El secreto del autocuidado: redescubrir tus alas para volar con Elsa Punset
Episodio 378
¿Alguna vez has sentido que necesitas volver a empezar, aunque no sabes cómo descubrir tus propias fuerzas para hacerlo?
Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde aprenderás cómo descubrir las señales que te guíen hacia una vida más consciente y conectada con Elsa Punset.
Elsa es una de las principales referencias en inteligencia emocional del mundo hispanohablante. Con más de 2.500.000 de lectores, licenciada en filosofía por Oxford, y autora de best sellers, ahora nos presenta «Alas para volar», donde a través de la metáfora real de su vida con un gorrión rescatado, enseña que a veces los encuentros más inesperados pueden convertirse en uno de nuestros mejores maestros.
¿Te animas a descubrir cómo transformar los cuidados hacia otros en el camino, hacia tu propia transformación?
Suscríbete al podcast:
Índice de la entrevista
(00:08) El encuentro con el gorrión
(05:36) Casa vs. hogar: la importancia del entorno afectivo
(07:44) Infancia y condicionamientos
(13:40) La segunda parte de la vida y las señales del cambio
(17:15) Escuchar el cuerpo y los límites
(24:18) Inteligencia emocional, alegría y gestión de emociones
(31:48) Crisis afectiva y reconexión con la naturaleza
(38:46) Lecciones del gorrión y nuevos proyectos
(1:03:36) Cuestionario KENSO
(1:06:37) Despedidas y resumen
Recursos mencionados
Alas para volar de Elsa Punset | Amazon
Recuerdos, sueños, pensamientos de Carl Gustav Jung | Amazon
Bird Set Free de Sia | Song.link
Sierra Atapuerca | Wikipedia
Formación para empresas | KENSO
Cursos online | KENSO
Coaching personal | KENSO
Y la música de KENSO gratis para Podcasts y YouTube | Uppbeat
-
Aviso: el transcriptor a veces no nos entiende, pero vosotros seguro que sí.
Disculpa, si lees algún error en la transcripción.Quique Gonzalo:
¿Alguna vez has sentido que necesitas volver a empezar, aunque no sabes cómo descubrir tus propias fuerzas para hacerlo? Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde aprenderás cómo descubrir las señales que te guíen hacia una vida más consciente y conectada con Elsa Punset. Elsa es una de las principales referencias en inteligencia emocional del mundo hispanohablante. Con más de 2000000 y medio de lectores, licenciada en filosofía por Oxford, y autora de best sellers, ahora nos presenta Alas para volar, donde a través de la metáfora real de su vida con un gorrión rescatado, enseña que a veces los encuentros más inesperados pueden convertirse en 1 de nuestros mejores maestros. ¿Te animas a descubrir cómo transformar los cuidados hacia otros en el camino, hacia tu propia transformación? Bienvenidos a un nuevo episodio de Kenzo, el podcast donde descubrirás cómo vivir la efectividad para ser más feliz. Soy Quique Gonzalo, aprendiz en el arte de encontrar en los gestos más pequeños las lecciones más profundas para volver a volar. Bienvenida, Elsa.
Elsa Punset:
Muchas gracias, encantadísima de estar aquí.
Quique Gonzalo:
Bueno, es que nos hemos cruzado, como estábamos comentando, muchas veces por el barrio, en la pastelería
Elsa Punset:
Eso es, compartimos muchas aficiones, perros, pastelería, barrio, sí.
Quique Gonzalo:
Y es un placer tenerte aquí porque llevábamos tiempo y la gente nos decía, puede venir esa, puede venir esa, lo hemos conseguido. Yo sabía que antes o después nos encontraríamos. Y gracias por venir a presentar este libro, Alas para volar, que también tiene mucho que ver con los animales, porque comienza con una metáfora maravillosa.
Elsa Punset:
Sí. De
Quique Gonzalo:
un momento en tu casa de Galicia, un verano. Sí. En el que aparece un gorrión en tu vida. Sí.
Elsa Punset:
Fíjate, yo soy muy muy fan de todos los todas las formas de vida que hay en este planeta, pero y los pájaros me me fascinan, siempre me han encantado. Me me gusta mucho de ellos la belleza que regalan, bueno, y además tienen un papel muy importante en el ecosistema, ¿no? Pero nunca había convivido con un pájaro, porque para mí es como imposible pensar tener un pájaro enjaulado. Y esto fue en Galicia hace 2 veranos, y fue un momento muy especial, porque yo me compré en Galicia hace un tiempo una pequeña frutería en medio de de en el corazón de un pueblo del norte de Galicia, donde es más salvaje, ¿no? Y en esa frutería no es un sitio al uso, realmente entras y es como si fuese un una tienda, ¿no? Cuando entras y ahí, pues hay una cocina con una enorme mesa. Y yo cuando encontré ese lugar un poco extraño, me encantó porque pensé, ay, mira, aquí cabemos todos, todo el día en la cocina, en torno a la mesa. Entonces, estaba yo un día, yo creo que estaba preparando ya la cena, que siempre somos muchos en casa, entre amigos, familia, nos reunimos ahí, y veía que la gente se paraba delante de de mi pequeña frutería, y entonces al final saqué la cabeza para ver qué pasaba, y había un pajarillo, un gorrioncito, lo reconocí enseguida, ¿no? En el suelo, y estaba completamente aterrorizado, debía tener, yo no sabía casi nada de pájaros entonces, pero tenía una semanita de vida y, claro, había caído probablemente de un tejado en una plaza donde no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir. Normalmente, cuando tú encuentras un pájaro así en el campo, lo dejas, sus padres están por ahí y son. Sabes que la mitad de pájaros muere cuando pasan esta época de uf, toca toca salir a volar, toca salir del, pues la mitad muere, es muy alta la mortandad. Pero bueno, es como funciona la naturaleza.
Elsa Punset:
Pero ahí en la plaza yo sabía que se lo iba a comer un gato o lo iba a pisar un coche. Y fíjate, yo, Quique estaba como agotada ese verano porque estaba pasando una mala época, una mala racha. Bueno, como tenemos todos de vez en cuando, ¿no? Pues me tocaba ese verano y y lo que quería realmente era pasar un verano despreocupándome de todo. Y entonces miré al pajarillo y enseguida, pues toda mi familia, la gente que estaba a mi alrededor me dijo, hoy no, él sabe, jale, jale, porque me conocen, saben que cómo me encariñé. Y y al final dije mira, lo lo crío y de él, al final fue un regalo que me hizo el pájaro a mí. En realidad Aprendí una serie de lecciones de vida muy especiales y me salió volcarlas en este libro, en Alas para volar, al final el pájaro fue como una metáfora para mí, ¿no? Y me ayudó mucho a salir también de mi propio bache.
Quique Gonzalo:
Es curioso, a veces, la sincronicidad que se puede encontrar en los lugares más inesperados. Disfruté mucho cuando leía el libro con lo que acabas de decir, cuando tuviste esa sensación de aquí cabemos todos. Sí. Porque, en tu caso, Elsa, ¿qué diferencia una casa de un hogar?
Elsa Punset:
Eso, precisamente. Un lugar, yo cuando era estudiante estudié en un campus fuera de España, que es muy normal vivir en campus, es donde vives rodeado de estudiantes, ¿no? Y me encantaba el que la gente llamaba a tu puerta en cualquier momento, y a veces venían llorando porque la novia les había dejado, a veces venían con ansiedad porque les iba mal con lo que fuera, ¿sabes? O a veces venían a tomar una taza de té y simplemente a disfrutar de un rato juntos o venían a proponerte un plano. Y eso para mí, siempre ha sido, yo creo que cuando descubrí la frutería, mi pequeña frutería, dije, ostras, aquí podría tener este tipo de vida en la que los amigos llaman y dicen, oye, me dejo caer, ¿qué es lo que hacen? Y yo me instalo siempre en Galicia un par de meses, siempre intento un poco más, pero nunca puedo más, pero ya es mucho, porque puedo trabajar desde ahí, puedo, puedo trabajar online y puedo sobre todo escribir. El verano para mí es un momento de escritura. Entonces estoy mucho tiempo y esto da pie a tener eso que tú a tú me preguntas, ¿no? Que es un hogar para mí, un lugar que acoge a todo el mundo, donde todo el mundo siempre encuentra un sofá, una cama, un un un lugar en la mesa. Fíjate que yo, por ejemplo, cocinaba muy mal y en esa casa he aprendido a cocinar. Yo no entendía la cocina, no tengo talento ninguno para cocinar, pero en esa casa me resulta fácil. Voy al mercado, compro 4 cosas y siempre tengo la mesa lista.
Quique Gonzalo:
Es una sensación preciosa, porque hilando también con con tu libro, al final el hogar es donde está normalmente nuestra familia también, y comentabas en el libro que la primera parte de nuestra vida, en el fondo, está condicionada por la familia. Incluso ese gorrión del nido también estaba condicionado.
