El arte de ser humanos con David Bueno

David Bueno

Episodio 353

¿Alguna vez has sentido cómo una obra de arte transformaba tu cerebro? Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde aprenderás cómo las artes son el motor neurobiológico que ha esculpido nuestra humanidad de la mano de David Bueno.

David es doctor en Biología, fundador de la Cátedra de Neuroeducación UB-EDU1st y profesor en la Universidad de Barcelona.

Y hoy, su obra El arte de ser humanos, premio Josep Pla 2025, revela cómo, desde el paleolítico, las artes han sido una verdadera herramienta evolutiva.

Lo fascinante de David es que, siendo un científico meticuloso, recurre a la música, a la poesía, para explicar complejos fenómenos neuronales, rompiendo la falsa dicotomía entre ciencia y arte.

Su mensaje es revolucionario, para desarrollar cerebros más sanos y creativos, necesitamos devolver las artes al centro de nuestra educación.

 

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Índice de la entrevista

 
Abandónate al vagabundeo mental diario. En ese vacío germina el arte que nos hace humanos.
 
 
  • Aviso: el transcriptor a veces no nos entiende, pero vosotros seguro que sí.
    Disculpa, si lees algún error en la transcripción.

    Quique: ¿Alguna vez has sentido cómo una obra de arte transformaba tu cerebro? Ese es el tema principal del programa de esta semana, donde aprenderás cómo las artes son el motor neurobiológico que ha esculpido nuestra humanidad de la mano de David Bueno

    David es doctor en Biología, fundador de la Cátedra de Neuroeducación UB y EduFirst y profesor en la Universidad de Barcelona

    Y hoy, su obra El arte de ser humanos, premio Josep Pla 2025, revela cómo, desde el paleolítico, las artes han sido una verdadera herramienta evolutiva

    Lo fascinante de David es que, siendo un científico meticuloso, recurre a la música, a la poesía, para explicar complejos fenómenos neuronales, rompiendo la falsa dicotomía entre ciencia y arte

    Su mensaje es revolucionario, para desarrollar cerebros más sanos y creativos, necesitamos devolver las artes al centro de nuestra educación

    Bienvenidos a un nuevo episodio de Kenso, el podcast donde descubrirás cómo vivir la efectividad para ser más feliz

    Soy Quique Gonzalo, aprendiz en observar cómo cada nota musical y cada trazo de pincel reescriben el código neuronal de mi humanidad.

    David Bueno, bienvenido en el podcast de KENSO. Es un placer poder compartir contigo un rato y sobre todo aprender juntos, que va a ser un auténtico placer, con este libro, El arte de ser humanos, que yo creo que ya te lo han recomendado incluso a ti, ¿verdad?

    David: Pues sí, sí, sí. De hecho he recibido anuncios de promoción recomendándome que compre mi propio libro.

    Quique: Tengo que decir que he disfrutado mucho. Lo he hilado con otros de tus libros y de tus historias y me ha parecido maravilloso. Y me gustaría empezar por el final del libro, porque propones de una manera muy provocativa que somos homo artisticus. Ese viaje desde el homo sapiens al homo artisticus. ¿Qué te inspiró a nivel personal a escribir este libro y decir, es el momento de hacer esa transición de Homo Sapiens a Homo Artisticus?

    David: Todo tiene su historia y esta historia tiene más de 10 años. Yo hace 14 años, en 2010, publiqué un libro que se llamaba El enigma de la libertad, donde trabajaba el tema de la libertad humana, hasta qué punto nuestros pensamientos y decisiones son libres o vienen condicionados incluso por nuestra propia biología. El último capítulo lo dediqué al lenguaje humano. porque es intrínsecamente creativo. Estamos combinando palabras y estructuras de forma espontánea y eso lo usé como sustento de que tenemos, gozamos, al menos de un cierto margen de libertad de pensamiento. Pero me quedé con las ganas de continuar ampliando este tema. Y me pasé 10 o 12 años dándole vueltas al asunto sin encontrar un hilo conductor que me sirviese a llevar esto más allá de donde estaba en ese libro. Y hace unos dos o tres años, estando de vacaciones, con el cerebro libre, no centrado en nada, de repente me vino esa idea. Seguro que seguía dándole vueltas al asunto. cómo a través de las artes somos realmente creativos y, por lo tanto, podemos tener este margen de libertad. Y ahí es donde vino la idea del Homo artisticus. Como especie biológica, yo soy biólogo de formación, así que todo lo filtro por la biología, pero nos hemos autodenominado Homo sapiens, que significa las personas que saben o que podemos adquirir conocimientos Pero eso no es exclusivo de la especie humana. Hay otras especies animales, los mamíferos en general, que saben cosas de su entorno y adquieren conocimientos, especialmente durante la infancia, después ya no tanto, pero adquieren conocimientos de su entorno. Lo tenemos en un grado muy superior, pero no es exclusivo humano. Lo que sí es exclusivo humano es el arte. Somos la única especie que ha generado arte, disfruta del arte, y utilizamos el arte como forma de conocimiento y de comunicación. Y esta idea fue lo que me permitió construir todo este libro a partir de ese embrión original.

    Quique: Ese viaje personal has plasmado muchos estudios, recuerdos, pensamientos… Hay una cosa que me llamó especialmente la atención y es cuando hablas de que somos, por un lado recuerdos, por otro lado ilusiones, ¿Cómo interactúan a nivel neurológico nuestro pasado y nuestro futuro para condicionar nuestra vida?

    David: Eso es interesantísimo. A ver, somos parte de nuestro pasado. Todas las experiencias que hemos vivido, los aprendizajes que hemos hecho, van quedando almacenados en nuestro cerebro en conexiones que van haciendo las neuronas. Y son estas mismas conexiones las que utilizamos para vivir actualmente. Son las que contribuyen a gestionar cómo nos sentimos, cómo nos percibimos a nosotros mismos, cómo nos relacionamos con nuestro entorno. Somos el producto, en parte, no solo, pero en parte, de nuestro pasado. ¿Cómo lo hacemos para imaginar el futuro? Porque también somos la única especie biológica capaz de imaginar el futuro. ¿Cómo lo hacemos? Pues se ha visto que cuando estamos imaginando el futuro, se conectan las redes neuronales de nuestra memoria del pasado, pero combinándose de forma novedosa y creativa. Imaginar el futuro es recordar el pasado de forma creativa. Sin pasado no habría futuro. De ahí la importancia de tener un pasado rico, pero sobre todo de mantener una mente despierta, creativa, ágil, para poder continuar imaginando nuestros propios futuros.

    Quique: Y ahí yo creo que hay un tema muy interesante, David, que es que a veces cuando recurrimos a nuestro pasado, de manera intuitiva, ¿por qué tendemos más hacia los recuerdos más negativos que a los recuerdos positivos?

    David: Es simple cuestión de supervivencia. A ver, somos una especie biológica, nos hemos formado como especie en la naturaleza donde hay amenazas. Cada vez las están más controladas por el entorno social, pero hay amenazas. Ahora es una pregunta retórica. ¿Qué pone más en riesgo nuestra supervivencia? olvidar una amenaza y que cuando vuelva a suceder no sepamos cómo reaccionar, o olvidar una oportunidad que, mira, si no la aprovechamos, mala suerte. Claro, pone más en riesgo nuestra sobrevivencia olvidar una amenaza. Así que todo lo que nos amenazó en el pasado, nuestro cerebro lo recuerda perfectamente bien, por si acaso. Por si acaso hay que volver a tener que utilizarlo para sobrevivir. Exacto. Sabemos qué hicimos y qué funcionó o qué no funcionó, pero lo recordamos Para estar atentos a si vuelve a suceder.

