quizá incluso podríamos considerarlos de afuera hacia dentro, y estos son mecanismos que van a evocar pues muchas veces un reflejo de orientación. Por ejemplo, si estoy concentrándome aunque sea en una tarea muy importante, estoy concentrándome y de repente pues alguien grita fuego, en ese momento voy a dejar de concentrarme. O alguien me llama por mi nombre o alguien me toca en el hombro, son estímulos que vienen desde fuera y van a recaptar nuestra atención estos estímulos y estas reacciones evidentemente son importantes para la supervivencia. Entonces, yo diría que el tipo de distracción hay diferentes tipos de distracciones.

Entonces, por ejemplo, el estar trabajando en una mesa muy desordenada pues sí esto puede ser un obstáculo para la productividad, pero el obstáculo es relativamente pequeño vamos a decir porque si tengo unas pilas de papeles pues alrededor de mi portátil pero me estoy concentrando y soy capaz de bloquear estas esta este desorden pues pues puede ser no puede puede no ser tan importante porque este desorden que está a mi alrededor no cambia mucho es constante la capacidad de bloquearlo no requiere un esfuerzo tan grande como si por ejemplo tengo mi teléfono encendido y tengo el audio conectado y me están entrando mensajes y alarmas pues cada tres minutos esto es prácticamente imposible de ignorar porque es una situación cambiante es una situación que está requiriendo mi atención y es una situación que se está aprovechando de mis mecanismos neurales evolutivos está demandando mi atención y mi cerebro se orienta hacia ella porque puede ser importante puede ser algo que necesito para sobrevivir puede ser algo que vaya a costarme pues el que el que tenga comida para el resto del día o que bueno este tipo de situación nuestro cerebro no puede desde este punto de vista decidir en el momento esto es algo que me está requiriendo la atención desde con una demanda muy fuerte pero debería ignorarlo no podemos funcionar así es como la situación de pues eso un bebé llorando enseguida capta nuestra atención es un estímulo que es muy difícil de suprimir y especialmente pues a lo mejor si estás en un vuelo trasatlántico aunque quieras eliminarlo y el teléfono pues es un poco lo mismo se aprovecha de los mismos mecanismos de respuesta.

El beneficio de no hacer nada

Quique: Yo creo que hoy en día siempre estamos ocupados. Siempre parece que hay que hacer algo y me gustaría saber si este realmente es bueno o.

Susana: Tal vez hay un beneficio de no hacer nada para nuestro cerebro. Es importante el tener momentos en los que no estamos respondiendo a demandas constantes. Yo creo que hoy en día, con esta difusión de fronteras y límites entre la vida personal y la vida profesional, teniendo que responder en todo momento, pues si entran mensajes, si entran correos, y esta expectativa de que vamos a responder de manera rápida, está forzando un poco la situación de respuesta de fight or flight que se dice en inglés. Estar siempre actuando bajo este tipo de sutil estrés o la posibilidad de que hay una amenaza entre comillas en nuestro entorno. Al mismo tiempo, yo creo que suprime un poco la creatividad y la habilidad de pensar de manera profunda sobre problemas complicados. Siempre estamos reaccionando a lo que sucede en el momento, no tenemos la capacidad de analizar el pasado, de prepararnos de cara al futuro. Me es es es una situación difícil y creo que es algo que requiere un esfuerzo consciente de decir: voy a dedicar los próximos, aunque sea cinco minutos, diez minutos a no responder a nada, a pagar todos los dispositivos y dedicar este momento para mí, para mi futuro, para mi propia serenidad de mente.

Quique: Yo creo que cada día tenemos un momento importante de no hacer nada, que es por la noche cuando dormimos. Y por eso, quería saber qué papel juega el sueño en temas de la productividad personal y cómo podemos mejorar.