Elsa Punset:
Sus padres eligieron mal dónde poner el nido.
Quique Gonzalo:
El nido, ¿verdad? Sí. Que, por mucho que queramos, incluso como padres, madres, hay veces que elegimos mal donde poner nuestro nido.
Elsa Punset:
No, es apasionante el tema de la infancia, y arrancó Alas para volar con una reflexión, un capítulo sobre la infancia, y lo llamó superar la infancia. ¿Y por qué superar la infancia? Porque no somos conscientes hasta qué punto arrastramos nuestras heridas y nuestros condicionamientos de la infancia a lo largo de toda la vida, ¿no? Y hay un psicólogo que leo últimamente, que me encanta, os lo recomiendo, que se llama James Hollis. James Hollis es un psicólogo jungiano, yo soy muy fan de Jung, y más que nada por esa mirada tan, no sé, tan rica que tiene sobre el ser humano. ¿No? Entiende lo complejos que somos los los humanos. Y James Hollis dice, la primera parte de tu vida es un error gigantesco e inevitable, ¿no? Que a mí me hizo mucha gracia cuando lo leí, porque es categórico. Y es así, es decir, tú eres un niño, tus padres te caen encima, yo digo que te caen encima como un accidente meteorológico, ¿no? Es boom. Y claro, todas las familias no lo hacen todo bien, digamos, es decir, las posibilidades Hay una expresión en inglés que es speak you poison, ¿no? Elige tu veneno. Es decir, eso es.
Elsa Punset:
Es decir, algo va a haber en esta familia que va a ser una oportunidad de aprendizaje, pero que te va a doler, y si no aprendes, que vas a arrastrar contigo el resto de tu vida y lo vas a arrastrar a tus parejas, lo vas a arrastrar a todo. Así que esa primera parte de la vida es un lugar realmente y era como mi pajarillo, ¿no? Mi pajarillo no había elegido el nido, cae delante de mi puerta y mira, tiene la suerte, bueno, espero que fue una suerte al final, la suerte de que yo le digo venga, en la frutería caemos todos, vente y te crío, ¿no? Pero se lo podía haber comido un gato hoy mismo, lo podía haber piso un coche. Así que es un poco lo que nos pasa a los humanos. Dependemos mucho de la suerte y por mucha suerte que tienes, tus padres no pueden hacer todo 100 por 100 bien, con lo cual te vas a ir con tu mochila a cuestas y te va a tocar aprender a descifrar todo eso que te dijeron de quién eras, cómo tenías que vivir, a qué tenías que dar valor, etcétera, etcétera. Volver a planteártelo, Y nos cuesta a los humanos, Quique, porque nos parece que estamos siendo desleales a nuestros padres. Tú quieres mucho a tus padres o de alguna forma estás muy unido a ellos, aunque estés enfadado con ellos, es muy difícil rechazar algo que te dicen tus padres, ¿no? Fíjate que, por ejemplo, yo tuve una una conversación telefónica bastante absurda con mi madre ayer, porque le he dedicado el libro, y se lo he dedicado por este camino tan bonito que hemos hecho durante tantos años de llegar a entendernos, porque somos personas muy diferentes, pero nos queremos mucho, ¿no? Y se lo he dedicado y me estaba diciendo Elsa, en la segunda edición tienes que quitar esa dedicatoria. Y le digo, ¿pero por qué mamá? Y me dice, porque yo no quiero que nadie hable de mí, yo yo soy una persona muy privada, me dice. Es decir, que yo con toda mi buena intención quería hacerle un homenaje público y ella, ¿sabes? Me decía, no.
Quique Gonzalo:
Y en el fondo es un protagonista, porque aparece varias veces, tu madre centenaria, ¿no? Con con esa capacidad de aprendizaje. Muchas personas conocemos a tu padre, Eduard Punset. ¿Cuál es el gran aprendizaje y el gran, por así decirlo, fracaso maravilloso que ha habido en tu vida junto con tus 2 hermanas. Que tú digas, efectivamente, yo de esto fue un éxito porque fue un fracaso maravilloso, que a veces hay que también ver la vida así.
Elsa Punset:
Fíjate, cada hermano, y esto yo no sé si tú tienes hermano. 1, sí, Mickey. Y te das cuenta, tienes un solo hijo, ¿no? Pero cuando tengas otro, verás que cada 1 viene con su misión de vida, Quique. No todos aprendemos lo mismo de nuestros padres, y nuestros padres, aunque crean que nos están dando lo mismo, su mirada sobre nosotros no es la misma. Con lo cual es imposible que tengáis todos la misma experiencia en casa, aunque viváis juntos. Y eso también es una cosa bastante extraordinaria, es decir, cada 1 tiene que aprender, bueno, su su hacer su aprendizaje, y no te va a ayudar nadie, no te van a ayudar tus padres porque ellos tienen su forma de ver las cosas, y no te van a ayudar tus hermanos porque ellos casi les están criando padres algo diferentes a lo a los tuyos. Con lo cual, yo creo que lo que James Hollis, este psicólogo llama la segunda parte de la vida, que es el segunda capítulo de las palabras, es cuando realmente de repente dejas de vivir en piloto automático y empiezas a decir, aquí estoy viendo patrones que se repiten, esto me pasa todo el rato, estas señales no las he sabido ver, y ahí él dice es cuando empieza la segunda parte de la vida. Dejas la primera parte, que es completamente inconsciente y un error gigantesco, inevitable, del que vas a aprender para poder pasar a la segunda parte.
Elsa Punset:
Lo que pasa es que la segunda parte de la vida, aunque seas centenario, no tienes por qué llegar ahí. Es decir, no es un momento cronológico, y esto es algo muy bonito, insisto mucho, en Alas para volar, no es. Es un momento deliberado, consciente, y es un momento que te llega, igual te llega a los 80 años, igual te llega a los 25 si eres muy maduro, o igual no te llega nunca si vives en piloto automático hasta el resto de tu vida y todos conocemos casos, ¿no? Con lo cual es es es un reto.
Quique Gonzalo:
Yo lo disfruté mucho esa parte, porque tú nos utilizas la figura de los rastreadores africanos que van en busca de las señales. Sí. Y yo me daba cuenta, pensaba en mí, a mi alrededor, y decía, es cierto, digo, hay hay personas que a lo mejor tienen ahora 70 años y que todavía no han llegado, lo están descubriendo porque de repente son abuelos, eso estoy viviendo así en casa.
Elsa Punset:
Sí.
Quique Gonzalo:
Digo, y hay personas que conozco que por las circunstancias de la vida, por la amplitud normalmente, porque has tenido unas experiencias que te han hecho que tu vida se amplifique en determinados momentos, encuentras esas señales. ¿Dónde podemos percibirlas, Elsa?
Elsa Punset:
Es que no venimos todos con el mismo bagaje. Nacemos, hay hay personas que nacen como con un bagaje y luego como más, son más conscientes de lo que les rodea. Yo, por ejemplo, era una persona durante muchos años muy madura, muy voluntariosa, muy entusiasta. ¿No? Muy apasionada, eso es mi carácter, pero tenía un un don bastante pesado, digamos, para ver lo que yo quería ver. Es decir, yo soy capaz de hacer algo que me gusta, que es que veo belleza o veo poesía donde los demás no ven nada. ¿Vale? Y, por ejemplo, esto lo ves en la cubierta de alas para volar. La cubierta es peculiar porque es un pájaro que vuela. Claro, esto viene de que me pasé 3 días en la Plaza de la Encarnación, en Madrid, con un amigo fotógrafo, intentando que los pájaros viniesen a mí y logramos captarlos con una buena cámara, logramos captarlos volando.
Elsa Punset:
Entonces, cuando tú ves un pájaro volar, un pájaro inmediatamente se convierte en algo mucho más poético y rico de lo que tú crees, porque tú al, con el ojo desnudo, lo ves aterrizar o lo ves o lo ves despegar, pero no lo ves haciendo estas acrobacias maravillosas en el aire. Así que, básicamente, ese es un talento que yo tengo, pero ese talento también me lleva a un defecto enorme, y es que paso por la vida sin enterarme de lo que de verdad me están diciendo, sin leer las señales. Creo que ahora ya he llegado a otra madurez, afortunadamente, pero durante años yo no escuchaba lo que me decían. La vida te habla constantemente y la vida te habla de muchas maneras. Te habla a través de las miradas de la gente, de sus gestos, de de sus actos, Te hablan a través de las cosas que te pasan en la vida, ¿no? La suerte o la mala suerte que tienes. Te habla a través de tu cuerpo. Yo insisto mucho, en Alas para volar, que el cuerpo, al final, es muchísimo más fiable como testigo de lo que te está pasando de verdad que la mente. La mente se enreda, ¿no? En en en palabrerías, en ilusiones, en deseos, el cuerpo no, ¿no? Entonces, aprender a reconocer, por ejemplo, lo que tu cuerpo te dice, aprender a sentir ese malestar cuando estás con alguien o esa falta de aire o o esas insomnias que te dan en determinados momentos, ¿no? Que te despiertas en medio de la noche o estos pesadillas.