    Quique: Y de cara al arte, a ser homo artisticus, ¿qué importancia tiene el contexto en cada una de las fases vitales de una persona?

    David: El contexto, a ver, sobre todo el contexto social. Claro, eso es importantísimo porque somos una especie social. No solo somos individuos aislados, que también hacemos muchas cosas aislados, pero nos construimos en relación a los demás. Y ahí es donde este contexto tiene una importancia diferente, un impacto diferente, según cuál sea nuestra edad. Por ejemplo, en los niños de la primera infancia, sobre todo se fijan en las relaciones que establecemos los adultos entre nosotros y con ellos. Y eso es lo que está marcando, no determinando, porque el cerebro sigue siendo plástico y va cambiando, pero sí que está influyendo en cómo van a comportarse ellos cuando sean adultos. Un poco la idea es, si los adultos han llegado adultos, han sobrevivido comportándose de esta forma, si yo quiero llegar adulto, tengo que comportarme de la misma manera. Es puramente instintivo, no hay una reflexión consciente detrás de esto, pero es nuestro impulso.

    Quique: Recuerdo, leyendo uno de tus anteriores libros, que además luego me llegó también por otro compañero, ese viaje de nuestras neuronas, de las conexiones cerebrales, de los 200 a los 1.000 billones de conexiones, ¿Qué importancia tiene el pensar que nosotros sí podemos aprender un arte como la música, la escritura, el habla? ¿Qué importancia tiene cómo nos determinan las personas con las que crecemos dentro de este contexto? Es decir, principalmente, un padre, una madre, con un hijo que ahora mismo está viendo como a sus primeros pasos en estas artes.

    David: Es crucial, sobre todo, la mirada que transmitimos. a los niños y a las niñas. Esa mirada que les transmite confianza o duda, que les transmite apoyo o abandono. Claro, desgraciadamente hay familias que sí que hay un abandono hacia sus hijos, ¿vale? Por suerte, no es que sea muy abundante, por suerte, pero a veces pasa. Pero incluso en las familias donde esto no pasa, Cuando un niño empieza a andar, da sus primeros pasos. Si se encuentra con sus padres mirándoselo con satisfacción de que bien, está creciendo, eso provoca descargas de dopamina en el cerebro de ese niño. Es un neurotransmisor que transmite confianza, transmite apoyo, transmite recompensa, transmite incluso placer. y eso la estimula a continuar progresando en eso. Puede ser el caminar, puede ser hablar. Se ha visto que cuando un niño aprende una palabra y su entorno reconoce la palabra que ha dicho y la valora, Es eso que hacemos todos los padres instintivamente. Dicen una palabra, no sé, árbol. Es la primera que dijo mi hijo mayor, ¿no? Dijo árbol, ¿no? ¿Qué haces? Pues, oh, un árbol. El árbol es grande, el árbol tiene ramas. Con este énfasis, le estás valorando positivamente lo que ha dicho. Esa descarga de dopamina que se produce es lo que le estimula a continuar progresando. Si se encuentra con un entorno de adultos que no está por lo que tiene que estar, no está pendiente de esto, no le da este apoyo, para que seguir aprendiendo palabras. Por supuesto que aprenderán a hablar, pero su vocabulario será mucho más restringido, y eso es importantísimo, porque estructuramos nuestro pensamiento con palabras. El pensamiento complejo lo estructuramos con palabras. Una persona con un vocabulario rico, con estructuras gramaticales, sintácticas, complejas, estructurará mucho mejor su pensamiento que una persona con menos estructuras. Igual que una persona que no solo ha aprendido a andar, sino que ha aprendido a correr, a saltar y a brincar, será mucho más ágil que una persona que nadie se lo ha mirado cuando aprendía a andar. Y por lo tanto, a lo mejor se ha quedado mucho más limitado físicamente.

    Quique: Ahora voy a dar un salto porque mucha gente de la que nos escucha ya no son niños y piensan, yo no puedo aprender a tocar el piano o yo no puedo aprender a pintar. ¿Nos puede romper de manera radical esa creencia, por favor, que muchos adultos mantenemos?

    David: Absolutamente radical porque es falso. Siempre podemos aprender cosas nuevas en nuestro cerebro. Esta capacidad que tiene de hacer conexiones nuevas entre las neuronas para almacenar conocimientos Esta plasticidad neuronal, que es como se la llama, la tenemos toda nuestra vida. Empieza ya antes de nacer y la mantenemos durante toda nuestra vida. A ver, es mayor durante la infancia y la adolescencia, y después disminuye, pero la mantenemos siempre, lo que significa que siempre podemos aprender cosas nuevas. Esto es algo que en psicología se llama mentalidad de crecimiento. Es esta creencia íntima de que podemos continuar progresando. Hay personas que creen que no, que ya han llegado a su límite, que ¿para qué tengo que esforzarme si no voy a conseguir nada? Eso se le llama mentalidad fija. Para mí es muy importante. No solo las personas con mentalidad de crecimiento afrontan mejor los retos, porque se ven capaces de superarlos, de aprender todo aquello que haga falta para superar un reto, o de adquirir habilidades nuevas, como tocar el piano o el violín, o aprender a escribir poesía, ¿vale? sino que además en los test de bienestar, son test subjetivos, cómo te sientes tú, siempre puntual más alto. Y para mí eso es importantísimo. Es cómo me siento yo y cómo me siento yo está marcando cómo me voy a relacionar con las demás personas. Si yo me siento a gusto, mis relaciones serán más honestas, serán más satisfactorias por ambas partes.

    Quique: David, me viene a la cabeza una reflexión a ver qué opinas tú al respecto. A las personas que normalmente veo que son más felices, cada uno determinará qué significa para ellos las palabras felices, son personas que han trabajado ese homo artisticus, es decir, que le dedican tiempo de calidad a su deporte, sus hobbies, el escribir… ¿Está relacionado íntimamente esa capacidad de dedicarle tiempo de calidad al ese homo artisticus con nuestro propósito de vida?

    David: Sí, sí, sí. Absolutamente. Porque es dedicarnos tiempo a nosotros mismos. Cuando estamos realizando cualquier actividad, porque nos apetece. Por simple placer. Puede ser pintar, puede ser esculpir, puede ser tocar un instrumento musical, o escuchar música, o escribir. Ese tiempo, sin darnos cuenta, nos estamos autoanalizando. Cuando estamos pintando, estamos sacando fuera de nosotros mismos aquello que sentimos dentro. O cuando escribimos, ponemos parte de nuestro ser en aquello que estamos haciendo y nos obliga a resituarnos con nosotros mismos, a descubrir aquello que no nos gusta de nosotros mismos y, por lo tanto, a reconducirlo. Si lo reconduces, te vas a sentir mejor. ¡Qué bueno! Esa es la gracia. Y aparte, este tiempo de calidad lo que hace es rebajar estrés. Vivimos en una sociedad excesivamente estresada. Nos han hecho creer que si tenemos 10 minutos sin nada que hacer y no los aprovechamos para hacer algo provechoso, normalmente es económicamente provechoso, es que estamos perdiendo el tiempo. Y eso es falso. Todos necesitamos cada día, no 10 minutos, no, si puede ser media hora o una hora, sin nada programado que hacer para ocuparlo en nuestros hobbies, en resituarnos, en bajar estrés, en encontrarnos también con las demás personas.