Susana: La calidad de sueño es muy importante, tanto para la salud mental como para el aprendizaje. Es el momento en el que se consolidan los nuevos conocimientos. Y realmente, lo que podemos hacer, hay cosas que podemos hacer para mejorar la salud de nuestro cerebro que parece que tienen que ver poco con los mecanismos cerebrales de por sí, pero que sin embargo son críticos. Y una es el sueño y otra es el ejercicio. O sea, invertir en calidad sueño, invertir en estar activos físicamente, esto va a hacer que nuestros cerebros se mantengan más saludables y sean más efectivos. Y para mejorar la calidad de sueño, yo diría pues un poco lo mismo que hemos estado ya abordando: el eliminar las distracciones. Ahora, pues muchas veces nos vamos a dormir y tenemos lo último que vemos antes de dormirnos es la pantalla del teléfono y estamos, pues, por redes sociales y al final lo que hace esto es hacer más alerta que el dormir. Yo peco un poco de esto, pero lo que intento hacer al irme a la cama, aunque me gusta leer antes de dormir y suelo leer en mi aplicación, pero lo que hago es poner el teléfono en modo avión para que por lo menos no me entre ninguna alarma y bajo la intensidad de la pantalla y normalmente pues eso es suficiente para que me quede dormida. Pero ser un poco conscientes de estas respuestas y forzadas de nuestro cerebro ante los estímulos que nos requieren el generar este mecanismo de orientación que tenemos que evitarlo mientras cuando queremos dormir no podemos estar en un estado de hipervigilancia que es radicalmente opuesto al acto de dormir. Entonces, todo lo que nos podría colocar en esta situación de hipervigilancia, debemos intentar eliminarlo lo más posible.

Entrenar nuestro cerebro para ser más productivos

Quique: Hablando de cosas prácticas, ¿hay alguna otra cosa que podemos aplicar de los descubrimientos de nueva ciencia a nuestra vida para vivir mejor o para ser más productivos?

Susana: Para vivir mejor o para ser más productivos, yo diría que una de las cosas más importantes que podemos aplicar a la vida diaria desde la neurociencia es el desarrollar la conciencia de que somos engañables, que nos están engañando en todo momento, que nos estamos engañando a nosotros mismos en todo momento y estos engaños son muchas veces inevitables, pero la única quizá la única esperanza que tenemos de poder hacerles frente es el tener la el conocimiento de que somos tan vulnerables.

Jeroen: Gran mensaje. Hablando poco del futuro, ¿cuál es en este momento el mayor desafío que enfrenta la neurociencia?

Susana: Yo diría que es hoy por hoy y lo ha sido durante ya bastante tiempo, llegar a determinar cuáles son los mecanismos por el que generamos nuestra experiencia consciente. El cerebro, como órgano, como es posible que el cerebro como un órgano como si colocamos unas neuronas de manera aislada sobre en un cultivo, estas neuronas no son conscientes de manera aislada, pero en la globalidad del cerebro con sus interconexiones entre áreas, sus circuitos y demás, se convierte en nosotros mismos. ¿Cuál es el proceso subyacente? Sabemos que no todas las áreas del cerebro ni todos los circuitos son necesarios para mantener y generar la experiencia consciente, pero todavía estamos lejos de saber cómo ocurre. Entonces, esto desde un punto de vista más general y de manera más específica y quizá un poco más inmediata y aplicable, yo diría que un reto al que no estamos y vamos a decir, nos vamos a enfrentar, pero no ya nos estamos enfrentando, es el cómo los efectos de la inteligencia artificial, de los modelos de inteligencia artificial, sobre nuestros mecanismos cerebrales. Porque estamos en el umbral de una frontera para la humanidad en el que, quizás, muchas de nuestras interacciones sociales no van a ser con otras personas, sino con modelos de inteligencia artificial. Y realmente, a nivel neural, no estamos preparados para esto. Entonces, estamos respondiendo muchas veces a estas interacciones como si se trataran de personas con cerebros como los nuestros, cuando en realidad son modelos. No son en los que las los mecanismos que hemos desarrollado a lo largo de millones de años de evolución no son aplicables. Entonces, esto es algo que, yo creo que no hay que ser alarmista, pero que creo que los avances en inteligencia artificial tienen una gran utilidad, pueden ser una herramienta maravillosa para la humanidad, pero también tiene riesgos importantes y creo que debemos estar alerta sobre cómo va a influenciar nuestras decisiones, la formación de nuestros hijos, el futuro de la sociedad en general.