Elsa Punset:
Todo eso es el cuerpo hablándote, ¿no? Una urticaria, como me pasó a mí, lo
Quique Gonzalo:
que cuento
Elsa Punset:
en el libro. No sé si a ti, si tú eres bueno escuchando tu cuerpo, pero el cuerpo es un compañero de vida maravilloso.
Quique Gonzalo:
Sí, y además yo creo que el, o sea, en el momento en el que tú eres capaz de amplificar y entender su lenguaje, la vida es mucho mejor para ti primero y en especial luego también para las personas que te rodean.
Elsa Punset:
Claro, porque de repente eres como un instrumento que responde al al a la energía que hay a tu alrededor, ¿no? En vez de andar en tu burbuja empeñado en llegar a buen puerto, y es así.
Quique Gonzalo:
Y ahí hay un aprendizaje que me encantó de de tu gorrión, que es que cuando sabes que aquí
Elsa Punset:
no es,
Quique Gonzalo:
como cuentas, de repente tu gorrión había un momento que te miraba a los ojos y decía, no me des más, no me alimentes más con la jeringa, por favor.
Elsa Punset:
Sí, sí.
Quique Gonzalo:
El decir no, ¿verdad? Cuando sabes que no es una persona, no es un trabajo, no es este lugar. ¿Por qué nos cuesta tanto?
Elsa Punset:
Mira, nos cuesta mucho y probablemente tú, como eres un hombre, te cuesta algo menos que a lo lo que nos cuesta a las mujeres, que nos educan para agradar y para complacer, ¿no? Esto es una cosa histórica. Evidentemente, no todo el mundo le pasa, pero básicamente, socialmente, la mujer es la gran cuidadora y se ha esperado de ella que lleve un poco el mundo sobre sus hombros y que cuide, ¿no? Lo cual es maravilloso por el mundo, pero es un poco duro para para la mujer. Muchas mujeres acaban agotadas. Entonces, aprender a decir que no es la primera señal de cuidarte a ti mismo, y tú no puedes dar, Quique, lo que no tienes. Yo creo que esto es como lo del avión cuando te caen las mascarillas y te dicen, primero póngasela a usted y luego se la pone al niño. Bueno, pues tú tienes que cuidarte, porque si tú acabas agotado, si tú acabas enfermo, si tú acabas decepcionado, si acabas desesperanzado, ¿qué puedes dar a los demás? Entonces, el pajarillo este, que yo nunca le puse nombre, ¿sabes? Porque porque quería que fuese libre, ¿no? Pero mi mi mi gorrioncillo tenía mucha personalidad, que es algo que yo descubrí a lo largo de los meses que lo tuve en casa, y aluciné con la personalidad que tenía, porque, por ejemplo, él las primeras 24 horas en casa no quería comer, le preparé como un nido en la bañera y estaba, yo pensaba todos los días que se me iba a morir, básicamente era era un poco angustioso. Y luego, de repente, como era un pajarito con unas ganas de vivir increíbles, un día ya empezó a comer, entonces yo tuve que aprender a alimentarle como pude, fui al veterinario, lo hablé con el veterinario y luego miraba en Internet, ¿no? Pero aprendí a alimentarle con una jeringuilla. Entonces, al principio comía muy bien con la jeringuilla y oye, sobrevivió, que es muy difícil que un corrioncito te sobreviva en casa, una cría de de pajarillo.
Elsa Punset:
Pero a un momento dado tienes que empezar a ofrecerle semillas, y yo soy muy madre helicóptero, mis hijos siempre me lo dicen, mamá, fatal, déjanos, que ya sabemos que ya somos mayores, ¿no? Pues el gorrión me hizo lo mismo, un, yo él quería ya empezar a picotear y yo insistía en que por lo menos un par de veces al día se tomase la jeringuilla que llevaba vitaminas y llevaba gusanos molidos, ¿sabes? Se
Quique Gonzalo:
cosmoía El pack
Elsa Punset:
el pack proteína, ¿no? Y hoy, y entonces, y un día exasperado, era como el tercer día que yo le insistía y que el que se lo comía a la fuerza, pues, ese ese tercer día como que empecé a ponerle la comida del jeringa y digo, ay, mira, a Michelle le está tomando genial, ¿ves cómo yo tenía razón? Y de repente veo que se empieza a salir la papilla por las comisuras de la boca del gorrión, y no te puedes imaginar, Quique, cómo me miraba. Es decir, tienen ojos muy grandes como los los niños, porque tienen la cabeza muy pequeña todavía, entonces los ojos les destaca. Y me miraba con una cara como diciendo que te he dicho que no, que no quiero tu jeringuilla de proteínas. Y fue de nuevo otra lección de pensar, mira, este pajarillo ya me está diciendo, él sabe decir que no. Yo tantas veces no he sabido decir que no, y no decir que no sin excusarte, ¿sabes? No buscar excusas, hacerte un poco la víctima, ay mira, me hubiese encantado, no, no, mira, no, no puedo, pero es que no quiero porque estoy cansada o porque no, pues lo que sea, pero decirlo, mira, yo voy a elegir hacer esto, ¿no? Hablar desde desde ese derecho que tienes a cuidar de ti mismo, como hacía mi mi gorrioncillo, ¿no?
Quique Gonzalo:
Y hay algo muy poderoso que pensaba respecto al decir, ¿no? Y es muchas veces cuando nosotros no somos el emisor de no, sino el receptor de no. Qué bonito es poder decir, poder dejar a una persona que nos diga no, ¿verdad?
Elsa Punset:
Estoy de acuerdo y probablemente es la razón por la que mentimos tanto socialmente. Pensamos que son mentiras piadosas para no molestar al otro, y creo que la medida de alguien que te quiere es alguien a quien puedes decir que no y que te lo puede aceptar. Con lo cual, efectivamente, no es solo aprender a decir que no, sino no tener la piel tan fina que cuando una persona que conoces te dice que no, te la creas, no te lo tomes personalmente, es porque ella no quiere, pero no tiene por qué ser persona.
Quique Gonzalo:
Y yo creo que, como dices tú, profundizas en la relación porque ha existido esa complicidad de que sea capaz y honesta de
Elsa Punset:
Honesta. De no
Quique Gonzalo:
Es honesta.
Elsa Punset:
Nos cuesta. Sí.
Quique Gonzalo:
Has mencionado algo que yo me he sentido tremendamente identificado, lo tenía para compartirlo contigo, a ver qué opinabas tú. Claro, en mi caso, yo no tengo un gorrión, tengo un bebé de 2 años.
Elsa Punset:
Sí, es parecido.
Quique Gonzalo:
Es parecido, sí, sí. La verdad es que muchas de las sensaciones me sentía muy identificada
Elsa Punset:
Es que es lo que me pasó con el gorrión, Quique, que me di cuenta que todos los seres de este planeta necesitamos lo mismo, que es cobijo, cariño, comida, ¿no? Y ya está. Y pero no solo los humanos, los humanos hemos sido muy egoístas en esto, ¿no? Todos los seres vivos tienen derecho a eso, ¿no? Y y creo que tenemos, el gorrión también me hizo pensar mucho, y ahora te dejo seguir con tu pregunta, pero me hizo pensar mucho hasta qué punto tenemos que empezar a vivir de una forma mucho más generosa y justa con el resto del planeta. Pero, bueno, te dejo.
Quique Gonzalo:
No, no, tiro tiro por ahí, luego volveremos a la otra. ¿Es verdad que esa generosidad y esa justicia, tú y yo que compartimos paseos perrunos? Sí. Lo vemos, la capacidad de que Blai de repente se enfade en un momento y a los 3 segundos esté encima de ti a la metazos queriéndote. Sí. Creo que en el fondo, lo veo con los niños, lo veo con los animales, sus momentos de emociones, de alegría son mucho más intensos, mucho más maravillosos, más genuinos, y nosotros siempre vamos ya en un momento de, pues, de ser adultos con una coraza, de decir, bueno, esto que me has hecho, espérate que te va a pasar factura, ¿no? Sí. Y esa parte genuina de de la alegría del gorrión o la alegría de un niño es algo completamente diferenciador. Las personas que las ves por la calle con una sonrisa o con un buenos días, y qué fácil es en el
Elsa Punset:
fondo Y qué
Quique Gonzalo:
raro es, ¿verdad?