    Quique: Me contabas antes, David, que eres un apasionado de las Harleys y que ahora, cuando vas con ellas a hacer esos largos viajes por el mundo, apagas la conexión con el compañero o la compañera que vayas. Escuchas la música, pero no llevas puestos los cascos, por así decirlo. Disfrutas del momento. Es decir, la red neuronal por defecto, como nos decías ahora, vagabundea, en cierto modo, en un sentido positivo, ¿no? Por tu mente. Ese es el ejemplo de lo que nos estabas comentando hace un momento, de esos momentos de dispersión?

    David: Sí, sí, esta es una de las muchas maneras que hay de hacerlo. Cuando no estamos focalizando nuestro cerebro en nada en concreto, se conecta esta red neuronal por defecto, se llama así no porque sea un defecto, sino porque es la que se conecta cuando no nos forzamos a hacer nada, y esa red lo que hace es conectar todas las zonas del cerebro para que se resituen entre ellas. Para ser creativos necesitamos conectar la red neuronal por defecto. Esto lo hemos vivido todos. A veces estamos con un problema adelante y le vamos dando vueltas y vueltas y no encontramos la solución hasta que nos cansamos y decimos, bueno, es igual, paso. Y nos vamos a dar una vuelta, a tomar un café, a charlar con los amigos y de repente nos viene la idea que estábamos buscando. ¿Por qué? porque se ha conectado la red neuronal por defecto, el cerebro sigue pensando en esas órdenes que le hemos dado, busca una solución para esto, aunque no seamos conscientes, y ese momento es de creatividad. Encontramos una solución novedosa que, si no, a lo mejor no hubiese aparecido. Por eso debemos dejarnos cada día un rato de calidad, sin nada que hacer, ya lo ocuparemos haciendo cualquier otra actividad que nos apetezca en ese momento. ¿Para qué se conecta esta red neuronal por defecto? A mí se me conecta, pues, o viajando en moto. Muchas veces me dicen, ¿y por qué no vas a Galicia en avión que llegarás antes? Digo, ¿por qué no quiero llegar antes? Quiero disfrutar de ese camino. o, por ejemplo, haciendo montañismo, que es mi gran afición deportiva. Cuando vas andando por el monte con amigos, vas charlando, pero, sobre todo, vas fijándote en no tropezar. Hay piedras, hay raíces, hay zonas resbaladizas. Tienes la atención focalizada en eso y el resto del cerebro divaga.

    Quique: Y eso es lo importante. Eso es una maravilla, porque una sociedad que nos pide que hagamos más, que estimula, que de repente, como decías tú muy bien, no haya espacios de dispersión o espacios en los que no hagamos nada. Ese Nixon que tiene en esa palabra los holandeses. ¿Cuán importante es, ante este tipo de situaciones, el saber qué parte viene de la sociedad o qué parte viene de nuestros genes. Porque mucha gente, y es una pregunta que te han dejado nuestra audiencia, decía, pregúntale por favor a David si es que venimos mal formados genéticamente para no ser productivos, porque yo intento organizarme y no lo consigo.

    David: Nadie viene mal formado genéticamente. Sí que venimos con una predisposición genética. Los genes son las instrucciones que hacen que nuestro cuerpo se forme y funcione. Y hay genes que actúan en nuestro cerebro. Todos tenemos todos los genes, pero tenemos distintas variantes. Por eso hay personas más altas o no tan altas, rubias o morenas, de un grupo sanguíneo o de otro, y también influyen en nuestras capacidades mentales. Hay personas con más capacidad genética hacia la creatividad, o hacia la inteligencia, o hacia la memoria, o hacia la empatía, o la sociabilidad, pero es una predisposición. El resto es ambiental. Es cómo nos educamos y nos autoeducamos a lo largo de nuestra vida. El peso de la genética se calcula en promedio sobre el 40-60%. Puede parecer mucho. Bueno, ni es mucho ni es poco. Es lo que nos da nuestra biología. ¿Qué es lo que es importante? Que nos queda la mitad o más de la mitad, ¿qué podemos hacer nosotros? Que depende de nosotros. Depende de nosotros. Depende de nosotros y del ambiente donde nos movemos. Por eso yo siempre digo, si alguien no está a gusto en el ambiente donde se mueve, búscate otro ambiente. Claro, porque ese ambiente te está influyendo en cómo eres. Eso es especialmente relevante en los niños y en los adolescentes. Demosles un ambiente sano de curiosidad, de confianza, para que aprendan a ser curiosos, a confiar en sí mismos, en las demás personas, porque eso es lo que se van a llevar a su vida adulta. Y eso es lo que podemos construir incluso con charlas como esta. Es decir, si aquí ahora estuviésemos nosotros, discutiendo amargamente, saldríamos de aquí con una concepción muy diferente de una charla distendida y agradable. Busquemos estos espacios.

    Quique: Qué interesante lo que comentas, David, de hacer lo que está en nuestra mano. Es decir, no esperar que venga de fuera. Y hay un patrón que yo me encuentro, que es que cuando hacemos actividades del Homo Artisticus, Llegamos cansados al final del día, ya haya sido porque has aprendido una pieza nueva al piano, o porque has salido a hacer deporte, o porque has tenido una discusión potente, pero es muy diferente al otro descanso. Yo creo que la mayoría de las personas es el que sufre. El de llegas a casa agotado de tantas horas que le has echado, de estar centrado en pequeñas cosas del día a día, que si correos, que si reuniones, que al final te das cuenta que no te han aportado un gran valor. ¿Cuál es la diferencia y cómo actúa en nuestro cerebro esos dos tipos de cansancio?

    David: Este agotamiento de los mil pequeños detalles que tenemos que solucionar cada día que llegamos a casa sin ganas de hacer nada, ese agotamiento no es productivo. Es decir, ahí lo que hacemos es desconectarnos, punto. Ya está, sin más. El agotamiento que es productivo es aquel que tenemos también, después de habernos focalizado, en algo que nos interesa. Pensar es muy cansado. El cerebro se cansa mucho cuando pensamos porque consume muchísima energía metabólica, pero después de haber estado un rato pensando intensamente, estamos agotados, pero nos sentimos a gusto porque hemos hecho algo que nos interesaba. Es el propósito. Es que todos deberíamos tener un propósito, un propósito a ver, diario. Hoy voy a hacer lo que sea, porque me interesa hacerlo, y haré muchas cosas que a lo mejor me disgustan. A mí me disgustan profundamente las burocracias, pero tengo que hacerlas, son parte de mi trabajo diario en la universidad. Bueno, pero voy intercalando burocracias, para mí, aburridas, con trabajos que son los que me mantienen estimulado y motivado. Eso es lo que deberíamos buscar. Y eso es lo que las artes nos aportan. Es este estímulo. Porque las hacemos porque nos da la gana. Literalmente.