¿Qué es un «déjà vu»?

Quique: Tengo una cuestión que es más que una cuestión, una curiosidad que seguro que te han hecho mil y una veces, pero yo, claro, no me quiero ir sin hacértela. ¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando sufrimos un déjà vu?

Susana: Cuando sufrimos un deja vu, debería empezar por explicar, es una ilusión de la memoria. Es una ilusión en la esfera de la memoria que se refiere a estar experimentando una situación nueva como algo que ya hemos vivido cuando en realidad no es así. Y ha habido una serie de estudios apuntando a cuáles pueden ser los mecanismos. Y uno de los estudios que más me ha gustado es uno en el que recrearon una serie de habitaciones, de estancias, con realidad virtual en la que los participantes en el experimento debían recorrer pasando de una habitación a otra y esperaban a que se generase la experiencia del deja vu. Y lo que llegaron a encontrar los investigadores es que los participantes en el experimento, a veces, se encontraban con una situación de deja vu en habitaciones que tenían un plano similar a habitaciones en las que hubieran estado antes, aunque los objetos y la decoración y demás fuera completamente distinta. Es decir, la generalidad del plano parecía que era lo que daba lugar a la experiencia del deja vu. Ahora, creo que quedan muchos misterios por resolver en el terreno del deja vu. Por ejemplo, algo a lo que no tenemos respuesta científicamente es por qué el deja vu tiende a ocurrir en niños y personas muy jóvenes con mucha mayor frecuencia que en personas adultas. Es algo para lo que no tenemos respuesta de momento.

El mejor hábito productivo de Susana

Quique: Tú, que has estudiado tanto cómo funciona el cerebro, me gustaría saber simplemente de qué has llevado a la práctica de esto. En otras palabras, ¿cuál es tu mejor hábito productivo?

Susana: Pues yo diría que mi mejor hábito productivo, ya lo hemos hablado quizá un poco de esto, es el ser muy consciente en todo momento. Que aunque me parezca que voy a ahorrar tiempo intentando hacer multitarea, este no va a ser el caso y tengo que intentar centrarme en solamente una cosa a la vez. Y es importante el recordarnos a nosotros mismos constantemente, porque tienes la tentación constante de que "bueno, tengo que hacer este trabajo, pero también estoy pendiente de este correo que me puede llegar que puede ser importante o esta persona puede...". Y claro, mientras estás pendiente de tantas cosas a la vez no puedes centrarte en ninguna de ellas. Pero este sentimiento de urgencia es difícil de combatir. Hay que constantemente estar recordándonos a nosotros mismos: "aunque me parezca que puedo, no es verdad, esto es una ilusión, mi cerebro no está acableado".

Jeroen: Y con esto ya vamos poco a poco terminando. Sólo me quiero hacer una pregunta más que te dejó nuestro último invitado en el episodio 258 de este podcast y su pregunta para ti es: ¿qué es para ti el éxito?

Susana: Para mí, el éxito es tener sentido, tener significado en la vida y tener un propósito. Y creo que esto es algo que debemos experimentar a nivel individual. Es decir, nosotros no podemos controlar o tenemos muy poco control sobre las reacciones de las personas que nos rodean, de la sociedad en general, de nuestros colegas. Pero si cumplimos nuestro propósito con nosotros mismos, entonces yo creo que para mí esto es el éxito. El tener la satisfacción de estar haciendo lo que quiero hacer y estarlo haciendo en la medida que yo considero que es un buen trabajo. Y el resto es accesorio.

Jeroen: Muy bien. Y para continuar la cadena, ¿qué le preguntarías al próximo invitado o invitada de este podcast?

Susana: Si tuviera que cambiar una única decisión en su vida, ¿cuál sería?

Quique: Una pregunta fácil no es, ¡maravillosa!