Elsa Punset:
Qué raro. Vale. YYY eso raro porque es algo biológico y y es algo que yo creo que puedes superar o de alguna forma gestionar bien. Sabes que yo he trabajado en inteligencia emocional muchos años, y al final la inteligencia emocional para mí es gestionar ese caudal de emociones tan complicados que somos los humanos, y es un caudal de emociones que no solo es complicado, sino que tiene un sesgo negativo. ¿Por qué los humanos, más que cualquier otra especie de nuestro planeta, somos tan dados a la depresión, a la ansiedad, al estrés? ¿Por qué? Pues porque generamos muchos más emociones y pensamientos y palabras negativas que positivas a lo largo de nuestra vida, y eso tiene un coste, es un desgaste. Significa que nacemos con una serie de emociones básicas, ¿no? El el miedo, el asco, la la la ira y la alegría que de que está en ese pack. ¿No? De de emociones, la tristeza. ¿No? Ir a miedo, alegría, tristeza, asco.
Elsa Punset:
Pero fíjate, la alegría queda muy aislada, y la alegría muy a menudo queda tan aislada que hemos, claro, la naturaleza te dice, oye, no no pierdas mucho tiempo en la alegría, que igual te distraes. Es un cerebro programado para sobrevivir. Entonces, la naturaleza lo que quiere es que sobrevivas, no que te dediques a ser creativo, a ser generoso, a ser feliz. Eso no le interesa mucho a la naturaleza, ¿vale? Entonces, tienes que hacer ese esfuerzo y decir, este entorno no es peligroso, esta relación no es peligrosa, bajo la guardia, me relajo, cultivo la alegría. Y eso los anima, los otros animales no humanos y los niños que tienen un cerebro menos desarrollado que el adulto, viven mucho más en el presente, tienen mucha menos capacidad de mirar al futuro y recordar el pasado con tristeza, con miedo o con ira, con emociones negativas, con sesgo negativos. Claro. Con lo cual te dan una lección de vida. Cuando tú tienes un niño, cuando tú estás con un animal en tu vida, un animal no humano, de repente redescubres lo que es vivir ligero, y esa ligereza es extremadamente productiva.
Elsa Punset:
No es que yo quiera encontrarle, digamos, una utilidad, pero es que lo es. Si no estás ocupado teniendo miedo, defendiéndote, protegiéndote, mintiendo, al final es mucho más creativo, estás mucho más abierto el mundo, lees mucho más lo que te rodea. Con lo cual, la alegría no es un lujo biológico, no es un capricho, es realmente fundamental, nos da salud, nos da inteligencia. Necesitamos aprender a cultivarla y nos cuesta, y estos seres pequeños nos recuerdan cómo hacerlo.
Quique Gonzalo:
Esto que acabas de contar me parece que es algo que deberíamos repetirnos en bucle, que es el sembrar y el cuidar la alegría, porque ese sistema límbico, ese sistema de las emociones, tú nos lo acabas de decir, el 80 por 100 de ellas están enfocadas al sobrevivir. Lamentable, entre comillas, quiero decir, lamentablemente no. Por suerte, nosotros sabemos que a día de hoy tenemos unas probabilidades inmensas de sobrevivir muchos años, pero si vemos la futilidad del tiempo, estamos viviendo una micro décima parte de los 1000000 de años que lleva nuestro cerebro desarrollándose, con lo cual quizá en el futuro cambie.
Elsa Punset:
La tecnología cambia muy deprisa, pero nuestro cerebro es el mismo, es el que se creó para el Paleolítico. En el Paleolítico era fundamental que tú no perdices ni un minuto de tu precioso tiempo. La tu vida era muy corta en el Paleolítico, distrayéndote. Estabas todo el día buscando comida, defendiéndote de las agresiones de todos los grandes animales y de los demás humanos, intentando no envenenarte, comiéndote las bayas del bosque, es decir, estabas todo el día al quite de qué te podía pasar, pues es como vivimos ahora y es agotador.
Quique Gonzalo:
Completamente, y yo no he pagado un máster mejor en mi vida de enseñanza que el tener a Yago. ¿Por qué? Porque me ha enseñado para mí 2 cosas. Una, en negativo, que la quiero compartir contigo porque veo que la viviste con el gorrión, que era al principio, exacerbé determinadas emociones como el miedo. Cada noche que se iba a dormir, yo pensaba, ¿y al día
Elsa Punset:
siguiente? Eso es. Dices, dejará de respirar.
Quique Gonzalo:
Claro, tú que has pasado ya por la maternidad y ahora fue una maternidad adoptiva con ese gorrión, ¿cómo te ibas cada noche a la cama?
Elsa Punset:
La verdad, y me daba tanta vergüenza que no se lo contaba a nadie, lo contaba en el libro esto cuando ya me río de mí misma, ¿no? Pero es que, claro, los niños humanos, yo cuando crié mis hijos dormía con ellos durante mucho tiempo, porque cada hora y media, 2 horas, 3 horas, en fin, va variando, pero tienes que alimentarles. Entonces, me era más fácil y además yo soy madre helicóptero, no hay no hay problema. Entonces, yo estaba feliz con ellos al lado. El pájaro no quería que yo duriese con él, pero es que además los pájaros tienen otra característica que hace su supervivencia más difícil, que es que a las 8 se van a dormir cuando se pone el sol y se despiertan con el sol de nuevo, con lo cual pasan toda la noche sin comer y es muy fácil que mueran durante este con lo cual pasan toda la noche sin comer y es muy fácil que mueran durante este largo ayuno. Yo cuando leí esto, yo me hubiese levantado 3 o 4 veces por la noche para atenderle, pobrecito, pero es que no no es cómo funcionan. Yo tenía que aprender a ser madre pájaro. La madre pájaro se despertaba en mí a las 6 y media de la mañana y me pasaba a lo mejor una hora detrás de la puerta, porque yo le tenía en el baño de la planta baja un baño grande con una ventana, que le entrase un poco de luz y no le tenían una jaula. Y entonces, yo muy a menudo le despertaba, yo veía que era un fastidio para él que le despertase, y entonces aprendimos, él mismo me empezó a llamar.
Elsa Punset:
Entonces, yo ya no le despertaba a las 6 y media de la mañana, y yo sabía que sobre las 8 él me iba a llamar y él se subía a un bote de desmaquillante que yo tenía en el en el baño, y era tan gracioso porque se ponía encima del bote desmaquillante, y solo entonces me dejaba tomarle en mis manos y darle la primera jeringuilla. Si no, tenía que perseguirle por todo el baño y era agotador para los 2 y y era muy desgastante para los 2. Con lo cual yo tuve que aprender, Quique, a a cuidarle sin agobiarle, sin encadenarle, sin obligarle, ¿no? Un poco me hizo repensar, oye, ¿cómo queremos? Pues a veces queremos agobiando, ¿no? YYYY diciéndole a la gente cómo tiene que vivir y qué tiene que hacer, pues él se despertaba, él comía su jeringa, y ya cuando le daba la gana y ya nos acostumbramos. Elia me llamaba cuando me, nunca se fío del todo de mí, me venía me veía siempre entrar como un cuerpo extraño, pero sabíamos que dependíamos el 1 del otro para salir adelante y, bueno, pues desarrollamos esa comunicación que fue muy
Quique Gonzalo:
bonita. Qué bonita, esa extraña pareja, ¿no? En cierto modo.
Elsa Punset:
Es extrañísima pareja.
Quique Gonzalo:
Puede ser que 1 de los grandes males que vivimos en la sociedad actual es el individualismo, el pensar que las cosas se tienen que hacer como nosotros queremos hacer es yo te voy a alimentar o yo te voy a educar o yo te voy a querer de la manera que yo quiero quererte, en lugar de saber escuchar de verdad a elegir entre todos que podamos elegir.
Elsa Punset:
No, este pajarillo me me me hizo reflexionar mucho sobre la pobreza afectiva en la que vivimos los humanos. Y yo creo que es una pobreza afectiva que se ha que se ha agravado y que, bueno, tiene como resultado problemas de que son cada vez que que estamos viendo edades cada vez más tempranas y que estamos viendo en segmentos cada vez más grandes de la sociedad, la gente no se encuentra bien, hay un malestar, ¿no? Y yo creo que viene de de de una desconexión. Y esta desconexión yo creo que es con 1 mismo, yo creo que es con los demás y yo creo que es con la naturaleza. Y te digo un poco, porque pienso que es así. ¿No? Con 1 mismo, porque vivimos en una sociedad rodeados de estímulos, pero donde, básicamente, hemos aprendido a desconfiar de nosotros mismos, de escucharnos a nosotros mismos, de entender lo que nuestro cuerpo nos está diciendo, ¿no? Nos hemos vuelto muy mentales
Quique Gonzalo:
los
Elsa Punset:
humanos y vivimos saltando de una cosa a otra, y no hay tiempo para la reflexión y para la regeneración y para reponerte de los golpes de la vida cuando estás saltando siempre de una cosa a otra. Entonces, yo creo que eso es un problema, la desconexión con nosotros mismos. Luego, la desconexión con los demás, sabes que hay una epidemia de soledad. Sabes que hay países en nuestro entorno, Gran Bretaña, donde hasta fundaron un Ministerio de la Soledad, porque el problema es realmente los ingleses en eso no son muy exagerados, pero es que el problema es muy grave en nuestra sociedad. La gente se siente sola, se siente mal, no? Y luego la desconexión de la naturaleza, que yo creo que tiene 2 caras. Una es que hemos olvidado que somos naturaleza, que estamos hechos de las mismas moléculas, de las mismas partículas, estamos hechos de polvo, de estrellas, literalmente, ¿no? Hemos, todo nuestro nuestro cerebro, nuestro cuerpo se cría para vivir de acuerdo a al agua, a los microbios que hay en el agua, a la luz, somos naturales. Entonces, eso en 6 generaciones, en un momento pequeñísimo de la historia, ¿no? Hemos llegado, hemos desembarcado en las ciudades, los humanos, y hemos empezado a vivir con una tecnología que lo come todo. Yo soy muy pro tecnología, que conste, no quiero que dé la sensación que no, no, no, la tecnología está genial, pero ¿por qué nos ha alejado de la naturaleza? ¿Por qué hemos olvidado que necesitamos la luz del sol, cuidar del resto del planeta, no? De nuestros ecosistemas, tener ciudades humanizadas, no? Convivir con otras especies.