    Quique: Antes nos hablabas de la dopamina. Cuando desarrollamos estas artes, ¿qué neurotransmisores libera nuestro cerebro para tener esa sensación? Porque personalmente me duran como más tiempo en mi organismo cuando hago este tipo de actividades versus las otras que contabas, las burocráticas, que también hay que hacerlas y hay que mantenerlas.

    David: Mira, se libera dopamina sobre todo cuando ves la obra realizada o cuando estás ya viendo que eso está adquiriendo forma. Es un neurotransmisor que nos da sensaciones de recompensa, de placer, de motivación. Después, cuando ya nos relajamos, porque estar siempre activos al 100% tampoco sería bueno para nuestro cerebro, entonces se reequilibra y tal vez domina más la serotonina, que es el neurotransmisor que nos da sensaciones de buen estado de ánimo. Es el neurotransmisor del buen rollo. Cuando se descubrió, se le llamó el neurotransmisor hippie. para entendernos, ¿no? Nos hace sentir a gustos. No es una gran felicidad. La dopamina da felicidad. La serotonina da buen estado de ánimo. Y nos hace sentir a gusto. Y eso se mantiene durante mucho tiempo. Por eso es importante no buscar picos de felicidad, porque son efímeros, sino buscar un bienestar que sea mucho más largo en el tiempo. Nos sentimos mucho más a gusto a lo largo del tiempo. Si además esas actividades artísticas son compartidas, es decir, alguien está después comentando lo que hemos hecho, lo comentamos con otras personas, lo compartimos, entonces ahí producimos oxitocina. que es el neurotransmisor de la socialización, y nos hace sentir a gusto, pero es un gusto social. También se generan después, cuando nos acostamos por la noche, endorfinas. Las endorfinas son las de esa sensación de calma y relax que hace que te entre sueño. Si tú durante el día has trabajado bien a través de dopamina, serotonina, oxitocina, por la noche te vienen las endorfinas y tienes un sueño plácido, que es el sueño reparador de verdad.

    Quique: Me encanta porque estás explicando lo que pasa en nuestro cerebro para que entendamos científicamente qué hay detrás. Ese sería el ideal. Y antes estabas hablando de un tema que para mí es muy importante, es los demás, ¿no? La importancia que tiene quién es tu familia, tu círculo de amigos. Y todo eso lo hemos conseguido gracias a algo tan sencillo y tan complejo como el hablar. En el libro comentas que nuestros primos, los monos, tienen cerca de 200 señales de comunicación. Pero igual que decías antes que lo que nos diferencia es el arte, ellos no tienen metáforas. ¿Es la metáfora humana la que nos ayuda también a estar en el siguiente nivel del habla o de la comunicación, David?

    David: Sí, sin duda. Los chimpancés tienen estos 200 signos lingüísticos, que son gruñidos y signos con las manos, pero no los encadenan para formar frases y son siempre literales. Dulce es dulce, sin más. Y amargo es amargo, sin más. Nosotros hacemos metáforas. Es que, de hecho, detrás del lenguaje humano hay muchos implícitos que no decimos. Es eso que decimos de leer entre líneas. Todo el arte funciona de esta forma. Tú vas a ver una exposición de cuadros y detrás de esas pinturas, que tú ves qué colores y qué formas ha hecho, hay un mensaje. Hay un propósito detrás de eso. Cualquier libro de filosofía, en la ciencia, en la música. Este aspecto metafórico es lo que nos diferencia de los otros animales. Implica creatividad. En la metáfora hay creatividad. Si no, sería lenguaje literal. Hay abstracción. ver más allá de lo que es evidente, y hay flexibilidad. Yo tengo que adaptarme a las metáforas de los demás para entender qué nos estamos comunicando. De hecho, en el lenguaje había una discusión académica hace algunas décadas sobre cuál había sido el motor de selección natural que había favorecido un lenguaje tan complejo como el que tenemos. Inicialmente se pensaba que era para podernos explicar cómo construir herramientas, cómo darle golpes a una piedra o cómo encender fuego. Bueno, eso parece que es un efecto secundario. de un lenguaje complejo. Se ha visto que lo que estimuló evolutivamente un lenguaje complejo es socializar explicándonos anécdotas. Y eso se ha visto porque es lo que permite mantener grupos grandes cohesionados. En los chimpancés, por ejemplo, tienen que pasar el 20% de las horas diarias, un grupo de chimpancés son unos 15 individuos, el 20% de las horas diarias están despiertos, rascándose unos a otros o quitándose piojos y pulgas, porque este contacto físico es lo que mantiene al grupo cohesionado. Si tú los tienes aislados con jaulas juntos, pero que no se puedan tocar, el grupo se disgrega en pocos días. Nuestra especie, grupos de 200, 300 individuos, no son los followers de Instagram, son nuestros amigos, nuestros familiares. Tener un grupo de este tamaño cohesionado, tendríamos que pasar más del 60% diario rascándonos unos a otros. lo que es imposible. ¿Cuándo haríamos otras actividades? Bueno, se ha visto que hablar, explicarnos anécdotas, cómo ha ido el día, activa los mismos mecanismos neuronales que está rascándolas. Y podemos estar hablando mientras estamos cocinando, mientras estamos buscando comida, mientras hacemos cualquier otra actividad. Hablar es el mecanismo de cohesión social. No solo hablar de cosas importantes, sino sobre todo charlar, charlar, simplemente.

    Quique: Y entiendo por lo que decías que es importante que ese charlar sea en un ambiente analógico y físico, es decir, como esta charla que estamos teniendo, no a través de pantallas o de redes sociales, ¿es correcto?

    David: Es absolutamente correcto. A ver, mejor charlar a partir de redes sociales que no hablar con nadie, por supuesto. Pero el cerebro no lo interpreta de la misma manera. Básicamente, cuando estamos hablando con otra persona, te sientes acompañado por esa persona. Cuando estás hablando a través de una red social, normalmente estás solo y el cerebro percibe que estás solo. Y eso incrementa estrés. Estar solo es un riesgo. Somos una especie social porque en sociedad sobrevivimos mucho mejor. A ver, pensemos en nuestros ancestros del Paleolítico, que vivían en la sabana donde había animales peligrosos. Había leones, hienas y guepardos. Estos animales no atacan a los grupos humanos porque como grupo les damos miedo. Pero individualmente somos muy frágiles, muy frágiles. Sentirte solo incrementa el estrés de una forma bárbara porque te ves amenazado. Es inconsciente, pero el cerebro no lo distingue. Te ves amenazado. Estando con otras personas te sientes seguro. Te relaja. De ahí la importancia de este charlar en presencial, en físico.

    Quique: Qué bueno, porque además hay un lenguaje común para todos los seres humanos que es la música. Recuerdo un vídeo de Bobby McFerrin, el cantante de Don't Go Really Happy, que creo que era además un congreso de neurobiología, hizo un experimento, como todas las personas conocen la escala pentatónica, independientemente del país, de donde haya estado, de si es primer mundo o tercer mundo, tenemos esa unión musical. ¿Qué es el lazo universal que nos une con la música? ¿Dónde se encuentra?