Cuestionario KENSO

Jeroen: Y con esto ya vamos pasando el cuestionario KENSO, diez preguntas rápidas que hacemos a todos los invitados. Y ahora que estoy contando, realmente son nueve.

La primera pregunta que tengo es: si tuvieras que compartir un solo aprendizaje de todo lo que has vivido hasta ahora, ¿cuál sería?

Susana: Si es difícil, podemos dejar esta para el final y hacer otra.

Jeroen: Si, ¿cómo se titularía tu biografía?

Susana: La magia del cerebro.

Jeroen: ¿Cuál es el libro que más has regalado? Y obviamente descartamos tus propios libros, porque tus propios libros ya los hemos recomendado a todo el mundo.

Susana: A ver, déjenme que piense. El libro que más he regalado, pues quizá podría ser "Juan Salvador Gaviota".

Jeroen: ¿A quién te gustaría o te hubiera gustado conocer?

Susana: A Ramón y Cajal.

Jeroen: ¿Qué canción ponemos a todo volumen para subir el ánimo?

Susana: Vamos a dejar esta para el final también.

Jeroen: Siguiente, ¿cuál ha sido la pregunta más interesante que te han hecho?

Susana: A ver, la pregunta más interesante que me han hecho... pues esta, porque no tengo respuesta.

Jeroen: Perfecto, es una gran respuesta también. ¿Qué se te viene a la cabeza cuando piensas en la felicidad?

Susana: Pues pienso en la felicidad, pues lo que se me viene a la cabeza es mi familia, una idea para un nuevo experimento y un buen libro.

Jeroen: ¿Qué película volvería a ver cada año?

Susana: No sé si cada año, pero una película que acabo viendo prácticamente todos los años por una razón u otra es el episodio 4 de Star Wars, que es la primera película de la serie. Y bueno, porque en mi familia hay muchos fanáticos de Star Wars, eso en primer lugar. Pero en segundo lugar, yo creo que tengo un trauma relacionado con esta película y es que cuando yo recuerdo cuando se estrenó, que yo era muy pequeña aquel entonces, pero recuerdo el estreno y que mi madre me iba a llevar a mí y no sé si a mi hermana al cine a verla, pero se habían agotado las entradas y entonces no la pude ver en el estreno y tuve que esperar una serie de años, porque entonces claro no había streaming, y entonces creo que me quedé un poco traumatizada y ahora pues ya la he visto pues más de una docena de veces.

Jeroen: Qué bien. Si tuvieras que dejar un mensaje en una cápsula para tu yo del futuro, ¿qué te dirías?

Susana: Para mi yo del futuro es más difícil que para mi yo del pasado, porque mi yo del futuro seguramente tendrá más sabiduría y experiencia, por lo menos eso me gustaría pensar. Diría que mire hacia atrás y que seguro que el problema con el que me estoy enfrentando ahora mismo ha habido algo similar en el pasado y que he sabido o he sido capaz de hacerle frente.

Jeroen: Qué bien. Para la última pregunta, ¿si tuvieras que compartir un solo aprendizaje de todo lo que has vivido hasta ahora, cuál sería?

Susana: Diría que no hay que prestar demasiada atención a cómo las cosas deberían ser, sino a cómo son. Que aunque nos parezca que esto debería ser así por definición, este no es el caso y podemos perder mucha energía mental y emocional considerando esto debería ser de otra manera, en vez de centrarnos en lo que podemos conseguir con lo que es.

Jeroen: ¿Qué canción ponemos a todo volumen para subir el ánimo?

Susana: Pues esto es difícil. Vamos a decir una canción que te gusta mucho. Una canción... no escucho demasiadas canciones. Podemos decir el himno a la alegría de Beethoven.

Resumen y despedidas

Jeroen: Mira, genial. Pues ya está, solo nos queda una cosa. Es que mientras estabas hablando, nosotros hemos estado tomando notas. Hemos aprendido mucho de ti y como costumbre en este podcast, al final de cada episodio siempre compartimos esas notas contigo y con todos los oyentes.