Elsa Punset:
¿Por qué lo hemos olvidado en 6 generaciones? Eso ha sido muy brusco. Y hemos instrumentalizado las demás especies, las criamos en ganadería intensiva de una forma cruel, eso nos vuelve más crueles a nosotros, ¿no? Hemos quitado el derecho a los demás seres vivos a tener una vida, a tener emociones, a sufrir, a tener derechos. Es muy brutal lo que hemos hecho en estas últimas décadas de una forma muy rápida, como tenemos mucho poder y mucha tecnología, lo hemos hecho a lo bestia, ¿no? Y tenemos luego una capacidad para autojustificarlo que es penosa. Bueno, entonces, esa desconexión de la naturaleza creo que ha sido que es un problema enorme en nuestras vidas, y creo, además, que la naturaleza, de alguna forma, nos ayuda a poner, por lo menos, un parche sobre otra herida invisible, que para mí recorre nuestra sociedad, que es que hemos perdido de vista que necesitamos una cierta trascendencia. ¿Sabes? Necesitamos sentir que nuestra vida tiene un propósito, tiene un sentido, que hay un misterio, que no lo entendemos todo. ¿Sabes? Que hay una cierta magia en en estar vivos, en en ser aquí estos privilegiados que viven en este pequeño planeta privilegiado en medio del cosmos. Bueno, pues todo esto, como también en las últimas décadas, la religión ha perdido ese papel de, digamos que era un papel más dogmático, pero, por lo menos, cubría esa necesidad hasta un punto, pues ahora estamos en esta sociedad de consumo capitalista, materialista a tope, y yo creo que estamos como muertos de hambre, de algo mayor que nosotros. Y ya hablo de ella en Alas Parábola.
Quique Gonzalo:
Eso eso es lo que al final, cuando yo leía el libro, voy ahora a hacer un pequeño viaje, pero ese gorrión, cuando voló por primera vez, encontró un propósito mayor.
Elsa Punset:
Claro. Y yo pensaba, mira, si muere inmediatamente porque se lo come un gato cuando esté, pero por lo menos que vuele una vez que entiende para qué, que entienda para qué ha nacido. Y tú sabes que yo este pequeño gorrión cuando, bueno, tuve la suerte que en septiembre ya llevábamos juntos, pues varios meses muy intensos y yo tenía que retomar mi agenda, mis viajes y me tenía que ir de Galicia, alargué todo lo que pude, y entonces fue cuando descubrí los crash, los centros de recuperación de animales que hay en toda España, de hecho, pero yo me llevé mi mi gorrión a Madrid, y fueron maravillosos, porque me avisaron el día que soltaron al gorrión. Él tenía, conmigo no logró hacer la muda plena de de plumas, entonces no, estaba bien, pero no lograba volar, con lo cual lo tomaron profesionales en mano y fue muy bonito ver a seres humanos que les importaba de verdad una vida pequeña. Yo cuando llamé al crash no me atreví a decirles que mi pájaro era un gorrión, me dijeron ¿qué pájaro es? Y dije, bueno, es pequeñito. No estoy del todo segura, sabía perfectamente bien que era un gorrión, pero pensé que me lo iban a rechazar. Y al final dije, vale, es un gorrión. No pasa nada, tomamos muchos gorriones aquí, ¿no? Fue muy bonito ver que en esta sociedad tan dura todavía hay lugares donde, bueno, sí se da la importancia que tiene cada vida, no hay vidas pequeñas.
Quique Gonzalo:
Y pequeños gestos que generan grandísimos cambios, es algo maravilloso. Entre ese momento que el gorrión sale ya con su número
Elsa Punset:
Sí.
Quique Gonzalo:
Y en el momento que estás en Galicia, ¿hay un proceso educativo entre los 2? ¿Hay un proceso en el que la educación juega un papel fundamental y es un aprendizaje mutuo. Para ti, ahora ya, después de haber pasado el tiempo, ¿cuál ha sido el gran aprendizaje que te llevaste y cuál piensas que fue el gran aprendizaje que se llevó el gorrión?
Elsa Punset:
Yo no sé el que se llevó el gorrión, se llevó una vida y un primer vuelo, por lo menos, ¿no? Y luego ya, a saber lo que pasaba en esa cabecita, yo me llevé una lección de lo necesitados que estamos de ternura, de ternura hacia nosotros mismos y hacia los demás, ¿no? Es una sociedad donde yo creo que tenemos que empezar a generar muchísimos más gestos de ternura y de cuidado. Y yo me tuve que inventar cómo educar un gorrión, no tenían, como te decía antes, no tenía ni idea, ¿no? Pero, por ejemplo, en mi frutería hay muchos percheros, porque no caben armarios, es es las habitaciones son muy pequeñitas y no caben armarios, y entonces está lleno de percheros de IKEA. Y entonces cogí un perchero de IKEA y le hice un árbol con el perchero con con ramas que encontré en el bosque, ¿no? Y entonces mi gorrión tenía un árbol para practicar, y una de las cosas que, por ejemplo, le encantaba era practicar conmigo el vuelo y me llamaba para que le viese saltar de rama en rama y empezar a volar. Y eso muy emocionante cuando ves que te comunicas con otro ser que no habla tu idioma, pero que es tan parecido a ti, ¿no? Es, entonces, eso fue, desde luego, un regalo que me hizo, y y esa necesidad de encontrar espacios en esta sociedad donde podamos relacionarnos con la naturaleza, con las demás especies, me llevó a crear algo que también presento este mes, presenté mi libro, pero también mi fundación. He he fundado, un, bueno, una organización que básicamente es una fundación que se dedica, que se llama Fundación Punset Terraviva y y que se dedica a hacer algo que ya llevo un par de años haciendo, pero lo hacía en silencio y ahora ya ya siento que ya lo puedo sacar a la luz. Pues jardines terapéuticos, programas para humanizar las ciudades y prescripción social y natural en los centros de salud para que las personas cuando están deprimidas o tienen estrés o ansiedad, los médicos en los centros de salud puedan recetarles, ir a un lugar donde se encuentran con otras personas, donde pueden plantar cosas, donde hay huertos, donde hay actividades. Es decir, intentar prevenir nuestra nuestros problemas de salud y y cuidarnos cuidándonos los unos a los otros, ¿no? Así que es un como algo que me tiene entusiasmada ahora, lo que le quiero dedicar los próximos años de mi vida, y es algo que siento que me ha regalado de alguna manera, porque lo tenía en la cabeza desde hacía tiempo, pero el gorrión me convenció que que quería dedicar los próximos años a hablar de la importancia de volver a la naturaleza y de aprender a cuidarnos y de generar estos espacios de cuidados y de ternura en esta sociedad.
Quique Gonzalo:
Me parece, Elsa, maravilloso lo que cuentas, porque esas alas es la metáfora de todas las alas que cualquiera de nosotros llevamos en la vida.
Elsa Punset:
Sí.
Quique Gonzalo:
Tú nos lo explicabas muy bien antes, durante 1000000 de años hemos vivido cerca cerca de la tribu de los demás juntos.
Elsa Punset:
De la tierra.
Quique Gonzalo:
Una de las cosas que me acordé cuando leía el libro En la naturaleza, como bien dices tú, es que hace poco han hecho un descubrimiento en Atapuerca de una persona con una invalidez. Y si esa persona con invalidez estuvo con la tribu es porque se cuidao de manera mutua. Qué maravilloso es el reconectar con personas con las que tienes inquietudes, juntarlas en la naturaleza y podernos llevar más lejos. Porque eso mismo podemos hacerlo, yo creo que sí, pero seguro que tú nos puedes contar, ¿lo podemos hacer nosotros en nuestro día a día, en nuestro entorno natural, en lo que tenemos en estas ciudades de cemento?