    David: Es difícil decir dónde se encuentra exactamente, pero sabemos que la música siempre activa nuestro sistema emocional, y eso es lo que tenemos compartido. El sistema emocional está compartido entre toda la humanidad, y la música siempre apela a nuestras emociones. Hay un experimento que a mí me encanta, se hizo hace algunos años, en el que se hizo que personas de algunas etnias africanas, la etnia mafa, por ejemplo, cantasen canciones tristes, canciones de cuna y canciones para bailar, cantadas con la voz, para evitar que los sonidos de los instrumentos musicales, que difieren según cada cultura, interfiriesen con la percepción, y para que no entendiesen lo que estaban cantando. ¿No entiendes la letra? Pues estas canciones escuchadas por europeos, asiáticos, se percibían como canciones tristes de cuna o para bailar, sin entender lo que estaban contando. Y al revés, una canción europea de cuna, escuchada por personas de esta etnia, la percibía exactamente de la misma manera. Es que es el lenguaje universal. Es que cuando estamos hablando de inclusión, es que la inclusión es a través de la música.

    Quique: Y la música, al final, tiene una base técnica educativa. Hay algo que llevamos dentro, que podemos hacer que percibir, como decías, si es una nana o una canción triste, Pero tú has preguntado a los músicos acerca de sus notas favoritas. Esto me ha encantado porque soy una apasionada de la música. ¿Cuál ha sido el descubrimiento que has sacado de ahí?

    David: Eso lo pregunto en las formaciones que doy a músicos sobre la neurociencia de la música. Y les pregunto, ¿qué nota prefieres? Primero se quedan todos parados. Una nota, ¿no? ¿Será una melodía? ¿Será una composición? Como mucho alguien me dice, a lo mejor es un acorde. No, no. Buscad en vosotros, dentro de vosotros mismos, qué nota preferís. Y al cabo de unos minutos todos tienen claro qué nota prefieren. Entonces le digo, ¿y por qué? Es otro choque, un choque cognitivo. ¿Por qué me gusta esa nota? Y terminan descubriendo por qué. Esto es un ejercicio de introspección, de reflexión. que te permite conectarte contigo mismo. Y cuando estamos hablando de arte, no es solo disfrutar viendo un cuadro o viendo una obra de teatro, es pensando por qué. ¿Por qué? ¿Qué significa para mí esa obra? ¿Qué significan para mí esos colores? Eso es lo que nos permite conectar el arte con nosotros mismos. Y es lo que pretendo hacer con esto. Al final, todos sacan una nota. Después yo les cuento la mía. La mía es el si bemol, que para mí es una nota introspectiva, pero no que te encierra, sino que a través de esta introspección me permite llevarla a otros sitios. Pero es mi visión. Hay otros que te dicen, por ejemplo, el sol, la nota sol. Dicen, bueno, porque es una nota brillante, una nota abierta. Yo no la veo ni brillante ni abierta para mí, pero… Es que eso no importa. Lo que importa es tú, cómo vives esa nota. Y a partir de ahí les hablo del cerebro, de todo este impacto importantísimo que tiene la música. Pero también hay que entenderla bien. No es solo reproducir las notas que están en un pentagrama de forma estricta. Eso es música, por supuesto, pero eso no es creativo. La creatividad es Interpreto esa melodía filtrándola por mi interior, aportando mi sensación, mis sentimientos, mis emociones a esa melodía, que sonará diferente si la toco yo o si la tocas tú. Claro. Pero eso es lo importante.

    Quique: Yo es que cuando estaba leyendo el libro y vi este experimento, me fui corriendo al piano y me fui así bemol. Y luego recordé cómo Chopin en una de sus obras más famosas lo que hacía es una transición desde el si bemol hasta el re para llevarnos de un estado de ánimo a otro estado de ánimo. Qué potente es la música. Y es que justo causalidades de la vida. Encontré una canción que la estaban utilizando en la banda sonada de una película que se llama Stranger Things. Es una canción de Kate Bass que se llama Running Up That Hill y contaban que la eligieron, aparte de que es una canción maravillosa y la recomiendo escuchar, porque era el momento en el que la protagonista conseguía hacer una disgregación a la hora de enfrentarse al villano más grande, ¿no? Y cómo los estados de ánimo a los que te induce la música te permiten llegar ahí. ¿Nosotros, teniendo una lista de reproducción de diferente tipo de música, podemos ayudar a nuestro cerebro, David, a que vaya virando hacia provocar esas sensaciones?

    David: Sin duda, sin duda. Forma parte de lo que se llama musicoterapia, a ver, que no cura, es decir, la música no cura. tengámoslo claro. Pero sí que ayuda, se dice en términos médicos, se dice que ayuda como adyuvante, como complemento, para facilitar procesos básicamente emocionales. Y eso es importantísimo también. Es decir, no cura como tal, pero es importante. Se ha visto que una persona a la que tienen que operar, que entra con el buen estado de ánimo, se recupera antes que una persona que entra deprimida, triste, ansiosa. De ahí la importancia de la música. Poner según qué tipos de música en una sala de recuperación, en un hospital, facilita procesos de recuperación. No cura, repito, no cura. Pero sí que facilita que la curación sea más rápida o más efectiva, igual que la naturaleza. Se ha visto que ver naturaleza a través de la ventana hace que te recuperes antes de cualquier situación que no ver solo el aspecto gris de una gran ciudad.

    Quique: Claro, porque durante miles de millones de años hemos crecido con la naturaleza visualmente, auditivamente, kinestésicamente. ¿Cuál es el efecto que está trayendo el cemento de las ciudades a nuestra vida? Porque pensamos que nuestra vida ha sido así siempre, pero al contrario, esto es una ínfima parte de lo que ha vivido el ser humano.

    David: Mira, nos quita sobre todo a esperanza, tal como suena. Llegar a un valle y ver un valle verde con agua es síntoma de supervivencia. Aquí habrá comida. Ahora, pensemos que nuestra especie se forjó en el Paleolítico y hemos vivido durante millones de años, nosotros o nuestros ancestros directos, Homo habilis o Homo erectus, hemos vivido en la naturaleza. Encontrar un sitio sin comida es un problema muy grave. Ver un valle verde con árboles, con agua, allí habrá caza, habrá fruta, eso es supervivencia, aumenta tu esperanza. Produces oxitocina, produces dopamina, produces serotonina, aumenta tu estado de ánimo en positivo. ver un sitio donde no hay vida, donde todo es roca gris, eso puede generar otro efecto. Al final, la especie humana ha ocupado todos los ecosistemas en el desierto. Hay personas que han aprendido a buscar los oasis. No viven encima de una duna, viven en un oasis. ¿Por qué? Porque es donde hay vida. Una gran ciudad donde todo es cemento, eso genera un estado de ánimo, no especialmente positivo. De ahí la gran importancia de que las ciudades tengan espacios verdes, de que los niños y las niñas vayan a espacios verdes, si puede ser a diario, mejor, pero si no, seguro, cada semana hay que ir a un espacio verde, porque eso aumenta el estado de ánimo, lo mejora, sin duda.

    Quique: Me ha encantado la recuperar la esperanza en la naturaleza, porque… También otro arte que nos ayuda a recuperar la esperanza es cuando nos transformamos en personas que no somos, cuando actuamos. ¿Qué procesos suceden en nuestro cerebro cuando un actor, una actriz, entra dentro de un personaje o cuando leemos un libro y de repente somos ese protagonista de las aventuras?