Quique: A Coruña. Un edificio donde los albañiles construían ladrillo a ladrillo era el indicio del interés de Susana en esos bloques metafóricos del cerebro. Porque nosotros somos nuestros cerebros y entendernos y entender a los demás es saber cómo funciona el cerebro. Susana compartió con nosotros la importancia de las primeras experiencias, el cuidar como cuidamos con cariño y cuidado a una flor. Y hay que entender que esa flor, ese cerebro, no se estanca. Cada vivencia, cada experiencia genera nuevas conexiones y el cerebro, como sustrato, tiene la habilidad de cambiar y de aprender. Susana nos ha enseñado que nuestro cerebro opera en una base de creencias y no le gusta la ambigüedad, pero la predisposición no significa destino. El crear el hábito y ejercitar los músculos neurales es lo que nos va a ayudar a replantearnos las situaciones. Hemos visto también que utilizamos todo nuestro cerebro, que no es ese 10% del que se habla. Puede ser que haya áreas más activas que otras y nos han explicado cómo es el órgano que consume más energía y, por ello, el que genera un desafío más importante para nuestra supervivencia. También ha desmitificado que el hemisferio derecho es el creativo y el izquierdo es el racional, que eso es una sobresimplificación y que los hombres y las mujeres somos completamente diferentes en nuestros cerebros es un mito que beneficia al patriarcado. Y al final nos hemos dado cuenta de que el cerebro es un mosaico de estereotipos. Lo que sí que hemos sabido como reales es que nuestro cerebro tiene el que hablar nada neural para centrarnos en una cosa y suprimir el resto. El foco de la atención hace que iluminemos una parte y apaguemos el resto. Así que prestar atención es bloquear neuralmente todo aquello que no nos interesa porque cuando realizamos multitarea lo que estamos haciendo es cambiar nuestro foco de atención rápidamente y eso nos produce la ilusión cognitiva de que estamos haciendo más de una cosa a la vez y cada vez que hacemos el cambio nuestro cerebro pierde tiempo y nos cuesta reenfocar. Con Susana también hemos aprendido que a veces entendemos el cerebro como reconstruyendo la realidad y que el cerebro lo que hace es simular la realidad y el engaño que experimenta la mente es que lo experimentamos es lo que es. Y la atención no es un proceso estrictamente visual, es un proceso más cognitivo que sensorial y hay dos mecanismos que controlan nuestra atención: el que va de arriba abajo, donde se encuentra el control de la atención que nos viene de dentro, el "quiero concentrarme", y también está el modelo de abajo arriba, donde se evoca un reflejo de orientación. Así que desde ahí es donde aparecen esos diferentes tipos de distracciones y la gran tecnología que estamos viviendo ahora es la que se está aprovechando de estos mecanismos de respuesta. Susana nos ha enseñado la importancia de mantener momentos en los que no respondamos a demandas constantes. Con esta difusión entre la vida personal y profesional, forzamos la situación de respuesta de ataque o ida con ese sutil estrés. Así que vemos que, además, está suprimiendo nuestra creatividad de pensar de manera profunda sobre problemas complicados. Invierte en la calidad de tu sueño, en el ejercicio, porque ese es un momento para mejorar la salud de tu cerebro. Susana tiene éxito porque desarrolla la conciencia de que nos estamos engañando, esos engaños inevitables, pero vive con la esperanza de hacerles frente al saber que somos vulnerables porque vive con un propósito consentido para experimentar a nivel individual y donde cumple el propósito consigo misma, el de estar haciendo un buen trabajo en lo que quiere hacer. Muchísimas gracias, Susana. Ha sido un auténtico placer poder contar hoy contigo.

Susana: Igualmente, y bueno, me he quedado maravillada con las notas y me impresiona que hayas conseguido sintetizar todo eso mientras estábamos hablando. Así que, bueno, enhorabuena, una maravilla de verdad.

Quique: Es un placer, es nuestro pequeño regalo para ti.

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Otras entrevistas en el podcast:

Jeroen Sangers

Anfitrión del Canasto. Mentor artesano especializado en la Efectividad 2.0 para personas y equipos de trabajo.

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