Elsa Punset:
Mira, nosotros compartimos barrio, pues yo he vuelto hace unos días al barrio. Cuando cuando volví en en la Plaza de la Encarnación vi que había un bol, no sé si te has fijado este este verano, si lo has visto, un bol muy gracioso que que, claro, se llena con el agua de riego, es muy fácil, con el agua de riego todas las mañanas.
Quique Gonzalo:
Sí, sí lo he visto, sí lo he visto, sí lo he visto.
Elsa Punset:
¿Y qué pone? ¿Qué ponía?
Quique Gonzalo:
¿Es el de los animales?
Elsa Punset:
Y se sentó para perros y pájaros pone. Y luego, la misma alma buena que dejó este bol ha ido dejando por el barrio pequeños cuencos con agua, con un cartelito diciendo los gorriones mueren de sed, ¿no? Nada más que este gesto, es decir, si pudiésemos lograr que empecemos a pensar en, oye, tenemos parques, necesitamos más. Yo cuando cruzo, por ejemplo, la Puerta del Sol y veo que no han sido capaces de plantar nada, bueno, es que es horroroso, es que es que hacen algo que va contra nuestra naturaleza, ¿no? Pero bueno, esto es aparte, ojalá los políticos despierten y con la fundación espero poder convencer con cariño, ¿no? Y poder explicar y poder divulgar. Pero fíjate en tu casa solamente poniendo y ves que la naturaleza, ¿te acuerdas de la pandemia que todo el mundo dijo los animales volvieron? Porque en cuanto los dejas vivir un poco, en cuanto les pones un poquito de agua, en cuanto plantas, en vez de plantar cosas que son como hierbas que no alimentan, plantas, cosas que alimentan, que me encanta lo que han hecho en Plaza de España, porque han plantado árboles frutales también, y han plantado salvias, han plantado plantas que son buenas para los polinizadores, que traen vida a la ciudad. Pues esto cuesta igual plantar mal que plantar bien. Cuesta igual tener un balcón vacío sin nada que un balcón un poco cuidado con un poquito de agua cuando hace calor para los para los pájaros y para y también para los insectos, que es otra población que se está desplomando. Así que al final, cada día los humanos elegimos, elegimos con estos gestos entre entre guerra y paz. Yo, de hecho, tengo un capítulo en el libro que se llama guerra o paz.
Elsa Punset:
Estamos muy dotados para la guerra, pero estamos muy dotados para la paz, pero la paz es una decisión consciente, y la paz es cómo te hablas, cómo te tratas, cómo hablas y tratas a los demás, y no es tan difícil. Pero vamos, así como con sin mirar, ¿no? Entonces, oye, levanta un poco la cabeza y piensa todas las cosas buenas que puedes hacer por hacer de este mundo un lugar un poquito mejor, ¿no? Necesitamos que todo el mundo participe y elija la paz. Si es
Quique Gonzalo:
que son pequeños gestos, buenos días, una sonrisa, un cómo estás de corazón o un perdón.
Elsa Punset:
Sí, pero no solo con los humanos, porque muy a menudo lo hacemos con los humanos, pues es abrir la mirada y decir está lleno de criaturas que también nos necesitan, no a las que también con las que también podemos convivir de una forma fértil, pues adelante, ¿no? Así que crear jardines, crear balcones floridos, ¿no? Tener estos gestos de dejar cuencos de agua, cuidar a los animales, saber que hay lugares como el crash donde puedes llevar animales que están heridos. Bueno, pues eso, ¿no? Eso, y reclamar eso nuestros políticos, que no nos hagan vivir en este mundo yermo, ¿no?
Quique Gonzalo:
Sí, porque al final lo que estamos viendo es que la polarización o el conflicto, lo que acrecenta y potencia son esas emociones de las que tú hablabas que van a dejar completamente inundada en el barro a la alegría.
Elsa Punset:
Totalmente. YYYY al mundo.
Quique Gonzalo:
Y al mundo, claro, claro.
Elsa Punset:
Porque estamos perdiendo a toda velocidad toda la riqueza que nos sustenta, que nos da vida. ¿Quién va a querer yo? Yo cuando veo a todos estos billonarios que están obsesionados en irse del planeta, en poder vivir en otro planeta, porque saben que se están cargando este planeta, ¿no? Entonces, yo creo que las personas tenemos que luchar contra esto. Creo que tenemos que ser un pelín más activistas, confiar en que nuestra voz importa de verdad. Cada voz que se alza para que esta vida sea un poquito menos dura, un poco más justa, es como los humanos hemos avanzado a lo largo de siglos. Entonces, que no nos distraigamos en esta sociedad tan consumista, tan de cada 1 para sí, no, no, no, no, no vale con cuidar solo de tu familia. Tienes que estar ahí para una familia en el sentido más amplio.
Quique Gonzalo:
Claro, que es, al final, es la comunidad, es la sociedad, y a todos nos va mejor en esos momentos.
Elsa Punset:
Sí.
Quique Gonzalo:
Para mí hay algo fundamental en esto que estabas compartiendo ahora con nosotros, Elsa, y es la mirada crítica. Es decir, a lo mejor hay personas que ahora están escuchando esto y empiezan a replantearse, es verdad que paso por alto determinados detalles que puedo hacer. ¿Cuán sano es el hacerse autocrítica para saber de verdad qué está bien y qué no está bien en tu vida?
Elsa Punset:
Sí, pero los humanos tenemos un cerebro de nuevo, ¿no? Somos un poco víctimas de este cerebro humano que tiende a autojustificarse. Los humanos se sienten mal, nos sentimos mal los humanos cuando hacemos cosas que sabemos que no son del todo correctas, generamos eso que los neurólogos llaman disonancias cognitivas. Entonces tenemos un mecanismo muy fuerte de autojustificación. Pero, por ejemplo, sabes que fumar es malo, pero bueno, no está malo, a mí no te es que yo fumo poco, y sabes, siempre ta ta ta ta ta ta.
Quique Gonzalo:
Escuchas excusas o razones, en este caso lo veía por la el mogollón de excusas que ve, me validan.
Elsa Punset:
Y entonces es verdad que es bonito, yo creo que es la segunda parte de la vida, cuando de repente te paras y dices, oye, todo esto que yo he vivido en piloto automático, que me han dicho que estaba bien, que comer toneladas de carne, por ejemplo, sabiendo que es fatal para el medio ambiente, sabiendo que es cruel para la ganadería intensiva, es así. Todas estas cosas, de repente, a veces cuesta ser coherente, porque de repente dices, ay, esto es incómodo, ¿no? Dejó de hacer esto. Uf, qué incómodo. Y ya estamos sobrecargados de cosas, ¿no? Educamos nuestros hijos, trabajamos, tenemos que salir adelante, tenemos que pagar nuestras hipotecas o nuestros alquileres, ¿no? Y, entonces, es como, mira, no no no me marees más, pero sí te tengo que marear más, ¿no? Sí nos tenemos que marear más. Sí tenemos que no renunciar a la fuerza que tenemos para conseguir que este mundo no caiga en manos de la codicia y de la destrucción. Y hay una tendencia muy fuerte en nuestra especie, a ir a la codicia, ir a la destrucción, ¿no? Y y cuando destruimos somos brutales, yo lo veía con mi pajarío. Mi pajarío requería unos cuidados que a todo el mundo a mi alrededor le parecían absurdos, y eso que yo me callaba y no explicaba realmente lo lo que suponía para mí, ¿no? Estar todo el día pendiente de pero era para permitir que otra vida pudiese florecer. Es que a mí me compensó absolutamente, no lo podía ver en términos utilitarios, ah, un pájaro más, un pájaro menos.
Elsa Punset:
Este pájaro de Max, Quique, tenía su personalidad como tenemos cada 1 de nosotros, ¿no? Que la vida en esto no somos clones, la vida somos únicos cada ser que viene. Y y pienso, ¿no? Que es que es fundamental recuperar, más allá de vivir vidas productivas o vidas centradas en el placer o en 1 mismo, en el consumo, recuperar esta capacidad que tenemos, que da tanta alegría, y que es la base de cualquier civilización, de que es cuidarnos unos a otros. Es, no hay civilización si no hay cuidados.
Quique Gonzalo:
Esa generosidad nos lleva a la alegría, y la alegría es compartida, Elsa. ¿La alegría aparece porque hay algo que comparto con los demás? ¿O una persona podría vivir sola en este mundo siendo alegre?