    David: Las artes escénicas tienen un potencial brutal para la humanidad. De hecho, nacieron con la humanidad. Las primeras pinturas rupestres ya muestran personas Actuando, bailando. O sea, que ya estaban presentes ahí. Cuando nos ponemos en el papel de otro personaje, también es leyendo. Leyendo una novela, leyendo un libro. Eso nos obliga a adoptar un punto de vista diferente. Y, por lo tanto, nos enriquece mentalmente. A lo mejor no cambiamos, seguimos siendo como somos, pero nos da una perspectiva diferente de nuestro entorno, de las demás personas. Nos ayuda a empatizar con esas personas. De ahí la gran importancia de explicar cuentos a los niños. ¿Cómo van a descubrir qué es la empatía si no viven, a través de los personajes de un cuento, situaciones que en su vida real a lo mejor no van a encontrarse nunca? No solo cuando en el teatro, por ejemplo, actuamos. Ir a ver una obra de teatro, si estás dentro de la obra, si vas a verla como un simple espectador, ver cómo se mueven, no. Pero si entras en la obra, te obliga a empatizar con esos personajes que estás viendo. A mí me gusta mucho el teatro y más de una vez me he encontrado teniendo literalmente que tapar la boca porque iba a responder a los actores. Dices, no, que tú no estás dentro de la obra, que eres un simple espectador. Pero te estabas poniendo literalmente en el papel de un personaje. Eso es fantástico.

    Quique: Eso es una maravilla. Porque en cierto modo eso es parte del círculo virtuoso del que tú hablas en el libro, ¿no? De jugar, aprender, recompensa, motivación.

    David: volver a jugar. Es que el juego es la forma instintiva que tenemos de adquirir conocimientos. Parece que los adultos ya no tenemos que jugar, tenemos cosas importantes que hacer. No, es que debemos afrontar la vida a ver como un juego. En el buen sentido de la palabra, ¿qué es jugar? Jugar es poder repetir una cosa varias veces, aprendiendo cada vez que lo repites para mejorar, y pasándotelo razonablemente bien a cada repetición que haces. Es lo que hacen los niños. Se ha visto que los niños no juegan para divertirse. Juegan para aprender. Y el juego es aprendizaje. Imitan personajes, juegan con objetos físicos, juegan con compañeros para aprender qué son las relaciones sociales, qué es el mundo físico y qué son otros personajes, ponerse en la piel de otros personajes. Y es este aprendizaje lo que produce descargas en su cerebro de dopamina y de serotonina, que es lo que les hace sentir a gusto y les impulsa a volver a jugar. Y, además, la dopamina se relaciona con la motivación, con la curiosidad, con sentaciones de recompensa. Es un círculo virtuoso que, si no dejamos que se apague, porque los niños lo hacen espontáneamente, si no dejamos que nos apague, nos mantendrá curiosos toda nuestra vida con ganas de aprender, de progresar, de… adquirir habilidades nuevas. Pues nunca he ido a teatro, pues voy a ver una obra y a lo mejor me apasiona el teatro a partir de entonces.

    Quique: Hay una cita del director del Instituto del Cerebro de Milán que decía que genio se nace y imbécil se llega, y entre medias se encuentra el sistema educativo. Tú formas parte del sistema educativo. ¿Dónde has visto que hay esa quiebra entre el juego del niño y la vida allá? montada en creencias del adulto. ¿Dónde has visto esa mayor quiebra?

    David: Mira, es progresivo. Es progresivo. Después te digo, enseguida te digo dónde está esa mayor quiebra. Pasa que no es de repente que se produzca. Normalmente, durante educación infantil, primeros cursos de primaria, se respeta mucho el juego. Y ahí nos mantenemos dentro de lo que es el espíritu humano por sí mismo. Después, cuando ya se acerca el final de primaria y llegamos a secundaria, parece que tenemos que aprender cosas muy importantes. Que tenemos que aprender cosas muy importantes, por supuesto. Ya no tenemos tiempo para jugar. A ver, no, no. Es que el juego es la forma de aprendizaje. Que no significa que tengamos que gametizarlo todo. Se habla de la gametización, todo tiene que ser cómo jugar. No, no, no, no. Es vivir con este espíritu del juego. es cuando se equivocan, cuando nos equivocamos, el error es fuente de aprendizajes. El error no es un punto y final en la carrera de una persona, es un aprendizaje para seguir progresando, y eso muchas veces lo vamos perdiendo. A partir de ahí, perdemos también parte de las artes. No es que tenemos que hacer cosas tan importantes que las artes, que sí, son bonitas, pero son secundarias. No, no. Las artes aumentan la plasticidad de nuestro cerebro, aumentan la creatividad, aumentan el bienestar. Es que deben estar presentes. No es tampoco que todo tenga que ser artes. Es incorporar visiones artísticas a estos otros aspectos académicos, que por supuesto que son importantes, las matemáticas, el lenguaje, las ciencias, todo esto, la filosofía. Pero aportémosles también visiones artísticas para mantener toda esta plasticidad, este bienestar y esta creatividad. Y la gran brecha la tenemos en la selectividad, en las pruebas de acceso a la universidad. Se lo juegan todo a una simple nota. Eso hace que todo el bachillerato sea una fuente de estrés potentísima, donde solo se dedican a aquello que después se van a examinar porque les va una nota, y eso se traspasea a últimos cursos de la secundaria, porque hay que prepararles para el bachillerato. No digo que no haya que hacer algún tipo de prueba para garantizar un mínimo nivel, pero tal como está montado… Eso lo que hace es dinamitar todos estos procesos que, durante la infancia, se habían mantenido perfectamente bien. Y aquí hay uno de los grandes efectos. En tercero de la ESO, tienen 13 años, y ahora les hacemos elegir si en cuarto harán más asignaturas científicas o humanísticas y artísticas, y la mayoría eligen, no por aquello que les motiva más, que les interesa más, eligen aquello que les aburre menos, o aquello en lo que menos malas notas sacan. y aquí les estamos privando, de unos aprendizajes que después a lo mejor les son necesarios, útiles. ¿Cuántos niños adolescentes ya de 12, 13 años tienen claro a qué van a dedicarse después? No, la mayoría no. Si les limitas, estás ya encajonándoles a una formación que a lo mejor después no es la que van a querer hacer, pero ya por inercia, bueno, pues ya no he hecho lo otro, pues ya sigo por este camino.

    Quique: Fíjate qué interesante lo que decías porque les sometemos desde muy jóvenes a una situación de estrés que probablemente sea las primeras veces que se encuentran con ese estrés sostenido en el tiempo, que no es un estrés puntual, no es un pico, sino que es un estrés mantenido. ¿Cuál es la diferencia entre un estrés puntual, como podía ser en nuestros antepasados, salir a cazar un mamut, y de repente ese estrés mantenido que tenemos durante hoy, mañana, pasado?

    David: El estrés puntual no tiene que preocuparnos jamás. El estrés puntual, cuando lo notamos, es que se está empezando a desaparecer, es que incluso puede ser activador. Nos motiva. El estrés es un estado físico, fisiológico y mental ante una posible amenaza. Y nos activa para dar una solución. Es que es bueno para la supervivencia el puntual. El problema es el crónico. El crónico nos hace vivir en sensación permanente de amenaza y termina saturando nuestros sistemas físicos y cerebrales. Y ese es el gran problema. Con estrés crónico, funciones cognitivas tan importantes como la reflexividad, la capacidad de planificar o de gestionar nuestras emociones bajan en eficiencia de funcionamiento. es lo que deberíamos evitar siempre, siempre. De nuevo, las artes nos ayudan a bajar estrés, porque te estás expresando, te estás reencontrando. Es un tiempo que dedicas a ti mismo. Todos hemos tenido estrés crónico alguna vez en nuestra vida. Bueno, tampoco no pasa nada por lo tengamos una temporada, pero cuando lo detectemos, hay que buscar una solución, porque eso no nos favorece para nada. Y el puntual, que no nos preocupe jamás, viene y va y ya está.

    Quique: a una persona, un padre, una madre que te está escuchando ahora mismo, David, si le pudieras decir una acción que podría llevar a cabo tanto para ellos con el estrés como para empezar a educar a los hijos también en la gestión del estrés, ¿qué les recomendarías?

    David: pasar rato charlando. Algo tan sencillo, pero que estamos perdiendo, como esto. Es cenemos juntos, almorcemos juntos, no siempre todo es posible, pero… Y en ese rato, hablemos de cómo nos ha ido el día, de qué pensamos, siempre con una sonrisa en la boca, con esa sensación de confianza. Transmitamosles nuestra curiosidad por sus vidas para que ellos sientan curiosidad por las nuestras y puedan aprender de nosotros, de nuestros aciertos y también de nuestros errores. Para mí es el punto central de cualquier educación. Transmitamos esta confianza, este buen vínculo, a través de no solo el habla, sino de estas miradas de satisfacción por pasar un rato juntos.

    Quique: Yo ahora tengo un pequeño de dos años, Yago, y una de las cosas desde el principio que hacía con él era darle libertad de experimentar, de caerse, de no culpar a la mesa si se había pegado con la mesa, sino entender qué es lo que había pasado. Y cuando le veo interactuar ahora que ya es un poquito mayor, me doy cuenta que esa libertad tiene un efecto potentísimo en cómo se está educando. Y me alegro ver que tú citabas un estudio en Nueva Zelanda de cómo ha impactado eso. ¿Cuál es ese punto en el que la libertad nos ayuda a educarnos sin tener que tener siempre ese gran ojo presente, ese gran hermano vigilándonos?

    David: Claro, esa libertad en la infancia lo que te permite es que te empoderes de tu propia vida. tomes conciencia de tus necesidades, tus capacidades, tu capacidad de progreso. y que aprendas a asumir riesgos valorando las implicaciones que tienen. Ese estudio que citabas, que está en el libro, se vio que a los niños y las niñas que de pequeños sus padres les dejan encaramarse a los árboles, cuando llegan a la adolescencia y a la juventud, son más capaces de gestionar la ansiedad y el estrés, por lo tanto, tienen más difícil llegar a un estrés crónico, porque lo saben gestionar antes, y asumen retos con mucha más facilidad porque les es más fácil valorar los riesgos asociados a esos retos. Simplemente porque lo han practicado antes a través del juego. Claro, encaramarte a un árbol no hace falta encaramarse a un árbol. Es la sensación esa de Libertad, hay otro estudio paralelo en el que se vio el mismo efecto en niñas y niños que iban solos al colegio. no acompañados por sus padres. Claro, un ambiente de seguridad social, por supuesto. Simplemente encaramarse a un árbol… A ver, cuando estás arriba del árbol y miras hacia abajo, el estrés te aumenta. Tienes que aprender a gestionarlo para bajar con seguridad. Pues han practicado antes gestión del estrés. Y cuando estás casi arriba y te falta la última rama, tienes que valorar el reto de llegar arriba versus el riesgo de caerte desde más alto. Han aprendido, a través del juego que hablábamos antes, han aprendido a valorar estos riesgos. Y eso el cerebro lo usa después en la vida adulta.

    Quique: Me encanta que comentes esta anécdota porque antes te decía que mi mujer tiene una aversión a la moto por miedo. Y ella me decía, es que yo me he arriesgado poco cuando era pequeña. Y justo lo que a mí me pasaba es esa parte de que yo quizá me he arriesgado mucho siendo siempre, entiéndeme, no un ser temerario con la moto, sino de disfrutar. Y algo que tú comentabas es que ya venimos, en cierto modo, hay mecanismos en nuestro cerebro, porque incluso los bebés de 12 meses tienen ese silogismo disyuntivo, ¿verdad? ¿Cómo afecta en nuestro día a día y en nuestra forma de crecer?

    David: El silogismo disyuntivo es un aspecto de razonamiento filosófico. Dicho de esta forma, con estas palabras técnicas parece muy raro, pero es muy sencillo. Es simplemente, si tengo dos opciones, sé que una es correcta y una es falsa. pero no puedo saber cuál es la correcta. Si puedo demostrar cuál es la falsa, por exclusión la que me queda es la cierta. Bueno, se ha visto que los niños, antes de aprender a hablar, ya utilizan este mecanismo de razonamiento para interpretar el mundo. Claro, eso es lo que después usamos para valorar también riesgos, para valorar situaciones incluso personales. A mí me gusta decir también a veces que cuando vemos que nuestro hijo se está acercando a una zarza con pinchos, Dejemos que se pinche. No le echemos encima de la zarza. No es la idea. ¿Vale? Estemos cerca para después abrazarle, darle unos besitos, curarle, pero dejemos… Si no hay un problema inmunológico, por supuesto, dejemos que se pinche. ¿Por qué? Porque el dolor forma parte también de nuestras vidas. Y tenemos que aprender a gestionarlo. Y tenemos que saber que cuando hay dolor, se termina. Y que si estamos cerca de personas en las que confiamos, a las que queremos, el dolor se termina antes. Se ha visto que cuando una persona sufre dolor físico o psicológico, el simple contacto físico de la persona a quien quieres, produce automáticamente endorfinas que bajan la sensación de dolor. Pero eso hay que aprenderlo. Después nos encontramos, por desgracia, con adolescentes que el primer día que tienen un dolor psicológico, un desastre en un examen, la primera separación de pareja del primer novio, la primera novia, y se les hunde el mundo. Porque no han aprendido que ese dolor es real, pero se termina. Y que si tienes personas al lado en quienes confías, se termina antes. Eso hay que aprenderlo.

    Quique: Qué aprendizaje tan maravilloso y potente. Y además antes hablabas del silogismo disyuntivo, como esa diferenciación entre lo falso y lo cierto. Inteligencia artificial. En este mundo en el que ahora mismo, y cada vez va a ser más difícil demostrar si ha sido una inteligencia quien ha escrito, quien ha compuesto una canción o quien ha dibujado un cuadro, ¿cómo va a afectar a nuestro sistema cerebral para saber que, en cierto modo, seguimos siendo humanos?