Elsa Punset:
No, realmente somos todos seres muy sociales. ¿Por qué? Pues porque no sobrevivimos solos, ni ni tú ni yo ni ningún gorrión, no, nos necesitamos, ¿no? Entonces, está programado dentro de nosotros y yo lo, Entonces está programado dentro de nosotros, y yo lo lo cuento en el libro, ¿no? En un capítulo que llamo El club de los gorriones, porque una de las cosas que me agobió mucho durante los meses que tuve mi gorrioncito era que estaba solo en el baño todo el día. Yo no podía sacarlo de ahí porque se perdía en la cocina, no no y no lo quería enjaular. Entonces, me daba mucha pena, le iba a ver constantemente, pero estaba solo y a mí no me veía como familia suya. Y y me hizo reflexionar mucho sobre esta necesidad que tenemos los humanos, y también me hizo reflexionar a mí, ¿no? Por qué mi frutería me da tanta alegría, por qué vienen mis amigos a verme, Viene mi familia de arena, porque está abierta para todo el mundo, no? Y y cuento una de las cosas que llevo unos años haciendo, que a mí me ha ido muy bien, porque a medida que pasa los años vas perdiendo lo que llamamos capital social, pierdes amigos. Bueno, y tú tienes un niño pequeño, Quique, y te aviso que los niños te aíslan, terminas viendo básicamente a tu familia y a los padres de niños pequeños, pero pierdes amigos por el camino, ¿no? Porque estás muy centrado, toda tu energía está ahí en que este niño salga adelante. Y y un día hace, o 4 años, me enviaron un pequeño vídeo de estos graciosos de Jane Fonda con todas sus amigas, que sabes que tiene todas estas amigas octogenarias muy graciosas, todas son
Quique Gonzalo:
Es maravilloso, sí.
Elsa Punset:
Y entonces que decían, ay, Jane es increíble, porque la tía siempre tiene nuevos amigos, ¿no? Y entonces ella se reía. ¿Y sabéis cómo lo hace? Pues es una pesada, pues cuando alguien le cae bien, va esa persona y vamos, les dice, ¿quieres ser mi amigo? Toma su teléfono y ya está, como los niños, ¿no? Como hacen los niños cuando Y yo pensé, oh, qué buena estrategia, porque es que no tienes tiempo ya, hay un momento en el que entre el trabajo, los hijos, el y los prejuicios, la vergüenza, la la vulnerabilidad que te da, no te atreves a hacer amigos con esa facilidad, ¿no? Y entonces, yo me acuerdo que fui, iba a una fiesta de cumpleaños, iba sola, y pensé, qué qué qué paliza, porque no conozco a nadie en esa fiesta. Perfecto, vamos a hacer, vamos a ver si me hago un amigo Jane Fonda. Y fue mi primer amigo Jane Fonda en esa fiesta que tardé un montón en encontrar a alguien. Y desde entonces tengo un puñado de amigos Jane Fonda que además regularmente yo voy añadiendo en cuanto veo a alguien que me cae bien, que ¿Por qué lo notas? Esta hay como una química, ¿verdad? Hay un feeling. Tú notas que entonces quieres ser mi amigo. Ah, vale. Y les explico lo de Jean Fonda siempre YYY así, ¿no? Y a la frutería han venido varios amigos de Jane Fonda también, y es bonito, ¿no? Y esa ese ese tipo de de pequeños gestos, tú me hablabas antes de la alegría, pues te permiten generar mucha alegría en tu vida, te permiten generar intereses nuevos, curiosidad, amistad, es es muy bonito, ¿no? Hice mi primer viaje a Sri Lanka lejos, que yo yo soy muy malaturista, yo viajo mucho por trabajo, pero como si no estuviese en ningún lado, porque no salgo del hotel, centro de convenciones o lo que me toque en ese momento, ¿no? Pues hice un viaje con un amigo Jane Fonda a Sri Lanka, así, ¿no? Y y es muy bonito abrirte al mundo, así.
Quique Gonzalo:
A mí me encantó cuando lo leí, porque vuelves a la ingenuidad de lo natural, de lo sencillo, y eso es lo mejor de de la vida.
Elsa Punset:
Porque nos hacemos, tú antes hablabas de las corazas con las que andamos, ¿no? Y te da vergüenza que a lo mejor alguien te rechace. Pues mala pata, ¿no? Es como decir buenos días a la gente. Si tú sales por Madrid diciendo buenos días a la gente, es que hay gente que no te va a contestar porque están atónitos que le digas buenos días, ¿no? Porque están a costa. Y esto en los pueblos es otra cosa, en los pueblos es como más fácil todavía conectar con las con las personas, ¿no? Pero yo vuelvo a Madrid y muy a menudo, sobre todo si veo a alguien un poco triste o solo una persona mayor, intento decir buenos días. No siempre me contestan, pero tienes que superar la sensación de ridículo.
Quique Gonzalo:
Y además es que, ¿sabes? Lo peor que te puede pasar es nada.
Elsa Punset:
Nada.
Quique Gonzalo:
Y lo mejor es tantas cosas. Claro. Yo he abierto conversaciones con un cómo estás o con buenos días una sonrisa que dices
Elsa Punset:
Claro.
Quique Gonzalo:
Así maravilloso. Sí. Es que es maravilloso, somos personas.
Elsa Punset:
Somos personas y nos padecemos
Quique Gonzalo:
tanto. Tanto, tanto. Una de las cosas, Sara, que ya va terminando también la entrevista es que me imagino que en un momento tú tuviste la gran alegría de saber que iba a sobrevivir el gorrión.
Elsa Punset:
Sí.
Quique Gonzalo:
Y al mismo tiempo el saber que entonces se acercaba la despedida. Sí. ¿Cómo gestionaste ese viaje emocional? Porque en el fondo fueron unos meses
Elsa Punset:
Fatal.
Quique Gonzalo:
De una intensidad vital brutales.
Elsa Punset:
De hecho, todavía me emociona cuando lo lo recuerdo, porque fue tan intenso y me cuesta hablar de ello. Es es curioso, era un pajarillo, pues dejó esa huella en mí y y el día que lo llevé al al Crash lloraba tanto. Te vas a reír de mí, vas a.
Quique Gonzalo:
No, en absoluto.
Elsa Punset:
Y lloraba tanto que la la recepcionista llamó, así fue cuando conocí a los veterinarios del Trust, a Silvia y a Ruben. Cuando salía vinieron corriendo detrás de mí para ver si estaba bien, porque había entregado a mi pobre gorrioncillo y no sabía lo que le iba a pasar. Y es donde te digo que tuvieron estos esas palabras de cariño, y me dijeron, no te preocupes, es muy, muy especial que hayas sobrevivido, no suelen sobrevivir, ¿sabes? Y me dijeron, y ahora con nosotros va a estar bien y va a volar, ¿no? Y y lo vamos a cuidar por ti, no te preocupes, pero yo desarrollé durante ese verano un vínculo con ese pajarillo, y yo me costó mucho dejarle ir por, también por todo lo que había supuesto aprender a recuperar mis propias alas, porque, realmente, fue un viaje en paralelo. Yo creo que como pasaba tantas horas pensando en él, pensando cómo podía ayudarle, alucinando con la personalidad que tenía y con el hecho que tenía necesidades tan parecidas a las mías, que nos parecíamos tanto en muchas cosas, ¿no? Bueno, pues me costó dejarle ir, porque era como un pequeño maestro, y en esto Elizabeth Kublerros, la psiquiatra siempre dice que cualquiera puede ser un maestro para ti, un homeless en la calle, un un maestro clásico, un un perro, un hijo, pues un gorrión también. Si tienes la suerte de poder tener esa convivencia especial que nos solemos, ¿no? Tener, pero también.
Quique Gonzalo:
Ese gorrión le descubriste y le enseñaste sus alas para volar, y ese gorrión descubrió unas alas en ti,
Elsa Punset:
¿para qué? Mira, hace un par de días leí un poema del del poeta Yeats, del poeta irlandés Yeats, y decía algo así como, traduzco un poco así a libre, ¿no? Pero decía algo así como he perdido mi escalera y ahora debo recostarme al pie de donde todo son subidas, ¿no? En la antesala oscura llena de huesos y de harapos del corazón. Y y leí esas palabras y pensé, ostras, por eso he escrito alas para volar. Claro, porque, de hecho, yo para mí es como una pequeña día para volver a empezar, alas para volar, ¿no? Y volver a empezar, ¿no? Estar en esta antesala o en esta trastienda, más bien, llena de huesos y de harapos, ¿no? Que es el corazón, pues eso es algo que nos pasa a todos constantemente, ¿no? Y en esos momentos tenemos que hacer algo, que es esto, es tumbarnos sin escalera al pie de ver cómo todo sube y tú estás como en el fondo del túnel y tienes que ascender de nuevo, ¿no? Y eso es una experiencia universal, y es una experiencia universal que yo creo que les pasa a todos los seres, pero desde luego los humanos la vivimos muy intensamente porque somos muy mentales y necesitamos gestionarla bien, necesitamos no tenerle miedo a esos tiempos de espera, que es lo que yo quería hacer con el libro, ¿no? Igual que yo acompañaba al gorriol, lo acompañé durante su, pues su fortalecimiento, su crecimiento, su desarrollo, pues él me obligó también a tomarme un tiempo, a decir, mira, ahora mismo voy a cuidar de él y voy a cuidar de mí, y no voy a hacer otra cosa. Y ese tiempo de espera muy fértil es el que yo he querido, de alguna forma, transmitir y compartir en en Alas para volar.