    David: Lo primero es que estos sistemas son muy útiles para generar información. Yo lo uso. Le pregunto algo y según la información que me da, entonces, claro, reflexionas, vas a los orígenes, vas a las fuentes originales. Pero como una primera aproximación, a veces resulta útil. El problema es creérnoslo, porque se equivocan tanto como nosotros. Esto por un lado. Por otro lado, para mí hay una diferencia clarísima entre estas muestras de pseudo-creatividad que muestran y la creatividad humana, y es la falta de propósito. Cuando nosotros pintamos un cuadro, hay un propósito detrás de lo que hacemos. Cuando diseñamos un experimento científico, yo incluyo ciencia y filosofía dentro del mundo de las artes, son derivadas de la misma función de nuestro cerebro. Cuando estamos haciendo un experimento científico, haciendo una propuesta filosófica, tenemos un propósito detrás. La inteligencia artificial no tiene propósito. Tú tienes un propósito, le das unas instrucciones y te responde. Pero el propósito sigue siendo nuestro. Mientras tengamos claro que, primero, debemos tener propósitos, y que eso nos puede ayudar después de desarrollarlos, pero siempre filtrado por nuestra capacidad crítica y reflexiva, es una herramienta interesante. Pero jamás debe sustituir la creatividad humana, la reflexividad humana y el propósito humano.

    Quique: David, durante la escritura, la concepción de este libro, El arte de ser humano, de ser humanos, ¿qué cambio, cuando ya cerraste el libro, terminaste, qué cambio notaste evolutivamente en el propio David?

    David: Pues mira, básicamente, enfaticé todos los momentos que dedico a disfrutar del arte, no sé si decir a producir arte. Si la ciencia es arte, y yo creo que también es arte, pues también produzco arte a través de la ciencia, pero voy a teatro, a conciertos o a exposiciones de artes plásticas, que es lo que me gusta más, o cuando leo poesía, lo hago con más conciencia de la importancia de ese momento.

    Quique: Tenemos una pregunta que te dejó nuestro último invitado, el filósofo José Carlos Ruiz, en el episodio 352. Yo creo que, además, estaría encantado de escuchar este episodio. Te pregunta, David, si sólo pudieras educar a alguien a través de un valor ético, ¿qué valor ético elegirías?

    David: La dignidad. Lo tengo clarísimo. Aparte porque lo he escrito en algunos libros, pero lo tengo clarísimo. Dignidad, primero, sobre nosotros mismos. Queda muy egoísta dicho así, pero si no somos dignos con nosotros mismos, no podremos ser dignos con los demás. y dignos con los demás. Para mí dignidad es este respeto por las diferencias, aprovechándolas para el crecimiento conjunto.

    Quique: Es maravilloso porque durante siglos la dignidad ha sido el valor que ha movido a la sociedad a mejorar. Ahora nos encontramos en un mundo de victimismo que cambia un poquito, pero bueno. ¿Qué le te gustaría preguntarle al próximo invitado a la próxima invitada?

    David: Pues yo le preguntaría a qué emoción le despierta ese arte que más le gusta.

    Quique: Fenomenal. Me lo apunto porque va a ser muy interesante. Pues pasamos a la parte final de KENSO, de esta entrevista a KENSO, que son 10 preguntas rápidas que tú puedes contestar rápidamente o no, como tú prefieras. Vamos con la primera. ¿Cuál es la regla de David para vivir mejor? La regla de vida para vivir mejor. Disfrutar de cada instante. Disfrutar de cada instante. Si tuvieras que compartir un solo aprendizaje de todo lo que has aprendido y lo que has vivido hasta este momento, ¿cuál sería, David?

    David: Que lo más importante es querer a las personas.

    Quique: ¿Cómo se titularía tu biografía?

    David: Un viaje inacabado.

    Quique: ¿Cuál es el libro que más has regalado?

    David: Pues no sabría cuál decirte así de inicio. Me gusta mucho regalar libros de poesía, pero variados.

    Quique: ¿A quién te gustaría o te hubiera gustado conocer? A Charles Darwin, como buen biólogo. ¿Qué canción pones a todo volumen en tu Harley para subir el ánimo? Rock and roll y heavy metal. ¿Cuál ha sido la pregunta más interesante que te han hecho?

    David: Me han hecho muchas de interesantes. No sabría destacar una en concreto. A ver, no sé, probablemente sea ¿qué pienso cuando llego a la cima de una montaña?

    Quique: ¿Qué te viene a la cabeza cuando piensas en la felicidad? Estar con mi familia y con mis amigos.

    David: ¿Qué película volverías a ver cada año? Rumble Fish. Se tradujo como La ley de la calle. Una película sobre la búsqueda de la libertad. Es de Francis Ford Coppola.

    Quique: Si tuvieras que dejar un mensaje en una cápsula para tu yo, del futuro, ¿qué le dirías?

    David: ¿Has aprovechado bien el tiempo con tu familia?

    Quique: Gran pregunta. ¿Cómo te gustaría cerrar esta entrevista?

    David: Con un abrazo.

    Quique: Pues David, muchísimas gracias.

    David, en una tarde cualquiera de hace diez años, escribió sobre el enigma de la libertad y sintió que algo quedaba por decir

    Durante una década esa inquietud vivió en él, hasta que en ese espacio de las vacaciones apareció una revelación

    No somos solo homo sapiens, somos homo artisticus

    Un hermoso descubrimiento porque comprendió que el arte es la esencia misma de nuestra humanidad

    David nos ha enseñado cómo se tejen las experiencias en nuestro cerebro y ves brillar sus ojos con la pasión del científico que ha encontrado poesía en las neuronas

    Esas conexiones combinándose de forma novedosa y creativa que nos permiten soñar futuros posibles

    Y es conmovedor escucharle decir que imaginar el futuro es recordar el pasado de forma creativa, porque nos revela el milagro que sucede en nuestras mentes cada día

    Hemos visto vibrar a David mientras nos desvelaba que la plasticidad neuronal nos acompaña hasta el último suspiro de nuestras vidas, desmontando así esa creencia limitante de ya no puedo aprender y la desmonta con la certeza científica de que siempre hay espacio para crecer

    Su defensa de la mentalidad de crecimiento es un faro que ilumina caminos para quienes nos sentimos atrapados en nuestros límites

    Comparte sus experiencias sobre viajes, en esa Harley donde su rostro se transforma, en esas carreteras donde nuestro cerebro encuentra ese espacio donde la red neuronal por defecto florece y además nos revela la danza química durante la creación con nuestra dopamina, serotonina, oxitocina, endorfinas que orquestan nuestra vida

    David se ilumina con su visión del juego como acto sagrado de aprendizaje y defiende que debemos afrontar la vida como un juego y con valentía para invitarnos a reflexionar sobre la libertad en la infancia, al describir a los niños encaramándose a los árboles y dejando que se pinchen con sus zarzas

    Gracias David desde lo más profundo por inspirarnos, por crear puentes entre la ciencia y el arte, por mostrarnos que la música siempre activa nuestras emociones, por mostrarnos que en la naturaleza recuperamos la esperanza perdida, por revelarnos que socializar mantiene la conexión social, por enseñarnos a dedicarnos tiempo y por demostrarnos que con el cerebro libre tocamos a esa libertad

    Y hoy terminamos con un nuevo hábito KENSO: abándonate al vagabundeo mental diario porque en ese vacío germina el arte que nos hace humanos

    Nos escuchamos pronto.

 

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Jeroen Sangers

Anfitrión del Canasto. Mentor artesano especializado en la Efectividad 2.0 para personas y equipos de trabajo.

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