Quique Gonzalo:
Pues ese tiempo, la verdad, es que está muy presente en el disfrute de este libro maravilloso para entender dónde están esas alas que cada 1 de nosotros podemos tener. A lo mejor, sabemos cuidarlas, a lo mejor, alguna está rota, pero siempre podemos volver a podernos otra vez a volar. Tenemos una pregunta que ha dejado nuestro interior invitado para ti, Antonio Valenzuela, sin saber que eras tú, claramente. Y nos decía, la pregunta es, ¿cuál es el ladrón de vitalidad que tienes en tu vida y cuál es el donador de vitalidad que tú encuentras en tu vida?
Elsa Punset:
El ladrón de vitalidad y el donador. El ladrón es la mente, claramente. La mente cuando te enreda y te hace hablar en negativo, y te carga de miedos, de sospechas, de dudas, y te empequeñece. Y creo que hay que huir de todo lo que te empequeñece, tu mente, las relaciones que te empequeñecen. Creo es un poco la prueba del algodón de si algo merece la pena en tu vida, es esto me da alas o me empequeñece, ¿no? ¿No? Y lo que a mí me da más más vitalidad, yo creo que es la volver a la naturaleza. Yo creo que es cuando puedo pasar tiempo en mi kayak, en la ría, o cuando estoy, pues esto, cuidando de un pajarillo. Es recordar que soy parte de algo más grande que mi yo, de algo que nunca muere, sino que se transforma, y de algo que no tiene miedo al futuro como tenemos nosotros, ¿no? Que es algo precioso de la naturaleza. No pierden esta energía que perdemos nosotros preocupándonos, sino que están siempre en el presente, como inmersos en el presente, en en la vida.
Elsa Punset:
Así que yo creo que eso es lo que me da más más vitalidad.
Quique Gonzalo:
Qué bueno. Vamos a tomarlo también ese retorno a nuestra naturaleza. ¿Qué ¿Qué pregunta te gustaría hacer al siguiente invitado o invitada del podcast?
Elsa Punset:
Pues le voy a hacer una pregunta que tiene que ver con el libro, ¿no? Le voy a preguntar, ¿se puede vivir con las alas rotas? ¿Te parece?
Quique Gonzalo:
Me parece que un filósofo que se va a sentar en esta silla dentro de poco va a disfrutar con esa con esa pregunta, o sea que Y terminamos, como siempre, con nuestro cuestionario. Kenzo que es igual para todos los invitados. Preguntas breves.
Elsa Punset:
Sí.
Quique Gonzalo:
Elsa. ¿Cuál es la regla de Elsa para vivir mejor?
Elsa Punset:
A mí me gusta mucho esa frase, que ya no me acuerdo de quién viene, pero que es sonríe, ¿cómo es? Sonríe, respira, me despacio. Cuando me atosiego, vuelvo a eso.
Quique Gonzalo:
Si tuvieras que compartir un solo aprendizaje de todo lo que has vivido hasta ahora, ¿cuál sería?
Elsa Punset:
Elegir el amor sobre el miedo.
Quique Gonzalo:
¿Cómo se titularía tu biografía?
Elsa Punset:
Alas para volar, si quieres.
Quique Gonzalo:
¿Cuál es el libro que más has regalado?
Elsa Punset:
El de Jung, su libro de memorias.
Quique Gonzalo:
¿A quién te gustaría o te hubiera gustado conocer?
Elsa Punset:
Tantas personas han dejado sus vidas y sus pensamientos escritos que no tengo no tengo, sabes, muchos anhelos en ese sentido, pero tal vez me hubiese gustado conocer a Jane Austen, que es una de mis escritoras preferidas. Y sí, tú
Quique Gonzalo:
Somos 2. ¿Qué canción pones a todo volumen para subir el ánimo?
Elsa Punset:
Birds set free, de Sia.
Quique Gonzalo:
¿Cuál ha sido la pregunta más interesante que te han hecho?
Elsa Punset:
Me han hecho muchas. No, yo creo que cualquier pregunta puede despertar una una respuesta interesante, no no creo que haya una. Ajá.
Quique Gonzalo:
¿Qué se te viene a la cabeza cuando piensas en la felicidad?
Elsa Punset:
El ser suficiente, creo, el la sensación de abundancia, pero no porque hay mucho, sino por lo porque lo que hay es suficiente en estar a gusto con con lo que tengo, porque soy, a veces, muy muy crítica conmigo misma.
Quique Gonzalo:
Elsa. ¿Qué película volverías a ver cada año?
Elsa Punset:
Cada año. No soy muy cinéfila. Me gustan más las series que las películas, pero cada año ninguna, sin duda alguna.
Quique Gonzalo:
Y si tuvieras que dejar un mensaje para tu yo del futuro, ¿qué te dirías?
Elsa Punset:
Vuela, disfruta.
Quique Gonzalo:
Esa para terminar, ¿cómo te gustaría cerrar esta entrevista?
Elsa Punset:
Dándote las gracias por la oportunidad de venir a hablar de Alas para volar, porque es la primera entrevista que hago y por haber tenido la delicadeza de leer el libro con cariño y de conocerlo bien. Así que gracias por compartirlo conmigo.
Quique Gonzalo:
Gracias por compartir tus alas con todos nosotros, y seguro que ahora empezamos un nuevo vuelo. Muchísimas gracias, Elsa.
Elsa Punset:
Gracias.
Quique Gonzalo:
Una tarde veraniega en Galicia, él se encontró en la plaza un gorrioncito aterrorizado que no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir. En ese momento de agotamiento personal, cuando lo único que Elsa quería era pasar un verano despreocupándose de todo, la vida le puso delante su más inesperado maestro. Durante meses de cuidados intensos, ese pequeño gorrión le reveló verdades que llevamos décadas sin ver. Y es que la primera parte de nuestra vida es un error gigantesco e inevitable. Aunque Elsa descubrió que existe una segunda parte, una parte consciente donde dejamos de vivir en piloto automático. Su gorrión se lo demostró de la manera más directa posible, y es que un día se negó de manera rotunda a tomar su jeringuilla vitamínica con la papilla saliéndole por las comisuras de su pequeña boca. Mirándola con esos ojos muy grandes como los niños, transmitiéndole un mensaje claro, te he dicho que no. Y ahí Elsa comprendió que decir no es la primera señal de cuidarte a ti mismo, porque no podemos dar lo que no tenemos.
Quique Gonzalo:
Aunque el gorrión le enseñó algo aún más profundo, y es que vivimos una pobreza afectiva devastadora, una triple desconexión que nos está matando lentamente. Nos hemos desconectado de nosotros mismos, de los demás, y de esa naturaleza que somos, porque estamos hechos de polvos de estrellas. En su pequeña frutería, que es su casa donde caben todos, esa cultiva ahora esa ternura que tanto necesitamos. Cuando observa quienes mantienen una relación sana con la vida, identifica 2 características fundamentales, la calma y la ausencia de culpa. Su guardián le recordó que cada día elegimos entre guerra y paz, y que paz es algo deliberado, es cómo nos hablamos, cómo nos tratamos, cómo lo hacemos de cara también a los demás. Y el día que llevó su gorrión al centro de recuperación, sabía que había cumplido su misión, darle alas para volar. Y su gorrión, sin saberlo, le había devuelto las suyas para crear espacios donde no hay vidas pequeñas y donde la vulnerabilidad se encuentra refugio. Gracias, Elsa, por enseñarnos que los maestros llegan en los momentos más inesperados, Por recordarnos que necesitamos ternura en esta sociedad endurecida, por mostrarnos que podemos superar nuestros condicionamientos infantiles y por revelarnos que los animales son sabios del presente y auténticos maestros del futuro.
Quique Gonzalo:
¿Y tú? ¿Te atreves hoy a escuchar las señales que la vida te susurra? Como siempre, terminamos con un nuevo hábito tenso. Elige el amor sobre el miedo, porque cada vez que te atosigues solo necesitas sonreír y respirar despacio. Nos escuchamos pronto.
Únete a KENSO Círculo
El club para personas centradas en mejorar su efectividad y vivir más felices.
Un club a tu alcance porque a partir de 1,5€ al mes tendrás acceso prioritario a los episodios del podcast sin publicidad, podrás descargar el superguión para cada episodio, recibirás cada mes un episodio especial donde haremos una reseña sobre un libro de efectividad, puedes participar en KENSO Lab para juntos crear hábitos efectivos, recibirás el newsletter semanal, podrás participar en el grupo de WhatsApp, disfrutarás de descuentos en los servicios de KENSO y de nuestra eterna gratitud por ayudarnos a mejorar.